Las unidades de inteligencia que empiezan a proliferar en muchas empresas españolas dependen en gran medida de las personas que trabajan en ellas. Es condición sine qua non para que la unidad funcione, contar con personal suficientemente cualificado y comprometido con el trabajo a realizar para poder ayudar a la toma de decisiones en tiempo oportuno y de la forma adecuada.
En este artículo, se abordarán las características que deben tener los distintos perfiles profesionales que habitualmente conforman las unidades de inteligencia (operador, analista y responsable), cada uno de ellos con roles diferenciados y estructurados en distintos niveles con diferentes responsabilidades y tareas. Cabe destacar también que, en función del tamaño de la unidad de inteligencia o las peticiones realizadas, estos perfiles podrán coincidir en la misma persona.
Todos estos perfiles son fundamentales para que la unidad, que se basa en una metodología de trabajo de “proceso”, funcione. Puesto que el proceso no se concibe de manera lineal, sino que existe una interrelación entre las distintas fases del ciclo de trabajo, es necesario que los equipos estén alineados y coordinados de manera eficiente para el éxito de los servicios. Por ello, también es clave dentro del proceso la selección de profesionales que estos dispongan de las habilidades necesarias para el desempeño de sus labores, así como la complementariedad de los perfiles entre sí. No obstante, en esta organización cobra especial relevancia, y es fundamental para el correcto desempeño de la unidad, el analista de inteligencia.
Las personas
El operador de inteligencia como validador de la información: El proceso de obtención de información es un elemento muy importante dentro de todo el ciclo. No se trata solo de tener conocimientos de las diversas fuentes de información disponibles, sino de evaluar y valorar, según los requerimiento de inteligencia concretos de cada cliente, cuál es, dentro de toda la información disponible, aquella que generará un valor añadido para la fase de análisis.
El operador de inteligencia debe tener conocimientos sobre el funcionamiento de los motores de búsqueda booleanos y metabuscadores, debe ser capaz de realizar búsquedas en bases de datos comerciales o institucionales, identificar perfiles en redes sociales o manejar herramientas específicas de recolección de información (ya sean de desarrollo propio, open source o de pago). Deben también ser personas capaces de asumir peticiones urgentes de búsqueda de información además de realizar, en paralelo, las tareas que tengan ya programadas, cumpliendo los tiempos de entrega.
Este perfil, además de conocer las fuentes en las que se puede obtener la información y saber cómo extraerla, debe ser capaz de evaluar la credibilidad de la fuente y de valorar la pertinencia de la información que va a transmitir al analista, teniendo presente cuál es el requerimiento de inteligencia y cuáles son las prioridades y necesidades de cada cliente o proyecto. También debe ser capaz de identificar aquellos contenidos que puedan ser considerados como críticos y que, por tanto, requieran de una rápida comunicación. Asimismo, también es labor del operador de inteligencia, en coordinación con el analista del servicio, hacer propuestas de mejora dentro de los procedimientos establecidos para la obtención de información.
El analista de inteligencia como protagonista del proceso: La producción de conocimiento es una característica inherente al ser humano y, por tanto, sin personas que generen dicho conocimiento el mismo no podría existir. De igual manera, la producción de inteligencia no es otra cosa que producción de conocimiento y, como tal, debe ser producida por personas, en este caso, por analistas.
El analista de inteligencia es el encargado de analizar la información pertinente proporcionando al decisor información de alto valor que le ayude a tomar decisiones con la menor incertidumbre posible. Partiendo de la base de que el analista perfecto no existe, sí que es necesario establecer ciertas características que debe reunir una persona que va a ocupar dicho puesto.
Como primer punto, cabe destacar la importancia que entraña el trabajo que realiza un analista. Debe realizar un trabajo riguroso y meticuloso puesto que cualquier equivocación en los informes que realiza puede tener consecuencias muy negativas para la compañía contratista de los servicios de inteligencia.
Además, el analista debe de ser una persona con afán investigador por definición. Esa curiosidad por saber es la que le hará llegar a tener un conocimiento sólido de la materia tratada para poder realizar el trabajo con la calidad exigida.
Debe ser una persona racional, que sea capaz de ver los temas de forma objetiva (teniendo en cuenta los sesgos que son inherentes a cualquier actividad de análisis); creativa, de manera que sea capaz de generar una asociación de ideas que posteriormente transforme en conocimiento y dé valor a la información; crítica, para poder evaluar la información y tener la capacidad de hacerse preguntas para validar o no las conclusiones a las que llega; y analítica, de manera que divida los temas a estudiar en distintas partes para comprender en profundidad la materia o problemática que está tratando. El analista debe tener también una alta flexibilidad cognitiva que le permita adaptarse con facilidad a conceptos y situaciones cambiantes, novedosas e inesperadas, o la capacidad mental de pensar en varios conceptos a la vez y desde puntos de vista distintos.
Además, será muy importante que el analista sea capaz de comunicar con rapidez y pertinencia, puesto que son dos características sin las cuales el trabajo de inteligencia no tendrá valor (alto coste de oportunidad).
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