Esta conversación tuvo lugar en la mañana del 1 de octubre de 2011, en un lugar indeterminado de la provincia de Soria, entre tres personas, una de las cuales se apellida Borredá.
Veníamos hablando animadamente en el coche sobre nuestro sector en general, de cómo había evolucionado con los años y de las figuras que habían marcado su existencia y evolución en el tiempo.
En algún momento, la conversación se centró en los pasos que ya se estaban dando para materializar el proyecto de conservar la memoria de Don Ramón Borredá García, figura esencial y carismática, a través de los valores que encarnó durante su trayectoria humana y profesional, con el objetivo de dar continuidad a los fines que promovió en beneficio de la seguridad.
Para quienes no tuvieron la suerte de conocerle como yo, Don Ramón Borredá fue uno de los impulsores y forjadores de los cimientos de la seguridad privada en España, fomentando la colaboración con la seguridad pública desde los años setenta, así como fundador de editorial Borrmart, de la revista Seguritecnia y de los Trofeos Internacionales de Seguridad.
Por entonces, ya estaba decidida la creación de una fundación en su nombre y memoria, de naturaleza fundacional privada, sin ánimo de lucro, con vocación de servicio a la seguridad en todos sus ámbitos y profesiones, para la difusión, promoción, defensa, estudio y fomento de la seguridad en todos sus campos. Hablamos de que se llevarían a cabo acciones concretas para la mejora del conocimiento y capacidades; estudios e investigación, divulgación y comunicación; promoción de las relaciones profesionales; defensa de las buenas prácticas y apoyo a la Administración, todo ello aplicado a las diferentes áreas de seguridad.
¡Que iniciativa más brillante y exigente¡, pensé yo. Y lo mejor es que, bajo la dirección de su presidenta y el patronato, se agruparía en torno a la Fundación Borredá a las empresas e instituciones que, manteniendo los valores que encarnó Don Ramón, quisieran hacer aportación a sus nobles fines, creando un ecosistema muy activo y comprometido, compuesto por los socios protectores, patrocinadores, empresas o instituciones colaboradoras.
En ese momento pregunté: ¿Pero no falta algo? Y añadí: Yo y otros muchos que admiramos a Don Ramón y nos identificamos plenamente con los valores que encarnó. ¿No creéis que además de beneficiarnos de la Fundación Borredá, podemos ayudar a fortalecer este proyecto y aportar algo? Creemos en ello. Seriamos como los “amigos” de la Fundación Borredá…
Así nació, desde sus orígenes hace 10 años, una modalidad de colaboración reservada a las personas físicas, a los profesionales de la seguridad en cualquiera de sus ámbitos que desean colaborar activamente en las actividades de la Fundación, aportando desinteresadamente su compromiso en esta causa, sus conocimientos, capacidades, ideas e ilusión. Así nació la figura de “Amigo” dentro del ecosistema de la Fundación Borredá.
Yo, como otros muchos, soy “Amigo de la Fundación Borredá”. Aquí, a título individual, cabemos todos. Desde profesionales de seguridad privada y pública de cualquier ámbito hasta estudiantes, jubilados y cualquier persona vinculada con la seguridad y comprometida con ésta como un bien común.