Siempre he sostenido que si algo define a los centros asistenciales es la complejidad. Complejidad arquitectónica, que dificulta la puesta en marcha y la aplicación de nuevas tecnologías, complejidad asistencial y complejidad gestora, que debe garantizar en la medida de lo posible la accesibilidad y la seguridad.
Los riesgos en los hospitales, en los centros de asistencia especializada y en los de asistencia primaria se han incrementado notablemente, apareciendo nuevas situaciones: robos de aparatos sanitarios, agresiones a profesionales, necesidad de proteger fuentes radioactivas, custodia de farmacología, ordenamiento del control de accesos a los centros, garantizar el estricto cumplimiento del Reglamento General de Protección de Datos, etcétera.
La Constitución Española, en su artículo 43, reconoce el derecho a la protección de la salud y encomienda a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios.
Pero es cierto que para garantizar ese derecho que nos reconoce nuestra Constitución necesitamos abordar las nuevas circunstancias que han aparecido en nuestra sociedad. Los Estados modernos se enfrentan a nuevos desafíos que convierten a la seguridad en un proceso cada vez más complejo.
A los riesgos tradicionales ya existentes, como el terrorismo nacional o el crimen organizado, se suman nuevos factores. Entre otros, el terrorismo internacional, atentados cibernéticos, hacktivismo, agresiones a profesionales sanitarios, robo y tráfico de fármacos. Esta nueva situación genera la necesidad de afrontar la seguridad de un modo diferente, tanto en el aspecto nacional como de forma colectiva y coordinada entre los diferentes países.
Una realidad unida a la mayor dependencia que tienen las sociedades de ciertos servicios e infraestructuras que soportan y posibilitan el correcto funcionamiento de los sectores productivos, de gestión y de la vida ciudadana en general, cuya paralización podría derivar en gravísimas consecuencias tanto personales como materiales.
Actos ilícitos
Por todos es conocida la actuación de organizaciones criminales dedicadas a robar endoscopios, ecógrafos, gastroscopios o equipos de ecocardiología, entre otros, en los hospitales de toda España. Un material que posteriormente venden en otros países donde no existe un control de objetos robados.
Entre el 1 de enero de 2019 y el 31 de marzo de 2022, según refleja el Portal de Transparencia de la Comunidad de Madrid, se produjeron 186 actos ilícitos contra bienes propiedad del Servicio Madrileño de Salud (SERMAS), por un importe de 2.366.985 euros. Pero hay que tener en cuenta que durante este periodo se declaró el estado de alarma como consecuencia del COVID-19, y que el SERMAS cuenta con una estructura de 34 hospitales, 256 centros de especialidades y 478 centros de asistencia primaria.
Estos datos nos deben llevar a una importante y necesaria reflexión: todas estas sustracciones han supuesto un retraso en el tratamiento de pacientes. Aunque afortunadamente son sustituidos lo más rápido posible, debemos recordar lo que afirman los profesionales sanitarios: la importancia de la detección precoz de una enfermedad puede contribuir fundamentalmente a su curación.
En un acto clínico de cualquier naturaleza es imprescindible el conocimiento por parte del facultativo del historial clínico del paciente, donde constan todas las patologías que ha podido sufrir, las alergias que pueda tener a determinados fármacos o las pruebas y tratamientos pendientes de realizar o ya realizadas. Un ataque malicioso de un ciberdelincuente o un sabotaje en los centros de protección de datos podría ocasionar la paralización de una atención correcta a un apaciente, con las graves consecuencias derivadas de esta situación. Realmente, podríamos seguir enumerando múltiples y variadas situaciones de actos ilícitos que se producen en este tipo de organizaciones que se dedican a la asistencia sanitaria, tan importantes en el día a día y en situaciones extremas como la pandemia que hemos sufrido.
En definitiva, debemos sistematizar una evaluación permanente de los riesgos de los centros sanitarios, implementando todo tipo de medidas que garanticen la continuidad de la atención y que permita a los profesionales realizar sus tareas con las máximas garantías.
Organización de la seguridad
El SERMAS, en el que dentro de sus funciones se encuentran velar por la integridad de las personas, mantener el valor e integridad de los bienes materiales, garantizar la confidencialidad, integridad y disponibilidad de la información y en general evitar la discontinuidad de los servicios que desarrolla, ha acometido una profunda organización de su seguridad. En este contexto, el apoyo de la dirección del propio Servicio ha sido fundamental.
Animo a los gestores sanitarios del resto de comunidades autónomas a apostar firmemente por la potenciación o creación de departamentos de seguridad corporativa en sus organizaciones.
Por ejemplo, en nuestro caso se ha elaborado un Plan Director de Seguridad, pionero en España, que aborda los diferentes tipos de asistencia sanitaria, especializada y primaria. Este plan incluye medidas específicas para evitar robos de aparatos sanitarios, con tecnología de cámaras inteligentes que protegen dicho material; diferentes acciones de protección frente a las agresiones a profesionales (como el sistema SOS); una reorganización de la movilidad de los centros, con criterios de seguridad adaptados a las necesidades clínicas; y una implementación de la seguridad en la apertura de puertas y muelles de carga.
Además, se han finalizado los planes de protección de fuentes radioactivas, tal como señala la normativa del Consejo de Seguridad Nuclear, y se están creando plazas de directores de seguridad. Unas figuras, estas últimas, que ya se están incorporando a diferentes centros.
Incluso se ha firmado un convenio con la Fundación Borredá para la formación específica de directores y responsables de seguridad, dada la escasez de expertos en seguridad en centros sanitarios.
También se han iniciado los trabajos de un proyecto para dotar al SERMAS de una central receptora de alarmas de uso propio, que entendemos que es una herramienta fundamental para mejorar la seguridad.
Calidad asistencial
No podemos olvidar hacia dónde camina la asistencia sanitaria. Los costes cada día más elevados de hospitalización y tratamiento y las inversiones en tecnología sanitaria, entre otras cosas, supondrán un giro en la asistencia. De hecho, ya se realiza asistencia domiciliaria y se incrementará notablemente la hospitalización domiciliaria, lo que para la seguridad supondrá un nuevo reto: garantizar la protección de los profesionales que se desplazan a los domicilios de los pacientes.
La seguridad siempre se ha definido como una actividad preventiva o represora de las situaciones de peligro o inseguridad que puede sufrir una sociedad o un individuo, pero creo que debemos añadir una nueva función: contribuir a mejorar la calidad asistencial.