En estos momentos nos hallamos ante retos mundiales que exigen que nuestra edificación sea sostenible, se adapte a las nuevas fórmulas energéticas y tenga seguridad frente al fuego. Cumpliendo así con la Agenda 2030, marcada desde Naciones Unidas, y que pone en el centro del debate la sostenibilidad y descarbonización también de los edificios que habitamos y construimos.
En este sentido, en 2020 en España existían 26 millones de viviendas (977 millones de metros cuadrados construidos y otros 679 millones construidos no residenciales), responsables del 33 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono y del 30 del consumo energético. El reto y la obligación es reducir las emisiones en un 55 por ciento y el consumo energético un 40 para 2030, de momento.
¿Qué factores conducen las megatendencias mundiales de la edificación?
Las megatendencias mundiales de la edificación tienen que ver con:
- El cambio climático. De hecho, el 30 por ciento de la demanda mundial de energía final y de las emisiones de dióxido de carbono provienen de los edificios.
- La salud y el bienestar. Las personas el 90 por ciento del tiempo en el interior de edificios.
- La escasez de recursos: El aumento de la población y la demanda creciente mundial de bienes de consumo e industriales genera escasez de materias primas finitas.
- Sostenibilidad y circularidad: Un tercio de los residuos globales los produce el sector de la construcción, consumiendo el 40 por ciento de los recursos globales anualmente.
Teniendo en cuenta todo esto, los objetivos que plantea la Agenda 2030 para un desarrollo sostenible son «satisfacer las necesidades del presente sin comprometer a las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades».
Edificios verdes, los hogares del presente (ya no del futuro)
Partamos de una definición de sostenibilidad aceptada y no académica: «proceso que mantiene un sistema en equilibrio durante su desarrollo continuo y donde siempre hay margen para resolver errores y/o carencias».
Así, un edificio sostenible implementará estructuras y funciones básicas esenciales a través de la gestión de riesgos globales. Se obtendrán mejoras en eficiencia energética, mantenimiento, uso de materiales innovadores, nulo agotamiento de recursos finitos, retorno rápido de la inversión, cumplimiento legislativo y en la satisfacción de estar contribuyendo a un plan global que beneficie a todos los interesados (promotor, propietario e inquilino) sin dejar de lado a la sociedad en general.
Llegados aquí, un edificio verde no puede obviar el equilibrio entre tres pilares estratégicos: sociales, medioambientales y económicos. El desequilibrio, o la carencia de cualquiera de ellos, ya no es considerado como sostenibilidad, como bien cita incluso la EN TC350.
Los edificios verdes son el paradigma para atender las necesidades humanas y persistir y adaptarse a los retos futuros
Los edificios deberán ser más eficientes en el uso de la energía y materiales, intensificando el uso de tecnologías ya conocidas y/o fomentando la utilización de nuevas tecnologías. Pero siempre en el orden adecuado y analizando a fondo la convivencia de tecnologías y materiales desde la gestión de los riesgos.
Esto último se intensificará en los próximos años y está empezando a ser motivo de preocupación sectorial. La seguridad contra incendios en edificios debe enfocar también su camino hacia un futuro más sostenible y resiliente al fuego. Haciendo casi una reducción al absurdo, nadie proyectó o construyó un edificio para que se quemase; pues algo sostenible debe tener vocación de permanencia y reusabilidad, además de las pérdidas sociales, medioambientales y económicas que provoca un suceso semejante.
Aspectos legislativos de la edificación en la seguridad
Mientras tanto, habrá que resolver los aspectos legislativos. Las discusiones sobre sostenibilidad asumen que el riesgo de incendio lo «resolverá» el reglamento oportuno; pero hasta ahora, la reglamentación solo habla de seguridad contra incendios para asegurar a las personas y bienes, y obvian el medio ambiente como objetivo y guía.
Estamos en un momento en el que es imprescindible invertir en infraestructuras de calidad, fiables, sostenibles y resilientes. Los edificios verdes son el paradigma para atender las necesidades humanas y persistir y adaptarse a los retos futuros. Un edificio carente de resiliencia al fuego no puede cumplir su misión para las generaciones futuras. Hacer hincapié en una planificación urbana eficiente pone en evidencia la necesidad de asentamientos humanos sostenibles y edificios resilientes; todo ello claramente reflejado en algunos de los objetivos de desarrollo sostenible de 2015.
En España, los incendios en edificios, y su cada día mayor magnitud y frecuencia, hacen que en la construcción sea crucial apostar por la resiliencia al fuego, especialmente acompañando a la «Renovation Wave«. Es decir, aprovechar la ingente cantidad de fondos europeos para rehabilitar los edificios, sin olvidar hacerlos más resistentes al fuego.
Seguridad en la edificación: Así ha cambiado la normativa sobre protección contra incendios en 2022.
Un edificio verde está pensado y destinado a un consumo y producción de recursos responsables, reduciendo energía, emisiones y el agotamiento de materiales, fomentando el reciclado y la reutilización. Un edificio no resiliente al fuego creará un considerable desperdicio de materiales, así como contaminación aérea, de suelo y acuíferos. Incluso su reconstrucción empleará unos materiales finitos de los que ya notamos su escasez.
Un papel importante en todo esto lo juegan las compañías aseguradoras, que tendrán que poner sus condiciones en los contratos para evitar al edificio (y a sus ocupantes y a la sociedad en general) de unos riesgos perfectamente evitables. Entre estos riesgos, en los últimos tiempos está tomando una especial relevancia el uso de sistemas fotovoltaicos en las cubiertas, además de la propagación de incendios por fachadas en edificios en altura o que tienen un uso con determinadas condiciones para su evacuación o acceso de los bomberos.
Colaborar con una edificación sostenible
En definitiva, los profesionales que trabajamos en la protección contra incendios debemos trasladar un ideario y unos objetivos para avanzar en el desarrollo sostenible, «verde» y con seguridad frente al fuego en la edificación. Para ello se deben cumplir las siguientes premisas:
- Reflejar el carácter polifacético de la sostenibilidad en las reglamentaciones nacionales de construcción mediante una mayor ambición en la seguridad contra incendios.
- Aprovechar el gran potencial de las tecnologías verdes de manera no comprometedora y segura contra el fuego.
- Avanzar en el entendimiento de los incendios, como en el caso de instalaciones fotovoltaicas, desarrollando ensayos adecuados. Mientras, aplicar el principio de prudencia y evitar aislamientos combustibles.
- Sensibilizar a los ciudadanos y a todas las partes interesadas sobre la dinámica y la relación entre la sostenibilidad y la seguridad contra incendios; es decir, para la «toma de decisión» debe haber información suficiente y contrastada.
- Minimizar el riesgo en base a ser más ambiciosos que la actual reglamentación.
Como resumen, que garantizar la prosperidad, la protección del medioambiente y la cohesión social mediante la edificación presente y futura no sean solo «frases adecuadas» dentro de la Estrategia de Desarrollo Sostenible de la Unión Europea.