El sector de la Alimentación es estratégico en cualquier sociedad, y las unidades alimentarias son, como veremos, sus plataformas principales en cuanto al proceso de distribución comercial.
Lejos ya de ser elementos distantes y opacos a la sociedad, poco a poco se incorporan al haber de la ciudadanía estas grandes plataformas de distribución, transformación y logística de la alimentación fresca. Se tratan de un elemento fundamental para la sostenibilidad del comercio especializado y de un aliado indiscutible de muy diversos formatos comerciales. Unidades alimentarias que despiertan, de forma contundente, un interés creciente entre la población.
Es importante aprovechar esta oportunidad, por tanto, para dar a conocer la singular práctica de la prevención y la protección en las unidades alimentarias. El conocimiento del medio en el que se desenvuelve una unidad alimentaria es el indicador principal para establecer una correcta identificación de riesgos y de elementos disruptivos que puedan afectar al normal desarrollo de la actividad.
Así, es la continuidad del servicio la clave que fundamenta cualquier política preventiva y de seguridad que se establezca. La organización y sus tácticas de aplicación de los diferentes subsistemas de seguridad física y lógica tratarán diariamente de minimizar las consecuencias de los riesgos manifestados. Las políticas diferentes y puntuales de prevención y protección jugarán un papel decisivo en el día a día para generar el entorno seguro que facilite el desarrollo de la normal actividad. Pero nunca se deberá perder el foco respecto a la evaluación de todos aquellos impactos que puedan incidir directamente en lo que sustantiva la unidad alimentaria: la gestión de la continuidad.
Cadena alimentaria
La alimentación es un sector estratégico de la actividad productiva y económica de España. Se soporta principalmente en la denominada cadena alimentaria, que a su vez está configurada por tres subsectores que forman parte del citado proceso: la producción primaria (agricultura, ganadería y pesca), la industria alimentaria (industria cárnica, de transformación de pescado, de grasas, aceites, láctea, etc.) y la distribución y comercialización.
En este último caso, y como elemento principal de la transacción desde origen a consumidor, se establecen las unidades alimentarias como punto de encuentro entre distribuidores mayoristas vendedores y distribuidores minoristas compradores.
Mercamadrid es la primera unidad alimentaria de Europa. Nuestra influencia directa sobre el abastecimiento alimentario se cierne a 12 millones de personas en un radio de 500 kilómetros. Esto exige un mantenimiento de los procesos logísticos globales que, aunque tipificados y sabidos, no dejan de estar presentes: incremento del comercio internacional, reducción del stock almacenado (just-in-time), concentración de centros de decisión, aumento de los modos de transporte utilizados (intermodalidad) y necesidad de adaptarse a las nuevas tecnologías.
En Mercamadrid nos visitan diariamente de media más 20.000 personas y damos acceso a más de 15.000 vehículos (con una media de 900 camiones de abastecimiento diarios). Contamos con más de 53 unidades edificadas que se distribuyen en más de 2.215.030 metros cuadrados (superior a la superficie total del Principado de Mónaco), de los que 620.750 son viales de comunicación y de movimiento interno.
Existen franjas temporales en la jornada en que los más de 5.000 trabajadores/as de las más de 350 empresas mayoristas ubicadas en los mercados atienden a más de 10.000 trabajadores/as de empresas detallistas, transportistas y de servicios. Esto lo hacen en viales interiores y exteriores en los que confluyen en movimiento diferentes tipologías de maquinaria eléctrica y vehículos por las diferentes secciones de las naves, puestos, muelles, aparcamientos, almacenes, servicios complementarios y zonas comunes de pasillos y rampas; todo ello, con el afán de minimizar el factor tiempo, variable capital en el proceso logístico.
Por tanto, el contexto principal y definitorio de una unidad alimentaria lo conforman la densidad geográfica, la circulación de personas y activos y la velocidad de trabajo.
Nuestra fuerza de comercialización global, en términos anuales, es de más de 2,7 millones de toneladas de alimentos gracias al trabajo y al esfuerzo de las 9.000 personas que tienen su empleo en Mercamadrid. Personas de 30 nacionalidades diferentes que trabajan a diario en las 800 empresas instaladas en la unidad alimentaria.
No nos queda más remedio, por tanto, que tener un pensamiento sistémico basado en la percepción del mercado en términos globales para su análisis, comprensión y aplicación de medidas, partiendo de dos principios: lo principal es la continuidad del servicio; y todo afecta a todo durante todo el tiempo.
Nuestra realidad cotidiana es muy dinámica. Nuestra eficacia depende de la capacidad y del nivel de adaptación a la variabilidad constante. La estabilidad del mercado y su propia naturaleza se basa en una alta provisionalidad y en una invariable contingencia. Bajo estas premisas generamos niveles de protección, establecemos percepciones de seguridad y configuramos escenarios estables para el trabajo y el comercio.
A veces entendemos esta movilidad extrema como uno de los principales activos a proteger. Nos crea valor y es estratégica en nuestra identidad competitiva. Nuestra visión no es la de un factor generador de incertidumbre e inseguridad; lejos de ello, nuestra eficiencia está alineada con su mantenimiento: identificamos sus hitos favorecedores y los protegemos.
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