El sistema de construcción utilizado tradicionalmente en España presenta un buen comportamiento en lo relativo a la protección de las estructuras de los edificios frente al fuego. El hormigón armado y el ladrillo tienen unas características idóneas que evitan que el propio edificio aporte combustible a un posible incendio, manteniendo su capacidad portante durante horas, lo que permite la evacuación y la actuación de los bomberos en caso de necesidad. Es cierto que, por lo general, los riesgos no los genera el continente, sino el contenido.
Nosotros, los ocupantes de los edificios, nos empeñamos en introducir una ingente cantidad de materiales de todo tipo, cuyo comportamiento al fuego en la mayoría de los casos nos es desconocido, por no hablar de la posible interacción de los productos de la combustión de los diferentes enseres en caso de incendio.
La legislación ha tratado este tema desde hace muchos años. Ya a principios del siglo pasado se publicaron las primeras disposiciones tras el incendio del Teatro Novedades. La primera norma general en este ámbito fue la Norma Básica de la Edificación-Condiciones de protección contra incendios (PCI), promulgada en 1981 y cuyo origen fue el incendio del hotel Corona de Aragón en 1979. En la actualidad, es el Código Técnico de la Edificación-Documento Básico de Seguridad Contra Incendios el que regula este tema.
Nos empeñamos en introducir una ingente cantidad de materiales cuyo comportamiento al fuego, en la mayoría de los casos, nos es desconocido
Pero la normativa también ha avanzado en otros aspectos relacionados con la sostenibilidad, la habitabilidad y el aislamiento térmico, entre otros, lo que ha conllevado la aparición de nuevos materiales y nuevas formas de construir y provocado la aparición de nuevos riesgos, no siempre contemplados. Un claro ejemplo de este hecho es el incendio de la Torre Grenfell, en Londres, el año pasado. El deseo de rehabilitar un edificio, aislándolo térmicamente y modernizándolo estéticamente, dio lugar a un proyecto bien planteado que fue ejecutado por alguien cuyo desconocimiento resultó trágicamente palpable. La sustitución de una placa de fachada por otra “prácticamente igual”, de menor coste, provocó la tragedia que todos conocemos.
Protección pasiva
A diferencia de las instalaciones de protección activa contra incendios, que son instaladas por empresas especialistas que han de estar autorizadas por las delegaciones de industria, la protección pasiva es habitualmente erigida por trabajadores de la construcción, que por lo general carecen del conocimiento necesario y que tratan los materiales de protección contra incendios sin diferenciarlos, instalando una puerta cortafuegos como si fuese la del baño o un panel resistente al fuego como si fuese una placa de cartón-yeso.
A pesar de la insistente petición de los especialistas, el legislador no acomete la tarea de profesionalizar el sector. El nuevo Reglamento de Instalaciones de Protección Contra Incendios, publicado el año pasado, tampoco estableció ningún requisito para los instaladores de pasiva por problemas de competencias ministeriales.
La necesidad acuciante de establecer un procedimiento para diferenciar a las empresas especializadas en los diferentes sistemas de protección pasiva contra el incendio llevó a Tecnifuego, principal asociación patronal del sector de la PCI, a iniciar los trabajos para establecer un registro de instaladores en este ámbito, en base a una declaración responsable. Finalmente, este trabajo fue recogido por Cepreven, y ha servido de base para establecer los procedimientos de la nueva Calificación Cepreven de Empresas Instaladoras de Sistemas de Protección Pasiva Contra el Fuego, que va más allá de la inicialmente prevista recopilación de declaraciones responsables y que establece un sistema de auditorías a instaladores y obras ejecutadas con el fin de evaluar los procedimientos de gestión de las empresas y la calidad de dichas obras. La mecánica de la calificación se completa con la realización de un examen a uno o varios técnicos de la empresa peticionaria sobre las materias que afectan a las calificaciones solicitadas.
El conjunto de las actividades previstas están recogidas en un procedimiento, disponible en la página web de la Calificación Cepreven , que ha sido sometido a un proceso de información pública. Todas las gestiones derivadas del mismo están supervisadas por un Comité de Partes, en el que están representados fabricantes, instaladores, aseguradores y usuarios, con el fin de garantizar la trasparencia e imparcialidad del proceso de concesión de la Calificación.
Así, se establecen tres campos de actividad, divididos a su vez en áreas, tal y como se detallan a continuación: sistemas y soluciones de limitación a la propagación, sistemas y soluciones de mejora de reacción al fuego y sistemas y soluciones de protección de estructuras.
La protección pasiva es habitualmente erigida por trabajadores de la construcción, que por lo general carecen del conocimiento necesario en PCI
Estamos firmemente convencidos de que este sistema alcanzará en breve el grado de reconocimiento que tienen las calificaciones de instaladores de protección activa, vigente desde 1997, y las de sistemas de control de humos y calor o las de ingenierías, que han sido desarrolladas en los últimos años.
Con este nuevo procedimiento, aquellos instaladores que lo deseen dispondrán de una eficaz herramienta para demostrar su capacidad en el campo de la protección pasiva contra incendios.
Desde Cepreven continuaremos trabajando para aportar valor a la prevención y protección contra incendios. En la actualidad estamos elaborando las bases para una nueva calificación para mantenedores de sistemas activos de PCI, que esperemos esté operativa a lo largo de 2019.