En la actualidad, Live the experience se ha convertido en una práctica puntera. Los sectores de nuestro entorno han adoptado dicha manera de entender la vida para transformar sus políticas: «no hay que hacer turismo, hay que vivir el turismo»; «no hay que cocinar, hay que vivir la cocina»; etc.
De la misma manera que los sectores de nuestro entorno se han ido adaptando a las exigencias de los usuarios, el mundo de la seguridad no ha sido impermeable a las nuevas demandas.
Transformación de seguridad
La seguridad ha sufrido una gran transformación en las últimas décadas. Hemos pasado de la seguridad de fronteras, donde garantizar la seguridad del territorio era prioritario, a la seguridad humana, donde la persona se coloca en el centro de la intervención y se llevan a cabo políticas para salvaguardar su seguridad y mejorar su calidad de vida.
Pero no solo el objeto de la seguridad ha sufrido una evolución, sino también la forma en como ejercer dicha seguridad. Hemos priorizado el modelo de “seguridad preventiva”, donde lo importante es anticiparnos al riesgo para que éste no se produzca, frente al modelo de “seguridad 112”, donde la seguridad reactiva es su estándar de actuación.
Y se ha superado el modelo “robo-cop”, donde la seguridad se identificaba con la proyección de la fuerza física, apostando por “la seguridad de las personas”, donde la empatía, la escucha activa y la proximidad la caracteriza. No obstante, estas innovaciones no cesarán aquí, sino que Live the experience será la nueva tendencia a consolidar.
Vivir la experiencia
Live the experience es una oportunidad para generar emociones positivas y duraderas en las personas a través de la creación de experiencias. Consiste en transformar una ejecución en una experiencia, y esa experiencia se convierte en sentimientos y recuerdos que perduran en el tiempo. Implementar esta práctica conlleva que no solo se debe hacer seguridad, sino que, además, tendremos que hacer sentir seguras a las personas. Generar un entorno de confianza para el usuario.
Esta manera de hacer seguridad conlleva tener en cuenta las necesidades objetivas y emocionales de las personas. Y en la ejecución, además de tener en cuenta dichas necesidades, se debe llevar a cabo generando una experiencia positiva en el usuario. La parte emocional de las personas y cómo la gestionamos se vuelve clave en este estilo de seguridad.
Por último, me gustaría destacar que, a pesar de que esta tendencia se está llevando a cabo en el resto de los sectores como una estrategia empresarial, en nuestro campo profesional puede ir más allá convirtiéndose en un imperativo ético y social, dado que debemos esforzarnos para que una situación sea lo menos traumática posible generando un entorno de confianza y seguro en la persona. Maya Angelou dijo: «He aprendido que la gente olvidará lo que dijiste, también olvidará lo que hiciste, pero nunca olvidarán cómo le hiciste sentir».