Seguridad de los alimentos: por qué es tan importante en verano

Estantería supermercado con suelo pulimentado en primer plano

Lineal de un supermercado europeo. Concretamente, de una cadena de alimentación húngara. Fuente imagen: Flickr

Redacción

El riesgo de intoxicación por alimentos aumenta durante el verano porque las bacterias patógenas crecen a medida que sube el termómetro. Además, garantizar la seguridad de los alimentos en la época estival es más difícil, ya que se pueden estropear fácilmente a temperatura ambiente. Conviene tener presente que en verano es probable que viajemos a lugares donde no controlamos directamente lo que comemos. Y España es un destino turístico que casi duplica su población en verano, por lo que los restaurantes, hoteles y bares deben reforzar su atención a la seguridad alimentaria.

Pautas de seguridad alimentaria en verano

Por eso, durante los meses de calor es imprescindible aplicar precauciones adicionales en la manipulación de alimentos perecederos como carnes, aves, mariscos y productos de huevo, pues a las bacterias les gusta el calor. Mantener los productos a temperaturas bajas retarda el crecimiento de microorganismos sin disminuir los beneficios nutricionales.

  • Higiene en el manejo. Una buena higiene personal al preparar los alimentos es fundamental. Lavarse las manos con agua y jabón antes y después de entrar en contacto con comestibles, especialmente en el caso de alimentos crudos.
  • Almacenamiento correcto. Guardar los alimentos en condiciones adecuadas para evitar la proliferación de bacterias. Recordemos que los alimentos perecederos deben mantenerse refrigerados a temperaturas seguras. Además, conviene apartarlos de los alimentos crudos para evitar la contaminación cruzada.
  • Seguridad en la cocina. Guisar la comida a temperaturas adecuadas para matar las bacterias presentes. Existen termómetros de alimentos para comprobar la temperatura interna y asegurar que estén completamente cocidos.
  • Atención al estado de conservación. Comer los alimentos perecederos lo antes posible y no dejarlos fuera de la nevera durante períodos prolongados. Recordemos que las altas temperaturas aceleran la multiplicación bacteriana.
  • Vigilar los comestibles de riesgo. Determinados víveres orgánicos tienen un mayor riesgo de contaminación y deben ser manipulados y almacenados con precaución. Los productos lácteos, los mariscos, las carnes crudas y los huevos son alimentos que requieren una atención especial durante su conservación.
  • Comprobación visual. Antes de ingerir los alimentos, realizar una inspección visual para detectar signos de deterioro. Algunos son como cambios de color, mal olor o presencia de moho. En caso de duda, es mejor desechar el alimento para evitar riesgos.

Seguridad de los alimentos desde la compra en adelante

El clima cálido no solo es perfecto para comer al aire libre, sino que también ofrece un ambiente favorable para la profusión de bacterias infecciosas en los alimentos. Estos microorganismos crecen de forma rápida en los comestibles, cuya ingesta puede causar enfermedades y molestias de diversa gravedad. En las multitudinarias reuniones veraniegas se comen víveres cuya procedencia a menudo se desconoce, relajando las pautas de higiene alimentaria. Pero las medidas de prevención deben aplicarse igual o más que en invierno, comenzando desde la compra en el supermercado:

  • Elegir los productos refrigerados y congelados en ultimo lugar, justo antes de pagar en caja, para que no pasen un rato largo fuera de la nevera.
  • Usar bolsas isotérmicas para los comestibles más perecederos.
  • Tener previsto que pase el menor tiempo posible entre la compra y la llegada a casa.
  • Guardar primero los alimentos de nevera y después los que pueden ir a la despensa.

 

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