Desde 1978, está a disposición de quien quiera utilizarla una herramienta esencial para que las empresas e instituciones que trabajan fuera de sus mercados naturales (originarios) minimicen el riego asociado a su operativa. Por descontado, las empresas de aseguramiento hacen igualmente uso de ese sistema de cálculo del riego para afinar al máximo las primas asociadas a su finalidad constitutiva.
Esa herramienta deriva de un concepto que se acuñó en 1978 y surgió como consecuencia de la recuperación de los flujos financieros públicos inter países que comenzaron en los primeros años cincuenta del siglo XX, al renacer la actividad bancaria tras la Segunda Guerra Mundial. En los años setenta, tras la capitalización del sistema, los créditos privados empezaron a complementar la financiación multilateral, es decir, país-país.
Financiación país-país
La creciente oferta de fondos animó a los Estados y empresas a endeudarse y a la banca a prestarles con alegría. Sin embargo, estalló la Guerra del Yom Kippur (1973), que vio cómo los países árabes no perdían la oportunidad de maltratar las economías de Occidente (que apoyaba a Israel) con un alza brutal de los precios del petróleo. Ese incremento de costes provocó un importante desajuste en los balances de Estados y empresas, que costó absorber.
Más tarde, en 1979, se desencadenó la llamada «crisis iraní», que abocó a un nuevo episodio inflacionista. Esta vez, la crisis no se pudo absorber y desembocó en endeudamientos no resolubles, impagos, quiebras y paralización general del sistema de préstamos. En 1982 se produjo la crisis de la deuda iberoamericana (1982): México entró en default, y le siguieron Brasil y Argentina.
El sistema financiero de los Estados Unidos, principal prestamista, sufrió las consecuencias. Para mitigarlas se instrumentaron los Planes Baker (1985) y Brady (1989), que funcionaban a dos bandas. Se proveía de liquidez extra a los prestamistas (Estados/bancos privados e Instituciones Financieras Multilaterales), al tiempo que se exigían ajustes a los prestatarios (Estados) para poder reendeudarse tras las quitas.
El análisis riesgo-país protege nuestras inversiones, pero cuando se aplica al turismo está en relación con la preservación de nuestra vida
Fue una dolorosa lección. Para evitar en lo posible que por razones geoestratégicas o de características de los países prestamistas se reprodujeran los problemas acontecidos, se construyó una herramienta de prognosis que permitiera a los prestamistas estimar el riesgo-país; es decir, las condiciones históricas, culturales, políticas y económicas de los países receptores de las operaciones comerciales y las inversiones.
Esa herramienta está diseñada para riesgos comerciales y de inversión y es la clave de bóveda de funcionamiento de las empresas de cobertura de riesgos. Sin hacer de este texto una exposición técnica, y centrándonos solo en los valores esencialmente no cuantificables del análisis, la institución o empresa que quiera valorar el riesgo de operar en un país dado tendrá que considerar variables políticas, sociales, culturales e históricas que puedan condicionar las actuaciones.
Diferentes variables
Para que el lector se haga a una idea cabal de las variables que deben ser estudiadas dentro del ámbito de «Historia y tradiciones vigentes», se analizan los elementos políticos, culturales y sociales, la geografía, la religión y la raza.
Siguen las variables demográficas (población, tasas, fertilidad, natalidad y mortalidad) y las culturales (alfabetización, migraciones). Conviene considerar el régimen político-administrativo y los aspectos institucionales (desarrollo, solidez, peso relativo de la sociedad frente al estado). Por último, se valoran los conflictos internos y externos en que se halle incurso el país estudiado.
El turismo
Estupendo. Pero el título de este artículo iba de turismo. ¿Qué tiene que ver el comercio y la inversión con el turismo? Mucho. Verá, el análisis riesgo-país protege nuestras mercancías, servicios e inversiones cuando se aplica a esos campos. Cuando se aplica al turismo, que implica nuestro desplazamiento y permanencia en otro país durante una serie de días, está en relación con la preservación de nuestra vida. Decida el lector qué eventual pérdida le importa más.
Así las cosas, parece razonable valorar a qué país queremos ir. Seguro que hay alguno que es el deseado por delante de otros, por la razón que sea. Conviene entonces valorar otras variables y es entonces cuando viene bien aplicar el esquema de riesgo-país. La geografía habrá sido apreciada desde el principio, así que no hay problema. Hay islas cuya superficie se halla a un metro sobre el nivel del mar y países con cordilleras de vértigo. Uno busca eso y, consecuentemente, discrimina. Y tanto la vestimenta como la planificación estarán orientadas desde el principio.
La religión es un factor clave. Hay sociedades en las que la religión no juega papel alguno y otras en las que «el libro» dicta exactamente lo que hay que hacer frente al infiel. Para los militantes de esa religión en concreto, usted es un infiel, así que aténgase a las consecuencias.
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