En España apenas habíamos oído hablar del motochorro y el carjacking pero quien haya visitado países como Uruguay, Argentina y Paraguay sabe que el robo callejero es uno de los peligros en ciudades como Montevideo, Buenos Aires y Asunción.
El motochorro: tirón con moto
Este término procede de Argentina y combina las palabras moto (motocicleta) y chorro (ladrón en jerga callejera). El robo perpetrado por motochorros es una modalidad delictiva que combina velocidad, sorpresa y movilidad. Esta técnica se caracteriza por el uso de motocicletas como medio de transporte y herramienta para realizar atracos, principalmente en entornos urbanos. Los motochorros suelen actuar en parejas: uno lleva la moto y el otro ejecuta el robo. Su objetivo principal suele ser arrebatar objetos de valor como teléfonos móviles, bolsos, carteras o joyas.
En ocasiones, el tirón se da directamente desde la moto. Tratándose de joyas como collares o cadenas, la víctima puede verse arrastrada hasta que el colgante se rompa y quede en poder del atracador. En estas circunstancias ya se han dado casos de muertes. De manera general, la policía local recomienda prestar atención a la seguridad peatonal, instando a no deambular por las calles de las grandes ciudades con joyas visibles. Y en caso de sufrir un tirón desde una moto, soltar el objeto de valor para no poner la vida en juego.
La técnica delictiva del motochorro ya ha llegado a España, junto con el carjacking, y ambas se están sofisticando para adaptarlas al entorno. En ciudades como Madrid, donde las terrazas proliferan por todas las calles, es relativamente sencillo robar a los clientes y salir huyendo en moto.
Carjacking: robo de coche con asalto directo al conductor
El término carjacking combina dos palabras inglesas: car (coche) y highjack (secuestro de medio de transporte). Esta técnica delictiva consiste en robar un automóvil mediante el asalto directo al conductor. El modus operandi es abordar al conductor mientras está dentro o aparcando, utilizando la intimidación, amenazas o incluso violencia física para despojarlo del automóvil.
Los delincuentes suelen operar en zonas específicas, como semáforos, cruces poco transitados o parkings. A menudo actúan en parejas o grupos para reducir las posibilidades de resistencia y asegurar el éxito del asalto. Algunos incluso recurren a estrategias engañosas, como provocar un choque menor para obligar al conductor a detenerse, o simular una emergencia para aprovecharse de la empatía de la víctima.
Este tipo de delito conlleva un grave riesgo para las víctimas, no solo por la pérdida del vehículo, sino también por el peligro físico que implica enfrentarse a delincuentes armados.
Para prevenir este tipo de asalto, se recomienda circular siempre con las puertas y ventanas cerradas, prestar atención al entorno mientras se conduce y evitar detenerse en zonas inseguras. Además, reportar incidentes sospechosos a las autoridades es crucial para combatir esta forma de delincuencia.
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