¿Cómo calificaría el papel que están desempeñando los servicios de seguridad privada durante la crisis del COVID-19?
El papel que las empresas de seguridad privada durante la crisis del COVID-19 ha sido definido por el propio Gobierno: esencial. Pero ese no es un rasgo que haya aparecido con la pandemia, sino que, aunque poco reconocido, es intrínseco a la seguridad privada.
Los profesionales de la seguridad privada han seguido realizando sus funciones y las empresas sus actividades, porque, salvo pequeños matices, la crisis sanitaria no ha supuesto un inconveniente para ello.
El personal de seguridad privada, entendido en su sentido más amplio, es decir tanto el habilitado como el acreditado (según terminología de la propia Ley de Seguridad Privada), ha estado protegiendo los servicios esenciales, las infraestructuras críticas y garantizando tanto su funcionamiento como el abastecimiento de la población. Muchos de los vigilantes de seguridad lo han hecho físicamente, en primera línea, así como los operadores y técnicos, en sus respectivas responsabilidades profesionales, trabajando con la misma eficacia o incluso más, si cabe, a la que nos tienen acostumbrados. La única diferencia es que, mientras los primeros se han llevado los reconocimientos públicos y los agradecimientos, los segundos han sido los grandes olvidados en la gestión de la crisis del COVID-19.
Ellos, al igual que el resto de personal de seguridad privada, son parte de nuestro sector. Forman parte del grupo humano que durante estas duras semanas ha estado al pie del cañón, con responsabilidad, profesionalidad, respeto, por qué no decirlo, con miedo también; pero ante todo con el convencimiento de que forman parte de un sector esencial para la protección de los servicios esenciales. No seremos nosotros los que les mengüemos el ánimo y su predisposición de servicio al ciudadano y a la seguridad, sino todo lo contrario. Gracias por vuestra incansable labor.
En definitiva, la seguridad privada ha sido y es necesaria para garantizar que el ciudadano haya seguido beneficiándose de los servicios esenciales, que no pueden quedarse huérfanos de protección.
¿En qué sentido podrían cambiar los servicios de seguridad privada a consecuencia de la pandemia?
Los servicios de seguridad privada se han caracterizado por su capacidad de adaptación a las necesidades de seguridad de la ciudadanía. Durante la crisis sanitaria, se han adaptado a las directrices de las autoridades sanitarias, a las marcadas por el cliente y a los cambios que se iban produciendo al respecto. Esta adaptación se ha hecho sin alteraciones graves del servicio y con la predisposición del personal.
La crisis ha puesto de manifiesto que el abanico de amenazas es amplio y variante, y además que a veces lo improbable pasa a ser realidad. En este sentido, los análisis de riesgos y, por consiguiente, las medidas a adoptar para evitarlos o minimizarlos van a tener que adaptarse y contemplar diferentes perspectivas. Ya no es suficiente planificar para proteger, por ejemplo, la ubicación física del cliente, sino que ahora tendremos también que pensar en cubrir los riesgos que supone el teletrabajo.
Por consiguiente, el planteamiento de partida deberá ser revisado. Como también deberán revisarse las funciones del personal de seguridad privada, ya que dentro de ellas tienen cabida actividades relacionadas directamente con el COVID-19 y la prevención de su contagio, algo que la Ley de Seguridad Privada permite llevar a cabo.
¿Cómo estima que afectará la emergencia del COVID-19 al negocio de las pequeñas y medianas empresas de seguridad privada?
La pandemia del COVID-19 afectará a la economía en su globalidad. Por consiguiente, el sector de la seguridad privada no será ajeno a esta afectación que los expertos traducen en paro, rescisión económica, cierre de empresas, aumento de las desigualdades sociales, etc. No obstante, no creo que el sector de la seguridad privada sea de los más perjudicados. Por el momento, haciendo referencia a la actividad de vigilancia, si bien las pymes han perdido algún servicio, han ganado otros que se han creado con la crisis sanitaria o han visto reforzados servicios ya contratados. Las empresas instaladoras y centrales receptoras de alarmas tampoco han visto de momento reducida drásticamente su actividad. Pero evidentemente, la recuperación de la confianza y de la actividad ha de darse cuanto antes.
La pandemia ofrece también nuevos nichos de negocio que las empresas deben aprovechar, adaptando sus servicios para cubrir las necesidades de protección y de prevención de contagio del COVID-19 y haciendo uso de la tecnología, si cabe. Esto permitirá ofrecer prestaciones al cliente para que pueda dar cumplimiento a las directrices que marcan las autoridades sanitarias.
Eso sí, necesitamos al respecto, que la Agencia Española de Protección de Datos comprenda el trabajo que realizan las empresas de seguridad y la finalidad del mismo, que no es otra que la seguridad de los ciudadanos.