Desde su punto de vista, ¿qué nuevas actividades cree que pueden surgir para los servicios de vigilancia tras la salida de la crisis del COVID-19?
Por un lado, considero que los servicios de vigilancia se verán reforzados como un primer escudo para controlar los aforos. Pasando posteriormente a aplicar e implementar tecnologías que permitan realizar este tipo de labores de una manera autónoma.
También será importante, debido a las diferencias sociales que se producirán y se están produciendo, una colaboración público-privada que garantice la seguridad ciudadana. Por ello, es probable que los servicios de seguridad privada se vean reforzados y se precise más personal en eventos públicos, deportivos, etc.
En contraposición a esto, habrá servicios de vigilancia que, lamentablemente, dejarán de prestarse debido al cierre, reducción o ajustes de empresas.
¿Cómo cree que afectará esta crisis sanitaria a los servicios de seguridad privada, en términos generales?
Estos momentos deben hacernos reflexionar. Constituyen oportunidades que hemos de plasmar sobre nuestras fortalezas, innovación y capacidad de adaptación.
En nuestro ámbito se verán reforzadas las tecnologías de videovigilancia, con aspectos como la inteligencia artificial, biometría, control de temperatura y análisis de vídeo. Cierto es que nos encontraremos con el controvertido ámbito de la protección de datos. Aunque debemos tener en cuenta que la seguridad y la salud pública han sido y siguen siendo primordiales en nuestra sociedad, por lo que se articulan medidas que garanticen la seguridad sanitaria, la privacidad de las personas y la confidencialidad.
Otros de los factores importantes serán la ciberseguridad, la inteligencia y la ciberdefensa. Estos tres pilares son fundamentales en la actualidad, por varios motivos: la deslocalización del trabajo, el teletrabajo, ha hecho que en poco tiempo debamos adaptarnos en muchas ocasiones no con las adecuadas medidas de ciberseguridad. En este aspecto, a la gran mayoría de empresas les ha pillado con los deberes sin hacer, motivo por el cual este campo tendrá mucha demanda. Aún más cuando en plena pandemia se han descubierto intentos de ataque a sistemas sanitarios, empresas o infraestructuras críticas.
Como segundo aspecto fundamental tenemos la ciberinteligencia, que, con la recolección de la información actual y el análisis prospectivo de las necesidades futuras, mediante la aplicación de las técnicas adecuadas, permitirá atenuar o paliar los riesgos y fijar objetivos empresariales del sector que permitan evolucionar y generar el dinamismo adecuado.
Por último, tenemos la ciberdefensa. Aunque no seamos conscientes desde el punto de vista del ciudadano, es muy importante que tengamos garantizadas la seguridad de las redes, sistemas de información, comunicaciones e infraestructuras de carácter crítico y estratégico. Lugares donde, como apoyo, también tenemos presencia de personal de seguridad privada, medios técnicos y sistemas. Instituciones, Gobierno y empresas deberemos reinventarnos y colaborar para que, con los recursos adecuados, podamos garantizar nuestro trabajo, la seguridad, con la máxima eficacia y eficiencia.
En este aspecto, y con todo lo anteriormente comentado, nos encontraremos escenarios con diversos actores donde la colaboración y su aporte será clave para superar todo esto juntos y paliar o evitar en medida de lo posible todos los riesgos a los que nos enfrentemos.