Hoy, la aplicación de la tecnología más innovadora en los sistemas de seguridad ha supuesto toda una revolución en la gestión de las centrales receptoras de alarmas (CRA). El panorama de la seguridad está cambiando de la mano de las nuevas tecnologías, y con ella, los servicios de seguridad. Por lo tanto, muchas empresas que no se adaptan a este entorno están desapareciendo y se le están dando lugar a diferentes actores. Porque si bien pensamos que la potestad la tienen las compañías privadas de tecnología e informática, también existe la posibilidad que entre en juego el sector público, es decir, los gobiernos.
Es necesario pensar críticamente en manos de qué sectores vamos a dejar librado no solamente el desarrollo tecnológico, sino también la seguridad. Como prestadores de estos servicios, es importante preguntarnos: ¿los servicios de CRA, en un futuro no muy lejano, quedarán en manos de los gobiernos?
La instalación de cámaras de seguridad en las grandes ciudades es un fenómeno que se encuentra en crecimiento exponencial, y en muchos casos se debe a la preocupación por la seguridad que surge desde un amplio sector de la sociedad.
Funciones
No obstante, en primer lugar, es necesario explicar qué es una central receptora de alarmas o de monitoreo y cuál es su función. Una CRA es un centro de monitorización y control donde se reciben y se realiza un seguimiento de los eventos de alarma que emite un sistema de seguridad. Su finalidad es recibir las señales de alarmas de diferentes elementos de seguridad. Estos sistemas detectan la presencia inusual de un potencial intruso y emiten el aviso a la CRA, donde el personal responsable activará una respuesta a esa situación de emergencia siguiendo un protocolo establecido y dando aviso a las autoridades competentes.
Las CRA trabajan 24 horas al día durante todo el año. Es un servicio que necesita estar todo el tiempo disponible para garantizar la seguridad de todos los habitantes de una comunidad.
Se trata de un sistema de control que tranquilamente nos puede remitir al Panóptico planteado por Bentham en 1791, el cual se trataba de una figura arquitectónica, en forma de anillo, donde se encontraba una torre central. Desde allí, el vigilante podía no solamente vigilar, sino también controlar lo que ocurría en el edificio, sin ser observado por los vigilados. Tanto es así que el Panóptico permitiría perfeccionar el ejercicio del poder (planteado por Foucault), por un lado, reduciendo la cantidad de personal necesario para la vigilancia; y, por otra parte, multiplicando el número sobre aquellos que se ejerce la vigilancia. La CRA visualiza a las poblaciones enteras, llevando al extremo eso de que “la vigilancia tiende cada vez más a individualizar al autor del acto” (palabras de Foucault en su libro de 1980, “Conferencia quinta”, en La verdad y las formas jurídicas).
Hoy en día, los gobiernos están interviniendo mayormente en las CRA porque consideran que es una herramienta de recolección, intercambio y análisis de datos para brindar respuestas urgentes en el contexto de las llamadas smart city. Al Estado le resulta posible llevar adelante esta política de control y de seguridad debido a que la sociedad puede estar y sentirse más segura en un entorno protegido como son las CRA, y de esta manera, lograr la detención temprana de incidentes y así mejorar la eficiencia del servicio de seguridad.
El gobierno, en el intento de querer brindar una solución al tema de la inseguridad, entra en juego con las CRA. Y lo hace desde un lugar intervencionista, costoso, tecnológico e innovador. Un claro ejemplo es el Centro de Monitoreo Urbano, instalado en la ciudad de Buenos Aires (Argentina).
Gubernamentalidad
La idea de gubernamentalidad (Foucault lo plantea como el conjunto constituido por las instituciones, procedimientos, análisis, reflexiones, cálculos y tácticas que permiten ejercer esa forma bien específica, aunque muy compleja, de poder que tiene por blanco principal la población, por forma mayor de saber la economía política y por instrumento técnico esencial los dispositivos de seguridad) está dada en función de la posibilidad de gobernar la sociedad por quienes tienen el poder. Deleuze, ya en 1990, hablaba de las sociedades disciplinarias y sociedades de control, esas que se encuentran inmersas en mecanismos de control y que se superponen con la modalidad disciplinaria.
El gobierno, en el intento de querer brindar una solución al tema de la inseguridad, entra en juego con las CRA
En la actualidad tenemos que tanto empresas privadas y Estado son los vigilantes del Panóptico de las ciudades, poniendo a su disposición diversas herramientas para la visualización y vigilancia, con el afán de colaborar con la seguridad. ¿Qué sucedería si el monitoreo tradicional de las CRA, con la inserción del human monitoring en el negocio, produce un cambio? ¿Es un nuevo monitoreo, totalmente distinto al conocido?
En el mundo hay tantas líneas celulares como habitantes, más de 7.000 millones. Hay que pensar en la domótica, en el Internet de las Cosas, en la conexión permanente a la CRA. Las empresas deben ser capaces de despojarse de modelos duros, de mandatos instalados del “como debe ser, porque siempre fue así”; y el Gobierno tiene que poder hacerle frente. La gente ya no quiere comprar alarmas o cámaras, ni le interesa escuchar sobre ello. Las familias quieren escuchar propuestas de cercanía, longevidad, presencia, bienestar. Se debe apuntar a servicios que no vayan sobre ese pequeño porcentaje de potenciales usuarios que el segmento tiene hoy.
Si nosotros no pensáramos que necesitamos estar seguros en la sociedad que vivimos no existirían las CRA. Su existencia depende de que haya una necesidad por parte de los individuos. Un servicio que nos protege no solo dentro de nuestros hogares o en nuestro automóvil, y que ya no alcanza. Las tragedias ocurren en todo lugar y a toda hora. El 15 o 20 por ciento de la población más pudiente de cada país ya es un mercado muy pequeño para la cantidad de prestadoras de servicio. Es necesario agrandar el pastel, y esto se logra generando muchos más variados niveles de servicios, con costos ajustados a las posibilidades de cada segmento.