Juan Muñoz Vicepresidente de la Región 9CASIS International

Juan Muñoz: "El concepto de seguridad corporativa debe evolucionar hacia la resiliencia"

Juan Muñoz, vicepresidente de la Región 9C de ASIS International y consultor internacional.

Juan Muñoz (Madrid, 1958) es uno de los profesionales de la seguridad españoles con más experiencia internacional. Sus cuatro décadas de trayectoria ocupando responsabilidades como director de seguridad, proveedor o consultor en más de 30 países dan muestra de ello. Como también lo avalan las acreditaciones que ha obtenido, como el CPP de ASIS International, CSMP o CSyP.
Precisamente, Muñoz lleva siempre a gala pertenecer a dicha asociación global de profesionales de la seguridad, donde ingresó en 1982 y ha ocupado puestos relevantes. No en vano, ha sido vicepresidente (2003-2007) y presidente (2013-2018) del Capítulo Español. Ahora es vicepresidente de la Región 9C (que incluye España e Italia) desde 2019, y miembro de la Comisión de Estándares y Directrices de la organización desde hace tres años.

¿Cómo valora las consecuencias que tendrá la pandemia del COVID-19 en materia de seguridad corporativa?

Si tenemos en cuenta los parámetros causa-esfuerzo-efecto-consecuencias, la pandemia SARS-CoV-2 es el evento disruptivo más importante de los últimos cien años. Se está traduciendo en una crisis de consecuencias inimaginables que van a introducir y forzar importantes cambios en todos los ámbitos, desde el geopolítico hasta el social y cultural, pasando obviamente por el económico y el empresarial. Algo muy importante es que también impondrá cambios en el enfoque y la gestión y tratamiento de los riesgos. Aunque podría ser más una esperanza que otra cosa.

Además, tenemos la mala suerte de que está coincidiendo con la peor generación de líderes políticos a nivel global de los últimos 50 años. De hecho, uno de los aspectos más importantes que ha dejado al descubierto la pandemia es la falta de preparación e incapacidad de muchos países, empresas y organizaciones para hacer frente a situaciones de crisis graves. Hay que poner especial énfasis precisamente en la falta de liderazgo o, lo que es peor, en la abundancia de liderazgos perversos con intereses individuales.

¿Cómo cree que se está gestionando la pandemia?

Si analizamos la gestión de esta crisis desde una perspectiva general, podemos observar la preponderancia de la comunicación sobre la gestión de la crisis en sí misma. Es un paradigma que deberíamos revisar tan pronto como sea posible. No hay más que analizar la actuación de los líderes políticos, por ejemplo, con interminables y complejos mensajes que no se corresponden con actuaciones en paralelo. La comunicación es solo un pilar más en la gestión de una crisis, pero no es más importante que la gestión del propio incidente; aunque es cierto que hay factores exógenos, como las redes sociales, que le han otorgado un valor estratégico y operativo indiscutible a la comunicación a través del efecto reputacional. Por decirlo de alguna manera, hace falta más gestión y algo menos de marketing.

Otra de las situaciones más significativas que podemos apreciar es la falta de cohesión, capacidad y conocimientos de muchos equipos de gestión de crisis, políticos y/o técnicos, que son otro de los pilares fundamentales en la gestión y resolución de una crisis. No olvidemos que una estructura de gestión de crisis consistente, formada y entrenada, con conocimientos y capacidad de actuación, dinámica y colaborativa, puede ayudar a una organización a resolver sus problemas más rápidamente y a minimizar los impactos. Decía Einstein que “la verdadera crisis es la de la incompetencia”.

“No sé si para China esta pandemia representó un incidente imprevisto o un llamado cisne negro, pero estoy seguro de que para otros países no lo fue”

Por último, y resulta difícil no calificarlo como negligencia, está la falta para aplicar medidas para minimizar los efectos e introducir inmediatamente lecciones aprendidas. No sé si para China esta pandemia representó un incidente imprevisto o un llamado cisne negro, existe una duda razonable. Pero estoy seguro de que para Italia no lo fue, menos para España y todavía mucho menos para los países de Latinoamérica. Sin embargo, todos despreciaron los indicadores y no supieron aprovechar la oportunidad. Solo tenemos que ver la actuación general ante la actual segunda oleada.

Aun así, las crisis representan también una gran oportunidad para el cambio y tenemos que tratar de aprovecharla al máximo haciendo de la necesidad virtud. A mayor disrupción, oportunidades de mayor magnitud.

Juan Muñoz, experto en seguridad corporativa

Desde su punto de vista, ¿cómo está afectando toda esta situación a la función de seguridad corporativa?

El SARS-CoV-2 está representando una oportunidad única para la evolución o mejor transformación de la función de seguridad corporativa. Pero no de una forma aislada y con un marco convencional, sino bajo un modelo holístico e integrado con otras funciones relacionadas a través de un enfoque estratégico y operativo. Entre estas otras funciones están: la continuidad de negocio, que en este momento ha recuperado su merecida importancia; la ciberseguridad, que está proyectando su valor añadido, no suficientemente valorado a pesar de la multiplicación de incidentes y de su creciente gravedad; y la gestión de crisis. Todo ello bajo los criterios de arquitecturas de resiliencia organizacional como las que lleva años defendiendo ASIS International. Recuerde que el primer estándar internacional de resiliencia organizacional [ASIS SPC-1-2009 Resiliencia Organizacional: seguridad, preparación y continuidad de negocio] fue publicado por esta organización hace 11 años.

Si bien es cierto que no es muy reconfortante avanzar en base a las desgracias y los desastres de todos, como fue el 11-S o ahora el SARS-CoV-2, esta es una connotación innata de nuestra profesión, y también de otras. Sin embargo, una vez pasados los momentos de tensión máxima y recuperada una cierta normalidad, los grupos de interés (gobiernos, empresas y personas) suelen olvidarse de las promesas. No recuerdan adoptar las medidas necesarias y de aplicar los recursos financieros, humanos y organizativos que tanto han echado de menos y que podrían constituir el hecho diferencial entre un incidente grave y un desastre.

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