Desde tiempos inmemoriales, los puertos marítimos han sido elementos clave en el desarrollo de una sociedad, propiciando su crecimiento económico y comercial y dando satisfacción a las necesidades de suministro de una ciudad, de ahí la importancia de su seguridad. Es evidente que los puertos marítimos, siguen siendo un factor esencial para la sociedad, lejos de mermar su actividad, cada vez cobran más importancia. Hoy en día, el transporte marítimo sigue siendo el medio más eficaz en el traslado de mercancías.
La definición de puerto marítimo queda perfectamente clara en el Real Decreto Legislativo 2/2011, de 5 de septiembre, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Puertos del Estado y de la Marina Mercante. Se denomina puerto marítimo al “conjunto de espacios terrestres, aguas marítimas e instalaciones que, situado en la ribera de la mar o de las rías, reúna condiciones físicas, naturales o artificiales, y de organización que permitan la realización de operaciones de tráfico portuario, y sea autorizado para el desarrollo de estas actividades por la Administración competente”.
De lo anterior, es necesario saber qué implica el tráfico portuario. La citada norma lo define como “las operaciones de entrada, salida, atraque, desatraque, estancia y reparación de buques en puerto y las de transferencia entre éstos y tierra u otros medios de transporte, de mercancías de cualquier tipo, de pesca, de avituallamientos y de pasajeros o tripulantes, así como el almacenamiento temporal de dichas mercancías en el espacio portuario”.
Más allá del tipo de puerto y atendiendo a su clasificación desde distintos puntos de vista, un puerto marítimo aglutina gran cantidad de infraestructuras y servicios donde distintos actores, públicos y privados, gestionan, explotan y desarrollan las actividades que se prestan desde estos. Algunos de dichos agentes que desarrollan su actividad en mar o tierra pueden ser: prácticos, consignatarios, remolcadores, amarradores, empresas estibadoras, aduanas, astilleros y talleres, cargadores, depósitos comerciales, etc. Además están todos los colaboradores que prestan servicios a los primeros. Estamos ante un gran colectivo, la comunidad portuaria, que engloba la gran variedad de sectores de producción y servicios que desarrollan su actividad en torno a un puerto marítimo.
Lo cierto es que los puertos tienden cada vez más a integrarse en las cadenas logísticas de producción, transporte y distribución, y a convertirse en auténticos centros de valor añadido. De este modo, no solo son parte de la cadena del transporte, sino que forman un entorno productivo y logístico de gran importancia, en el que se desarrollan distintas actividades industriales, turísticas, de negocios, entre otras, que van más allá de las actividades más tradicionales.
Teniendo todo esto en cuenta, a nadie extraña que los puertos sean puntos estratégicos en el actual sistema de producción, de transporte y de comercio nacional y mundial. Como nexo estratégico, es un sector fuertemente regulado.
Un regulación extensa
De la normativa específica de seguridad aplicable a puertos marítimos y a las instalaciones portuarias, existen dos normas que actúan como eje sobre el que se sustenta su protección y la disponibilidad de los servicios que presta: el Código Internacional de Protección de Buques e Instalaciones Portuarias (Código ISPS) y la Ley 8/2011, en la que se establecen medidas para la protección de las infraestructuras críticas (Ley PIC). Estas normas de seguridad, aplicables a todos los puertos, incluyen los campos comúnmente denominados como safety, security y ciber. Esto implica que para que la seguridad de un puerto sea realmente eficaz y eficiente debe abarcarse de una forma integral, pudiendo así crear un cultura de seguridad global en toda la comunidad portuaria y optimizar los recursos y esfuerzos, así como facilitar una coordinación entre todos los agentes involucrados.
Cada puerto tiene unas características que lo hacen diferente a otro y, por tanto, la estrategia de seguridad puede ser distinta. Estas características no solo tienen que ver con aspectos geográficos, orográficos y constructivos, también son diferentes por los servicios que se prestan, por su gestión o incluso por lo avanzados que estén en el ámbito tecnológico respecto a otros. Otra tendencia que afecta a la estrategia de seguridad es la de acercar el puerto a la ciudad; el hecho de que la población sienta que es una extensión más de su localidad está cobrando cada vez más importancia. Para llevar esto a cabo no se puede “bunkerizar” un puerto, se necesitan medidas de protección más transparentes al ciudadano y que en un momento dado se puedan activar para proteger ciertas áreas más críticas.
Principios de actuación de seguridad en puertos
Teniendo en cuenta lo anterior, la protección debe adaptarse a cada caso concreto; es decir, a su contexto interno y externo. No obstante, hay una serie de medidas básicas que atienden a una estrategia de seguridad en profundidad sobre la que todos los elementos, en mayor o menor medida, se sustentan. Al final, independientemente de la singularidad de cada puerto, el propósito de todos es hacer de él una infraestructura segura donde la comunidad portuaria pueda operar con todas las garantías de seguridad.
Para ello se pueden seguir los siguientes principios de actuación de seguridad en los puertos:
• Disuasión: disposición de un conjunto de elementos de protección, varios de ellos visibles, para contribuir a reducir la motivación de los atacantes para materializar las amenazas a las que está expuesto.
• Prevención: Dotación de medios para permitir la observación, vigilancia y control de la infraestructura, al objeto de prevenir y evitar el acceso de personas, vehículos y materiales no autorizados al interior de las mismas. Al mismo tiempo, estos sistemas deben permitir el acceso controlado a las distintas zonas del puerto de acuerdo con jerarquías de accesibilidad previamente establecidas.
• Detección y evaluación: disposición de medios humanos y técnicos para detectar con antelación cualquier intento de intrusión en la infraestructura, así como para evaluar las condiciones, circunstancias y capacidades de los atacantes.
• Retardo: implantación de barreras físicas cuyas características constructivas y de diseño impidan o retarden una intrusión, de modo que el tiempo requerido para que los intrusos puedan alcanzar las áreas críticas sea significativamente superior al tiempo necesario para su localización e interceptación por el servicio de vigilancia propio y el apoyo externo.
• Respuesta: conjunto de recursos humanos estructurados jerárquica y funcionalmente y medios organizativos, para proporcionar la capacidad de reacción necesaria, suficiente y proporcionada para impedir los accesos no autorizados, neutralizar los intentos de intrusión en las instalaciones y evitar o dificultar la materialización, con carácter general, las amenazas a las que está expuesto, poniendo a disposición de la Autoridad competente, en su caso, a los posibles infractores.
• Coordinación con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE): establecimiento de la práctica de coordinación (información, comunicación y petición de apoyo) con las FCSE, tanto en situación de normalidad, prevención, como en situaciones de contingencia de los puertos.
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