¿Por qué nos cuesta tanto entender un texto gubernamental, un artículo académico o las instrucciones para configurar un wifi? Esta pregunta la hace el lingüista canadiense Steven Pinker en un texto ya famoso por su contundencia: El origen del mal uso del lenguaje. La respuesta a su propia pregunta no tiene desperdicio: «La explicación más creíble es que la prosa opaca sea una elección deliberada. Los burócratas insisten en ocultarse detrás de galimatías lingüísticos. Los pseudointelectuales sueltan jerigonzas impenetrables con la esperanza de engañar a base de locuacidades pretenciosas». En España acabamos de comprobar esto dolorosamente con la DANA, término cuyo significado no conocían ni los propios gobernantes que usan el plúmbeo término.
¿De dónde sale el palabro DANA y cuál es su significado?
El término DANA lo forman las siglas de las palabras Depresión Aislada en Niveles Altos. Podría sonar a trastorno psiquiátrico, pero es el término elegido por una institución española, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), para referirse a un fenómeno climatológico tan destructivo como el del martes 29 de octubre en Valencia. Rubén del Campo, portavoz de la AEMET, lo define como «el resultado del choque de una masa de aire frío en altura con aire caliente de la superficie».
Este fenómeno, tradicionalmente llamado Gota Fría, genera chubascos y tormentas intensas. La inestabilidad surge cuando el aire frío atmosférico entra en contacto con aire cálido próximo al suelo, estimulando la formación de cúmulos de nubes que pueden provocar tormentas de enorme potencia con lluvias torrenciales.
¿Por qué España es el único país que usa una palabra incomprensible para una catástrofe natural frecuente?
El deber de un político democrático es comunicarse con la ciudadanía —que le mantiene con sus impuestos— a través de mensajes breves y comprensibles. Basta ver los titulares británicos y estadounidenses sobre la tragedia española de octubre de 2024 (flood, flash-flood, heavy rain) y los franceses (inondation, crue, torrent). Las palabras inglesas y francesas llevan implícito el concepto de emergencia, riesgo, amenaza. George Orwell lo tenía claro: «La buena prosa debe ser transparente como el cristal de una ventana«. En este sentido, el lenguaje institucional no debe llamar la atención sobre sí mismo, sino ser eficaz para transmitir un significado relevante (como el que la DANA no ha logrado comunicar).
¿Qué dice la AEMET sobre la palabra DANA?
En cuanto a las explicaciones de la Agencia Estatal de Meteorología, producen perplejidad, teniendo en cuenta que esta Gota Fría ha sido tan destructiva en buena parte porque las autoridades no consiguieron comunicar el peligro grave del inminente fenómeno meteorológico. ¿Por qué un término tan conocido en España como Gota Fría se rebautizó a mediados de la década de 1980 como DANA? Rubén del Campo, portavoz de la AEMET, asegura que el término Gota Fría se asociaba a los grandes temporales de los años ochenta, que dejaron muchas víctimas y enormes pérdidas materiales en las zonas afectadas. «Generaba alarma cada vez que un meteorólogo hablaba de gota fría», comenta Del Campo. El objetivo del cambio de nombre era reducir la alarma social excesiva que ocasionaba su antiguo nombre, asegura el meteorólogo. Es decir, no se buscaba informar adecuadamente al ciudadano sobre una emergencia inminente que podía ser letal (como ha sido). La prioridad no era comunicar, sino apaciguar. Los resultados están hoy a la vista de España entera.
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