¿Cómo se ve desde el prisma de un profesional de la seguridad una situación inesperada como esta?
Como una lección nueva. Como un reconocimiento más de la levedad y de la vulnerabilidad de nuestra existencia.
Estamos ante un “cisne negro”, que es como denominamos los elementos disruptivos que se manifiestan y que no evaluamos como posibles. En nuestra reciente historia se han dado periódicamente este tipo de sucesos: los atentados de las torres gemelas de Nueva York, los ataques perpretados en Madrid el 11 de marzo de 2004 o la crisis financiera de 2008.
La pandemia del COVID-19 tiene unas características nuevas, que necesariamente tendremos que tomar en cuenta para el diseño de sistemas de gestión de la continuidad o planes de contingencia general, y que necesariamente van a destacar en un futuro próximo en las agendas de trabajo.
La primera característica, por lo que hasta la fecha sabemos, es que no se trata de un acto deliberado. Es decir, no hay patrones de conducta conocidos, no hay inteligencia aproximada, no hay sujeto, no hay organización y no hay actuaciones humanas hostiles que orienten acciones de respuesta que no sean las propias sanitarias.
La segunda característica es que su impacto es global y uniforme en el espacio social. La amenaza de su manifestación es posible y probable en cualquier escenario.
Finalmente, la tercera es que su actuación es sucesiva en el tiempo, con una irrupción silente y efectiva.
¿Cómo están afrontando la situación en su organización, en lo que atañe a la seguridad, para aportar su trabajo a la lucha contra el COVID-19?
Nuestro trabajo comenzó semanas antes de que se desatase la situación en España, con actuaciones preventivas en el control de accesos. Allí informábamos ya de que, en un plazo breve de tiempo, procederíamos a un control más restrictivo, para que así los usuarios que lo necesitaran pudieran actualizar sus acreditaciones de entrada a las instalaciones.
Se constituyó un Comité de Seguimiento y Gestión para la toma de decisiones, liderado por nuestra Dirección General.
Fuimos aumentando el dispositivo de seguridad progresivamente, a la vez que se impermeabilizaban las más de 222 hectáreas de la Unidad Alimentaria, procediendo a suspender el servicio de transporte público.
Tras la declaración del estado de alarma, intensificamos la coordinación con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, contando con la presencia constante de unidades de la Policía Municipal adscritas a la comisaría del distrito de Villa de Vallecas.
Asimismo, iniciamos labores de desinfección con apoyo de la UME.
La dotación de equipos de protección individual y la realización de tests rápidos se ha efectuado para el cien por cien de la plantilla presencial. También estamos proporcionando material a usuarios y hemos instalado puntos de avituallamiento y apoyo a transportistas.
Hasta ahora, los objetivos conseguidos son:
- En todo momento ha estado garantizado el abastecimiento de alimentos a la población.
- En ningún momento se ha visto interrumpida la actividad de Mercamadrid ni de las empresas instaladas en el recinto.
- La operativa de abastecimiento de mercancía, así como la de mercados, acceso y aprovisionamiento de compradores se ha producido dentro de la normalidad. Los datos de actividad del mes de marzo así lo demuestran, con 263.748 toneladas de mercancía y el acceso de más de 300.000 vehículos.
