La Comisión Europea presentó en noviembre del año pasado el llamado Informe Niinistö, donde se analizan las capacidades y retos de la Unión Europea en torno a los desafíos actuales de seguridad y protección civil. El documento, elaborado por el expresidente finlandés Sauli Niinistö, se centra especialmente en las medidas necesarias para reforzar la preparación y la capacidad de respuesta del territorio comunitario frente a las crisis multifacéticas, tanto de origen natural como humano. En ese sentido, propone una estrategia integral que abarque todos los niveles de acción: tanto individual, como local, nacional, europeo e internacional. Resalta que la seguridad colectiva depende no solo de las instituciones, sino también del compromiso activo de los ciudadanos.
Al respecto, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, manifestó en la presentación del Informe Niinistö que «estar adecuadamente preparados para las grandes amenazas requiere un enfoque integral de gobierno». «Esto significa la capacidad de emplear de manera concertada y coordinada todas las herramientas y recursos necesarios de las políticas públicas, movilizando a las autoridades en todos los niveles de acuerdo con sus diferentes roles. Pero esto también requiere un enfoque integral de la sociedad y, por lo tanto, involucrar al sector privado, la sociedad civil y los ciudadanos», añadió la responsable de la Comisión.
Es por ello que este documento marcará en los próximos años la orientación de la Comisión en el desarrollo de políticas de seguridad que permitan una mayor autonomía a la Unión Europea y faciliten un abordaje interno más cohesionado. Una ‘guía’ que se une a otros referentes como la Brújula Estratégica, que marcará la política europea de seguridad y defensa.
Principales propuestas del Informe Niinistö
El Informe Niinistö formula especialmente siete propuestas en torno a la preparación, la cooperación, la participación ciudadana, la inversión o la gobernanza en seguridad y protección civil. Esas propuestas son:
- Preparación integral y transversal: el informe plantea la necesidad de una preparación que involucre a todos los sectores clave de la sociedad y la economía. Esto incluye integrar este enfoque en las políticas y normas de la Unión, de manera que la resiliencia esté presente en todos los niveles. En ese sentido, el documento propone la elaboración de una «Estrategia de Preparación de la Unión Europea», que unifique políticas relacionadas con la seguridad, defensa, salud y gestión de crisis. Con todo ello, plantea la creación en el seno de la Comisión de una nueva cartera dedicada exclusivamente a la preparación y gestión de crisis.
- Cooperación civil y militar: otro de los ejes es la mejora y creación de nuevas sinergias entre los ámbitos civil y militar. Esta idea promueve el aprovechamiento de infraestructuras y tecnologías compartidas para aumentar la eficacia para afrontar las amenazas, así como la innovación y realización de ejercicios conjuntos para preparar a la sociedad y los militares ante crisis en las que puedan intervenir ambas partes.
- Cooperación público-privada: este es otro ámbito en el que pone el acento el Informe Niinistö, para el cuál el sector privado juega un papel crucial en la seguridad de la UE. El informe propone incentivar la colaboración entre empresas y gobiernos para asegurar el mantenimiento de las infraestructuras críticas y establecer marcos regulatorios que fomenten inversiones en ciberseguridad y resiliencia operativa.
- Empoderamiento ciudadano: el texto reconoce la importancia de la participación ciudadana para hacer frente a las crisis de seguridad y protección civil. De ahí que proponga fomentar programas de educación y comunicación pública sobre este asunto, a la vez que promueve la organización de simulacros y medidas de respuesta local. El texto sugiere, incluso, la importancia de que los hogares estén preparados para ser autosuficientes durante al menos 72 horas en caso de interrupciones de servicios básicos, como la electricidad, el agua o los alimentos.
- Inversión en seguridad y preparación: el documento reclama asignar recursos sustanciales para garantizar la capacidad de respuesta de la UE. En concreto, sugiere destinar, al menos, el 20 por ciento del presupuesto de la organización supranacional a la seguridad y preparación para crisis. Las prioridades deberían ser, en este sentido, las inversiones en defensa, tecnologías de detección temprana y sistemas de respuesta rápida.
- Mejora de la gobernanza de crisis: la gestión efectiva de las crisis requiere mayor cooperación entre los Estados miembros a la hora de favorecer la toma de decisiones por mayoría en situaciones de emergencia para evitar bloqueos por veto, incrementar el intercambio de información e inteligencia entre los Estados miembros, así como establecer un sistema centralizado de alerta temprana y coordinación de respuestas.
- Relación con la OTAN: el informe subraya la complementariedad entre la UE y la OTAN, a la que califica como «pilar fundamental de la seguridad colectiva» de Europa. Sin embargo, el Informe Niinistö aboga por fortalecer el pilar europeo de la defensa, asegurando que Los 27 puedan actuar de forma autónoma cuando sea necesario.
Mejor preparados para las amenazas
El documento concluye, en esencia, que la preparación para enfrentar amenazas y proteger los valores fundamentales de las sociedades democráticas requiere un cambio de mentalidad y una colaboración más estrecha entre autoridades, ciudadanos, sector privado y organizaciones civiles. La seguridad es la base que sustenta el bienestar, los derechos y las libertades, pero también un objetivo constante de actores maliciosos que explotan divisiones sociales, debilidades en infraestructuras y dependencias económicas. Para garantizar una preparación efectiva, es esencial –afirma el texto– construir confianza entre los distintos actores, fomentar la participación ciudadana y promover un entendimiento claro de la responsabilidad compartida en la protección de las comunidades. Además, considera fundamental sensibilizar a la población sobre los riesgos sin generar alarma, así como explorar nuevas formas de involucrar a los ciudadanos, como el reclutamiento o la participación en actividades civiles.
El Informe Niinistö concluye que la UE debe estar preparada para afrontar no solo las amenazas actuales (conflictos armados, ciberataques, pandemias), sino también riesgos emergentes como el cambio climático, desastres naturales y crisis energéticas. La preparación, sostiene, no es solo un requisito técnico, sino un compromiso político y social que garantice la seguridad y estabilidad de toda la región.
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