En lo que llevamos de 2024 los incendios forestales en nuestro país han alcanzado la cifra de 5.778; un resultado significativamente inferior a la media de 8.649 entre 2014 y 2024, representando una reducción del 33 por ciento en el total de incendios forestales respecto al último decenio. Así lo puso de manifiesto Rafael Gómez del Álamo, jefe del Área de Defensa contra Incendios Forestales del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), durante la sexta jornada técnica de protección de incendios forestales organizada por Tecnifuego (Asociación Española de Sociedades de Protección contra Incendios).
Relativo a esto, Gómez del Álamo declaró que el año más duro en España fue el 2022, cuando ardieron 260.000 hectáreas, y que en los últimos dos años la superficie afectada por este tipo de incendios se ha visto reducida en un 46 por ciento, consolidando así una tendencia a la baja. Sin embargo, subrayó que aunque están descendiendo el número de incendios y superficies, «los siniestros están siendo cada vez más grandes, dificultando las capacidades de actuación».
Presentación de la jornada técnica
El encuentro, celebrado el 22 de octubre junto a la participación de destacados expertos y responsables del sector, comenzó con la inauguración por parte de Antonio Tortosa, vicepresidente de Tecnifuego, y María Torres-Quevedo, subdirectora general adjunta de Política Forestal y Lucha contra la Desertificación del MITECO, quienes subrayaron la importancia de la colaboración y profesionalización en la lucha contra los incendios forestales.
Tortosa destacó el compromiso de Tecnifuego con la defensa de los entornos naturales, poniendo énfasis en la «necesidad de mantenerlos limpios y accesibles» para las labores de emergencia. Asimismo, agradeció a las entidades colaboradoras como la Asociación Profesional de Técnicos de Bomberos, la Asociación Española de Lucha contra el Fuego y al MITECO por su trabajo coordinado. A este hilo, Torres-Quevedo hizo un balance positivo de la campaña de incendios forestales de 2024, comparándola con la trágica que tuvo lugar el pasado 2022.
A pesar de las cifras positivas trasladas, el resto de expertos también advirtieron sobre la creciente amenaza que supone el cambio climático. Fue el caso concreto de David Caballero, ingeniero de montes y consultor freelance internacional, quien resaltó que «2024 ha sido el año más caluroso jamás registrado», lo que ha agravado el riesgo de incendios en diversas zonas del mundo, especialmente en Europa y América. De hecho, ejemplificó este fenómeno con el incendio en Smokehouse Creek, Texas, donde ardieron 426.000 hectáreas en un solo día.
Zonas metropolitanas de interfaz urbano-forestal
Durante la jornada también se discutieron los desafíos futuros, como la falta de pilotos para medios aéreos y la necesidad de aumentar la flota pública estatal, según indicó Gómez del Álamo en su ponencia. Asimismo, se subrayó la importancia de la inteligencia en los sistemas de análisis para anticipar los incendios, tal como expuso Moisés Galán, inspector de Bomberos de la Generalitat de Cataluña, quien compartió la experiencia del devastador incendio de Valparaíso, en Chile, donde se quemaron más de 9.600 viviendas y hubo más de 130 fallecidos. «Es muy importante compartir información y que la sociedad entienda a lo que se enfrenta, porque cuando un incendio entra, siempre encuentra el recorrido», destacó.
En cuanto a la situación en Europa, Pascale Vacca, ingeniera de protección contra incendios en el Centro de Estudios de Riesgo Tecnológico (CERTEC), advirtió sobre el riesgo creciente en zonas metropolitanas de interfaz urbano-forestal, ya que muchas ciudades están expandiendo barrios a terrenos forestales, como los barrios de Collserola en Barcelona. Ante este problema, desde su organización, se está trabajando en metodologías para diagnosticar y reducir la vulnerabilidad de estas áreas.
El evento concluyó con un mensaje de Ramon María Bosch, coordinador del Comité Sectorial de Defensa contra Incendios Forestales de Tecnifuego, quien llamó a incrementar la formación y concienciación social, así como a reforzar la colaboración internacional para afrontar un problema que «no conoce fronteras».
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