Las puertas cortafuegos son un sistema de protección pasiva contra incendios que se instalan en cualquier tipo de edificio para evitar la propagación del fuego y facilitar las labores de evacuación.
Las puertas cortafuegos ayudan a compartimentar los edificios, consiguiendo retardar o incluso impedir la progresión de cualquier incendio. La mayoría de ellas suelen ser pivotantes y metálicas.
Requisitos que deben cumplir las puertas cortafuegos
Para poder desempeñar de manera adecuada su función, las puertas antiincendios deben cumplir dos requisitos fundamentales:
- Proporcionar aislamiento térmico: Las puertas deben servir de barrera para impedir el avance del fuego y ser capaces de mitigar las altas temperaturas en la cara expuesta. De ese modo podrán permitir el tránsito de personas por el otro lado. Además, en la cara fría, han de cumplir también una función aislante para impedir la inflamación de revestimientos y del mobiliario cercano.
- Proporcionar aislamiento de gases y humos: Deben impedir el paso de gases calientes y humos. Para ello, las hojas y el marco deben estar ajustados adecuadamente, que las juntas de estanquidad cumplan su función y que las puertas tengan un mecanismo de cierre automático.
Mantenimiento
El Código Técnico de Edificación (CTE) en su artículo 11, establece unas premisas para llevar a cabo un correcto mantenimiento de este tipo de puertas. En el citado artículo se informa de la importancia de verificar las juntas de estanqueidad y los puntos de cierre cada cierto tiempo. Además, insta a hacer un seguimiento de los vidrios para detectar cualquier grieta o burbuja, ya que éstas podrían ser síntoma de una posible rotura y por lo tanto contribuir a la propagación del fuego.
No obstante, las puertas cortafuegos tienen una vida útil de 20 años debido al deterioro que produce el paso del tiempo en los componentes aislantes. Aun así, es necesario realizar un mantenimiento continuo de estas instalaciones.
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