El triunfo electoral de Donald Trump marca el comienzo de un giro copernicano en la política exterior estadounidense, marca de la casa del líder más freelance de la historia del partido Republicano, creado en el año 1854. Lo que está claro es que la victoria de Trump tendrá repercusiones sobre la seguridad global, tal vez mejores de lo que pudiera parecer.
Victoria de Trump: efectos sobre la seguridad global
El presidente recién electo parece dispuesto a recuperar los puntales de su primer mandato: guerra comercial con China, desprecio de la cooperación internacional y estilo diplomático tan imprevisible como autárquico. Pero este segundo mandato afronta nuevos desafíos, sobre todo en cuanto a las dos guerras Israel-Palestina y Rusia-Ucrania, en las que Estados Unidos está profundamente involucrado. Trump ha prometido llevar la paz a Oriente Próximo incluso antes de jurar el cargo, pero sin presentar ningún proyecto sobre cómo piensa hacerlo; y lo mismo sucede con la invasión rusa de Ucrania.
En cuanto a la relación con España, el presidente Pedro Sánchez ha felicitado en sus redes sociales al líder estadounidense, pero conviene recordar la postura de Trump sobre los países que no aportan su cuota económica a la OTAN. España es uno de los países miembros de la Alianza Atlántica que no cumplen el objetivo del 2 % del PIB dedicado a gasto militar.
Recrudecimiento de la guerra comercial con China
Retomando la agenda de su primer mandato, Trump volverá a potenciar el sector empresarial estadounidense. En una entrevista en octubre aseguró que la palabra arancel es “la más bonita del diccionario”. Y su intención es reducir la dependencia estadounidense de China en cuanto a los bienes esenciales. Si cumple su promesa de gravar todas las importaciones procedentes de China con tarifas del 60 por ciento, Trump daría un paso enorme hacia el desacoplamiento de las dos economías líderes del mundo. Entre tanto, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino emitió un comunicado el 6 de noviembre, durante el recuento electoral, felicitando al expresidente por su esperada segunda victoria.
Trump y su proyecto global de «paz a través de la fuerza»
Los partidarios de Donald Trump aseguran que la estrategia trumpista de “paz a través de la fuerza” es lo que necesitan Estados Unidos y el mundo en este momento de volatilidad política global y constantes vaticinios de una Tercera Guerra Mundial. En cuanto a la guerra de Oriente Próximo, incluso antes de saber si iba a volver a la Casa Blanca o no, Donald Trump le advirtió al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu que «la guerra de Gaza se tiene que acabar,» según publica The Times of Israel. La primera vez que el entonces candidato presidencial se lo dijo al gobernante de Israel fue cuando le invitó a su mansión Mar-a-Lago, en Florida, en julio de este año, según varios testigos de ambos países.
En cuanto al conflicto ruso-ucraniano, Trump pretendería forzar a Ucrania a ceder territorio a Rusia, es decir, apoyar los objetivos de Putin en su invasión unilateral de un país soberano. A diferencia de otras promesas de campaña electoral, esta es creíble, porque Trump se ha rodeado de asesores anti-Ucrania y pro-Putin. El enigma es si Putin aceptará una rendición parcial de Ucrania, sabiendo que siempre puede apoderarse del resto del territorio una vez que Trump imponga la “neutralidad” en Kiev o si Putin descubrirá el engaño de Trump y exigirá una capitulación total e inmediata de Ucrania.
Política anti-inmigración con deportaciones
La sólida victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2024 le permite cumplir su programa de política migratoria, incluyendo las deportaciones a gran escala y el control estricto de la llegada de emigrantes al país. La promesa de expulsiones masivas de “ilegales” ha sido una piedra angular de la campaña trumpista. El objetivo es sacar a los 12 millones que habrían conseguido entrar clandestinamente en Estados Unidos.
Trump ha dicho que recurrirá a la Guardia Nacional e incluso al ejército para implementar una escalada drástica en la política de deportación. Queda por ver si Trump acabará llevando el asunto al Congreso, cuya aprobación es necesaria para una operación que costaría casi 90.000 millones de dólares al año.
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