El sector de la Seguridad Privada está sometido a constantes cambios y a la insistente búsqueda de la eficiencia, por lo que sus integrantes se deben adaptar para sobrevivir. Una de esas situaciones es la motivada por el COVID-19, cuya llegada ha influido en todos los aspectos de la sociedad.
Con esta idea inauguró César Álvarez, coordinador de Proyectos de la Fundación Borredá, el «Zoom» de la entidad sin ánimo de lucro dedicado a analizar el impacto de la crisis en la seguridad privada. Para ello contó con la participación del comisario principal Manuel Yanguas, jefe de la Unidad Central de Seguridad Privada de la Policía Nacional; Joaquín Collado, presidente de la Confederación Empresarial de Usuarios de Seguridad y Servicios (CEUSS); Eduardo Telléz, director de Operaciones de Pycseca; y José Fernando Martínez, director comercial de dicha compañía.
Papel de la seguridad privada
Tras la inauguración por parte de Ana Borredá, presidenta de la Fundación Borredá, los invitados se pronunciaron sobre los beneficios que ha supuesto la pandemia en el papel de la seguridad privada. Por ejemplo, Téllez, de Pycseca, aseguró que el personal de este sector «ha sacado pecho». «El vigilante de seguridad ha sido un descubrimiento para gran parte de la sociedad, ya que ha tenido un papel importante en la gestión de la situación», completó.
Una opinión compartida por Collado, de CEUSS, quien afirmó que los profesionales de la seguridad suelen obtener una serie de ventajas cuando se producen situaciones de crisis.
Pero la puntilla sobre este tema fue obra del moderador de la mesa, César Álvarez, quien resumió la tesitura del siguiente modo: «Con el COVID-19 se ha producido un cambio de percepción en las empresas sobre sus departamentos y personal de seguridad. Estos pasaron de ser un personal de segunda a constituir el firme apoyo de todos a la hora de enfrentarse a la situación».
Continuidad de negocio
Otro de los puntos importantes de la tertulia fueron las lecciones aprendidas que el virus está dejando tras de sí en el ámbito de la seguridad privada. Al respecto, Téllez no dudó en señalar la importancia de que las compañías cuenten con un plan de continuidad de negocio, independientemente de su tamaño. «Todas las organizaciones se han debido poner las pilas con este tema, y las que no lo hayan hecho van a tener problemas a corto-medio plazo. Los planes de contingencia y de riesgos no llegan a todo, pero la pandemia ha ayudado a ponerlos en marcha y a darles valor», argumentó en este sentido.
De la misma opinión se mostró Collado, de CEUSS, quien fue más allá a la hora de pronunciarse sobre este tipo de planes y puso el foco en el resto de departamentos corporativos: «estos planes no solo tienen que ver con seguridad», afirmó al respecto.
Prestación de servicios
No obstante, tal y como se mencionó al principio de esta tertulia digital, la seguridad privada está obligada a evolucionar. Y con ello, sus servicios. El COVID-19 ha intensificado este cambio, aunque según los invitados, este no ha sido su detonante: «La pandemia por sí misma no ha generado nuevas modalidades de prestación de servicios», aseguró el representante de la Confederación.
Unos cambios que, como no podría ser de otra forma, están protagonizados por la tecnología. Sobre este hecho se pronunció José Fernando Martínez, de Pycseca, quien también enumeró al teletrabajo, los sistemas y las telecomunicaciones como los focos principales de esa transformación de la seguridad privada.
Pese a ello, este profesional no visualiza un gran cambio en el papel del vigilante, a menos a día de hoy. «No sé si este cambio está por llegar, pero casi siempre la solución ha ido ligada a la aplicación de tecnología. En el caso de la vigilancia, no podemos cambiar a la persona. Quizás podamos modificar algo en torno al protocolo, pero aún no lo estoy percibiendo», opinó.
Esta tertulia de la Fundación Borredá sobre seguridad privada, celebrada de la mano de Pycseca, alcanzó las 250 conexiones en directo
Sin embargo, si bien la transformación a la que se enfrenta la seguridad privada ya está aquí, Téllez, de Pycseca, trasladó un mensaje tranquilizador a los vigilantes de seguridad: «esta profesión va a continuar durante mucho tiempo, aunque se tenga que adaptar», manifestó.
Una idea a la que le unió la necesidad de la llegada de un nuevo Reglamento de Seguridad Privada, ya que «los procedimientos han cambiado». El guante lo recogió Yanguas, de la Policía Nacional, quien aseguró que en el proyecto de borrador «se ha intentado estirar la protección jurídica del personal de seguridad privada siempre y cuando se preste en cooperación y bajo el mando de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado».
En cuanto al uso de las nuevas tecnologías en el sector, el representante de la Unidad Central de Seguridad Privada aseguró que «esta problemática también se encuentra en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad». «La función preventiva de un vigilante, de un policía o de un guardia civil siempre estará ahí, independientemente de que lleve una tablet con muchas cámaras o utilice otros medios como los drones. Siempre habrá un vigilante, un policía, un guardia civil o un policía local», sostuvo con rotundidad.
Por lo tanto, y en definitiva, los invitados dejaron patente la importante adaptación que todo el ámbito de la seguridad privada está llevando a cabo, y que deberá continuar en el presente y en un futuro no tan lejano.
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