¿Cómo valora la incorporación de cada vez más mujeres al entorno de la seguridad, en su caso de la seguridad aeroportuaria?
De la poderosa unión de lo masculino y lo femenino en los negocios surgen nuevos modelos empresariales que transforman las organizaciones al comprometer todas las capacidades y talentos de un equipo implicado en la consecución de objetivos concretos. Un equipo que destina toda su «energía discrecional» (esa que va más allá del «cumplimiento del deber») a mejorar su trabajo y el servicio que prestan a sus clientes internos y externos, a los socios de la empresa y a la comunidad que la acoge, y que dejan una huella en el mundo en general. Eso es innovación, y por suerte cada vez podemos ver más en el ámbito de la seguridad aérea.
En definitiva, es rentable, saludable y sostenible mezclar con sabiduría lo masculino y lo femenino para dar lugar a un orden nuevo. Y si a eso le sumamos la inteligencia colectiva, estamos indudablemente ante un proceso valiente, transformador e innovador. Y aunque a veces cuesta, los resultados son espectaculares, ya sea en el ámbito de la seguridad o en cualquier otro.
¿Hasta qué punto cambiará la seguridad aeroportuaria la pandemia del COVID-19, incluso una vez que esta se haya superado?
A pesar del impacto de la pandemia en el transporte aéreo, el papel que juega la seguridad de la aviación es fundamental para establecer la vuelta a la normalidad, manteniendo en todo momento los niveles de protección adecuados y con el objeto de no introducir vulnerabilidades en el sistema.
Este es un principio fundamental que no se puede transgredir. De hecho, aunque el bajo número de operaciones regulares de pasajeros puede haber generado una percepción de la baja capacidad terrorista, la aviación es, y seguirá siendo, un objetivo de elección para perpetrar actos de interferencia ilícita.
«A pesar del impacto de la pandemia en el transporte aéreo, el papel que juega la seguridad de la aviación es fundamental para establecer la vuelta a la normalidad»
Por otro lado, la carga aérea continúa operando a altos niveles de capacidad durante la crisis. Por lo tanto, los esfuerzos y recursos deben dirigirse al control de los niveles de riesgos, especialmente aquellos relacionados con la carga aérea y las amenazas emergentes. Mientras que las vulnerabilidades que surgen como resultado de las interrupciones actuales deben reducirse tanto como sea posible.
Respecto a las medidas de seguridad en el contexto postCOVID-19, por diseño, los procesos de seguridad en los aeropuertos involucran muchas interacciones verbales y físicas entre el personal de seguridad y los pasajeros, lo que hace que el distanciamiento físico sea un desafío. La seguridad de la aviación continuará adaptando sus procesos y procedimientos para integrar medidas sanitarias manteniendo niveles de seguridad adecuados, de manera que tendrán que coexistir las medidas sanitarias, de facilitación y de seguridad.
¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta actualmente la seguridad aérea?
El ecosistema de la aviación se enfrenta a un complejo y diverso conjunto de amenazas. La globalización, el posible uso malicioso o imprudente de sistemas aéreos no tripulados (UAS), los ciberataques y el creciente fenómeno del extremismo violento está generando un nuevo mapa de amenazas a nuestra industria. En definitiva, estos son la amenaza interna, el uso de drones hostiles en el entorno aeroportuario, la ciberseguridad y la perspectiva de utilizar la aviación civil como vector de ataque biológico.
Es fundamental incorporar y ampliar el uso de metodologías de análisis de riesgos para hacer frente a estas amenazas de forma preventiva.
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Continuando con los drones, estos son una de las tecnologías sobre las que más atención está poniendo la AESA. ¿Qué avances se están produciendo para evitar el uso de estos dispositivos en entornos aeroportuarios?
España dispone de un protocolo para gestionar la presencia de drones en el entorno aeroportuario. En él se definen medidas organizativas de la actuación coordinada entre el gestor aeroportuario, el proveedor de servicios de navegación aérea y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado ante la presencia no autorizada de drones.
Estamos a la cabeza de Europa en lo relativo a la implantación de un protocolo de esta naturaleza, con un enfoque integrado safety-security. En base a esta experiencia de éxito, hemos contribuido notablemente al grupo de trabajo de la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA), que ha elaborado la guía Directrices para la gestión de incidentes de drones en aeropuertos, de reciente publicación.
Se están haciendo pruebas y ensayos en relación al despliegue tecnológico de sistemas antidron C-UAS (Counter Unmanned Aircraft Systems). En este sentido, es muy importante asegurar que el despliegue de esta tecnología no introduzca riesgos de seguridad operacional al interferir con otros equipos y sistemas de navegación aérea que prestan servicio en el aeropuerto.
Precisamente, el Comité EASA ha dado luz ver verde al Reglamento Europeo U-space para drones. ¿Cuáles son las claves de esta norma y cómo beneficiará al tráfico de aeronaves no tripuladas?
U-space es el término utilizado en la Unión Europea para referirse a la gestión del tráfico aéreo no tripulado. Consiste en un conjunto de servicios proporcionados en un determinado volumen de espacio aéreo a fin de gestionar un gran número de operaciones de UAS de manera segura y eficiente.
Los puntos clave de este concepto se basan en generar la capacidad para gestionar muchas operaciones de drones en espacios aéreos con cierta complejidad; bien sea porque conviven con otras aeronaves tripuladas o porque se realizan en entorno claramente urbano. Hay que tener en cuenta no solo aspectos de seguridad operacional, si no también condicionantes por seguridad física, privacidad o medio ambiente. Se trata de interconectar numerosos agentes a través de una alta automatización y digitalización de todo el sistema.