La Biblioteca Nacional de España alberga un catálogo histórico-cultural de suma importancia. ¿Cuál es el volumen y tipología de referencias bibliográficas con las que cuenta?
La Biblioteca Nacional de España (BNE) es la institución responsable de conservar, incrementar y divulgar el patrimonio bibliográfico y documental español que se produce en cualquier soporte o medio, incluyendo lo publicado en las redes electrónicas.
Fundada en 1711 como Real Biblioteca Pública por Felipe V, custodia una rica colección histórica. Se encarga de recibir todas las publicaciones producidas en territorio español en cumplimiento de la Ley del Depósito Legal.
Esta normativa tiene como objetivo la recopilación del patrimonio cultural e intelectual con el fin de ponerlo a disposición de los ciudadanos de hoy y de las generaciones futuras.
El fondo bibliográfico, que alcanza en la actualidad unos 35 millones de ejemplares, incluye manuscritos, impresos, incunables, estampas, dibujos, periódicos, revistas, fotografías, carteles, mapas, atlas, portulanos, grabaciones sonoras, partituras, películas, documentales…
Toda esta colección, en concreto, se reparte entre sus dos sedes. La de Recoletos [en la ciudad de Madrid], construida en el siglo XIX durante el reinado de Isabel II, fue inaugurada en 1892. El espacio que ocupa el fondo, repartido en los diferentes depósitos de este edificio, alcanza unos 117 kilómetros de estanterías lineales.
Por su parte, la sede de Alcalá de Henares [Comunidad de Madrid] fue construida entre 1988 y 1993, y consta de seis torres, una de ellas robotizada. El espacio que ocupa la colección equivale a unos 250 kilómetros de estanterías lineales, es decir, unos 20 millones de obras.
Como se puede comprobar, la BNE es mucho más que libros.
“Una de mis prioridades es concienciar en la cultura de seguridad al personal que no pertenece al Área de Seguridad y Mantenimiento”
¿Cómo está estructurada el Área de Seguridad y Mantenimiento de la Biblioteca Nacional de España?
El Área de Seguridad y Mantenimiento, afecta a la gerencia de la BNE. Dependen de ella tres servicios: el de Seguridad, que aglutina tanto el ámbito safety como el security; el de Mantenimiento, con toda la problemática que entraña un edificio de casi 130 años, si hablamos de la sede de Recoletos; y el de Asuntos Generales, donde se tramitan todos los contratos del área (seguridad, cafetería, mantenimiento, librería, servicio de atención al público, limpieza, transportes…) y los gastos que generan esta y otros departamentos de la Biblioteca.
La seguridad lógica se gestiona desde la Unidad de Coordinación Informática.
¿Cuáles son las preocupaciones más importantes de la Biblioteca Nacional en términos de seguridad y sus principales políticas en esta materia?
La seguridad, aunque yo personalmente prefiero hablar mejor de la protección, es un reto profesional mayúsculo cuando hablamos de la BNE. He tenido la inmensa fortuna de heredar un cargo que ha sido dirigido muy bien por quien me han precedido. Además, cuento con un equipo de colaboradores muy profesional. Por consiguiente, el sentido común me dicta a seguir con una dinámica continuista.
Dicho esto, nuestra mayor preocupación es la protección de nuestros activos: tanto los tangibles, formados por las personas (el personal y los visitantes) y el patrimonio (edificios y fondo patrimonial cultural), como los intangibles, como es el caso de la imagen institucional. Todo ello, sin detrimento del mejor servicio posible a nuestros usuarios.
Nuestras políticas van dirigidas precisamente a esa protección, y se basan en la prevención, disuasión y actuación. El diseño arquitectónico de ambas sedes de la BNE no facilita la seguridad, por lo que en los escasos seis meses que llevo destinado en la Biblioteca, una de mis prioridades es concienciar en la cultura de seguridad al personal que no pertenece a mi área.
¿Con qué tecnologías cuenta la Biblioteca Nacional de España para gestionar todos los riesgos a los que debe hacer frente?
Dicen que un buen mago nunca revela sus trucos. Por lo tanto, solo voy a ofrecer algunos datos genéricos. Me centraré así en los tipos de riesgos para los que contamos con tecnologías para la custodia, conservación y gestión de los fondos. Aunque hay otro tipo de amenazas, como pueden ser casos de humedades o inundaciones, para las que no existen tecnologías de uso común.
En concreto, para la gestión del riesgo de incendio contamos con elementos de detección (centralita de incendios) y actuadores. Y para los riesgos derivados de actos vandálicos (como robos, hurtos y daños) disponemos de elementos antiintrusión y antihurto. También se realizan, igualmente, controles de personas y objetos personales en los accesos y salidas por medio de personal especializado y otros medios técnicos.
Además, tenemos sistemas de trazabilidad de los fondos, control de accesos con una jerarquización que asegura la restricción de accesos a las zonas sensibles, videovigilancia, etc.
Uno de los principales riesgos a los que se enfrentan los edificios que albergan patrimonio histórico son los incendios, como acabamos de ver. Un ejemplo claro fue el acontecido en el Museo Nacional de Río de Janeiro (Brasil), en 2018, en el que se destruyó una gran parte del patrimonio del país.
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