Desde su punto de vista, ¿qué nuevas actividades cree que pueden surgir para los servicios de vigilancia tras la salida de la crisis del COVID-19?
La crisis sanitaria del COVID-19, en tanto y cuanto no se encuentre una vacuna y se pueda suministrar a toda la población, nos está obligando a cambiar totalmente los hábitos de vida y la relación con los demás. Entre otros, el control del acceso a lugares públicos y privados, el control de aforo, la distancia entre personas y el cumplimiento de las medidas higiénicas dictadas por las autoridades competentes (mascarillas, gel hidroalcohólico, etc.).
Esta nueva situación va a generar nuevas actividades que cubrirán las necesidades creadas. Y aunque algunas ya existían, no tenían la dimensión que van a tener ahora, como son, dentro de la seguridad electrónica, todo lo relacionado con control de temperatura mediante cámaras termográficas para acceder a locales, instalaciones u organismos o sistemas de videovigilancia y para el conteo de personas y control de aforo.
En cuanto a la seguridad con vigilantes, un mayor refuerzo para hacer cumplir las normas de distanciamiento social dentro de los espacios (tiendas, instituciones, etc.), resto de normas sanitarias y reforzamiento de los controles de acceso.
¿Cómo cree que afectará esta crisis sanitaria a los servicios de seguridad privada, en términos generales?
En mi opinión, dentro de la seguridad privada tendremos dos situaciones contrapuestas. Una que disminuirá debido la menor movilidad y la paralización o descenso drástico de la actividad económica, como puede ser todo lo relacionado con turismo (aeropuertos y hoteles, entre otros elementos) o con sectores como comercio e industria, paralizados por la crisis sanitaria y la inminente crisis económica.
Y otra que aumentará, como ya he dicho en el punto anterior, por las nuevas necesidades creadas, control de accesos, aforo, etc., y que debe cubrir la seguridad privada.