Seguritecnia 349
Artículo Técnico 28 SEGURITECNIA Febrero 2009 como resultado del aporte constante de humedad al inte- rior del frigorífico. Aquí es donde aparecen los mayores problemas con los detectores húmedos, dado que: el aire que aspiran de la cámara está muy frío, pero no se puede permi- tir que entre en la cámara de humectación a temperatu- ras bajo cero, dado que si el agua de esta cámara se con- gela, no hidrataría el aire y, por lo tanto, el equipo pierde su capacidad para ver las partículas de humo que, por otra parte, están muy disueltas y dispersas en el ambiente in- terno del frigorífico y, por lo tanto, difíciles de detectar. Mayor mantenimiento Al calentar, o dejar que este se temple, aparece un nuevo problema: el aire viene muy seco del interior de la cámara y al aumentar su temperatura, se dilata y se vuelve más absorbente. Esto provoca que al pasar por la cámara de humectación la deshidrate y reduzca drásticamente la du- ración de la reserva de agua del interior del detector, por lo que estos detectores, en esta situación, requieren un ma- yor y más frecuente mantenimiento, aunque solo sea para reponer el agua evaporada. Una vez el aire ha sido calentado y humedecido, deberá ser devuelto al interior de la cámara, donde la baja tempe- ratura hará que la humedad condense y produzca escar- cha en la salida de la tubería que retorna el aire al frigorí- fico, llegando a taponarlo si no se retira constantemente el hielo formado en este punto, lo que implica de nuevo un mayor y frecuente mantenimiento. Si no se retorna el aire una vez analizado a la cámara, los mecanismos que producen la aspiración de las mues- tras deben compensar la depresión que se forma cuando la cámara se usa, y si por algún motivo el detector se des- conecta o se para la turbina de aspiración, el aire circulará al revés, causando daños por hielo muy difíciles de reparar en toda la red de tuberías de muestreo del frigorífico. Las instalaciones basadas en detectores secos, también requieren que se adopten medidas preventivas para que su funcionamiento sea el correcto, pero dado que no usan agua para visualizar las partículas de humo, no se ven su- jetos a los inconvenientes descritos. Además, hay que tener en cuenta que la normativa EN- 54 parte 20 establece tres categorías de detectores de aspi- ración, que garantizan que la sensibilidad de cualquier de- tector de Clase A, B o C es la misma que la de otro con la misma clasificación, independientemente de su fabricante y de si usa o no agua, o láser de uno u otro color. dan partículas de hielo en suspensión aspiradas junto con el aire muestreado. Esto es sólo una precaución, normal- mente este sifón está todo el tiempo seco dado que el aire procedente de la cámara (muy seco) al templarse se vuelve muy absorbente y deshidrata el poco agua que pudiera ha- ber llegado hasta aquí. El aire de muestreo, una vez analizado debe devolverse al interior de la cámara frigorífica, para equilibrar las pre- siones a la entrada y a la salida del detector. Si el aire no se devuelve al interior de la cámara, la turbina tendrá que es- forzarse aún más para compensar la depresión producida por el “derrame” del aire frío del interior de la cámara a través de los accesos de mercancías, pudiendo llegar a no aspirar la cantidad necesaria para su análisis. Además existe el riesgo de que el aire circule a la inversa, entrando en la cámara aire húmedo procedente del exterior a través del propio detector y de la instalación de muestreo, blo- queándose a medida que el aire húmedo deposita escarcha en el interior de los tubos hasta que se taponan con hielo, En esta figura vemos como el aire muestreado, con humedad del entorno del 15 %, retorna a la misma cámara con una humedad similar, compensando el efecto de émbolo producido por el aire frío fugado por el acceso; en el caso de un detector de cámara Wilson, el aire retornado a la cámara será mucho más húmedo, formando hielo en alguna parte del recorrido de retorno.
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