Seguritecnia 372
Carta de José Ramón Borredá JOSÉ RAMÓN BORREDÁ PRESIDENTE DE HONOR DE SEGURITECNIA 9 SEGURITECNIA Febrero 2011 C omo en el momento de escribir estas líneas lo que interesa nacionalmente está por venir, supongo que, como yo, uste- des, queridos lectores, percibirán que aunque el país sigue en crisis y persiste el “parón” en lo económico, en lo social se siguen recalentando los motores de los distintos actores en espera de que las necesarias reformas gubernamenta- les sean las adecuadas para el tan deseado despegue. Y mientras eso llega (ojalá no se demore más de la cuenta), quien más y quien menos aguanta el trance trabajando en su particular viña para que, lejos de secarse, esos brotes verdes que en su día nos anunciaba una ministra de cuyo nombre no quiero acordarme aparezcan de verdad. Y es que, a diferencia de otros cultivos agrí- colas y con independencia de que el tiempo sea o no el deseado, en el de la vid las labores (poda, castra, arado, sulfato, etc.) se suceden durante todo el año; y de no hacerlo así se da por seguro que el fruto resultante de la vendimia sería paupérrimo. Algo parecido tiene lugar en esta viña, la de la seguridad, que es la que toca cuidar a quienes en el sector de Seguridad Pri- vada siguen pretendiendo cosechas de calidad aunque la climatología no sea precisamente bonancible, como ahora acontece. Por ello creo más necesario que nunca que en estos tiempos que corren hay que esmerarse en las labores para evitar que cual- quier “filoxera” nos la arruine. Porque si antes señalábamos poda y castra, arado y sulfatado para poder vendimiar, ahora en Se- guridad Privada hay que apostar, decididamente, por la formación profesional y por las nuevas tecnologías para triunfar. Al igual que en el cultivo de la vid, en seguridad hay plagas que no por conocidas son menos temibles, sobre todo aquellas que se vuelven resistentes a los remedios tradicio- nales. También junto a éstas aparecen otras nuevas, que asolan por donde pasan, cau- san estragos cada vez más costosos y se extienden con inusitada rapidez. Son las nue- vas amenazas del siglo XXI que se ciernen global y domésticamente sobre la sociedad, esa sociedad que a su creciente demanda de seguridad a los poderes públicos une su derecho de contratar Seguridad Privada para defender vida y bienes allí donde la Se- guridad Pública no pueda llegar. Hay, por tanto, mucho camino por recorrer para res- ponder a esa demanda de seguridad con las mejores soluciones, fruto de la I+D+i que desde la iniciativa privada hay que potenciar. Les decía en mi carta de enero que tengo razones para confiar en que, “a pesar de los pesares”, 2011 será un buen año para la Seguridad Privada en nuestro país, y me mantengo en ello aunque a día de hoy, por no ver, ni he visto que los buenos profesio- nales se amilanen ante las dificultades mercantiles que persisten, ni he visto publicadas las nuevas Órdenes Ministeriales que, supongo que en breve, afectarán positivamente a este sector. A ello ayudarán, sin duda, los importantes pasos que ya se están dando en seguridad de la información, de algunos de los cuales se da fe en las páginas de este número. En cualquier caso, aunque, como señalaba al principio, todavía persista el “parón”, lo importante para el sector de Seguridad Privada en España es que en este año del Señor, presumiblemente, se abrirán más vías de conocimiento en pro de una mejor gestión de la seguridad y nuevas líneas de colaboración entre la Seguridad pública y la privada, por lo que me permito ser opti- mista respecto a las tareas y cuidados de esta viña, la de la seguridad, desde el convencimiento de que ganas para hacer las co- sas no faltan en este sector y gente apropiada para conseguirlo tampoco. S Hay que apostar, decididamente, por la formación profesional y por las nuevas tecnologías para triunfar El cuidado de la viña
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