Seguritecnia 379

Retablo de la Seguridad SEGURITECNIA Octubre 2011 113 Seguridad en Museos y Patrimonio Histórico Retablo de la Seguridad tico, en algunos casos tan o más impor- tante que el funcional. Lo lógico, desde el punto de vista del propietario, es que cumpla su misión de residencia, comer- cio, etc. Cuando el cumplimiento de esta misión choca con la preservación de sus otros valores se suele optar por aquella. Aquí es donde entra en juego la necesidad (si es posible) del acondi- cionamiento, rehabilitación y recupera- ción funcional de los antiguos edificios sin que pierdan sus valores culturales, históricos o artísticos”. Capítulo aparte merece la acción conservadora de la Iglesia, de la que me consta el enorme esfuerzo e interés de las diócesis y obispados en una ma- teria tan humana y lejana de sus menes- teres. Desde las correrías de Erik el belga por nuestras iglesias, pasando por la te- rrible perdida del Códice Calixtino, la iglesia está en el punto de mira de los ladrones de arte. Los responsables eclesiásticos están muy motivados a tomar las medidas oportunas, y como no podía ser de otra manera en un colectivo que ha sido re- fugio de la cultura durante los siglos más oscuros de nuestra historia, dis- puestos a estudiar y aprender lo nece- sario para asumir estos retos, contamos en nuestro país con auténticos expertos titulados entre las filas del clero. Las medidas de protección deben ser acordes con el bien a proteger y con la religiosidad popular. Me viene a la me- moria la prohibición actual de los famo- sos “cabezazos” en el Pórtico de la Glo- ria Compostelano, que tan mal sabor de boca deja en los visitantes de toda la vida entre los que me incluyo. A pe- sar de ello, sería conveniente que poco a poco se comenzasen a tomar algunas medidas que vayan mejorando la segu- ridad de los altares de nuestras iglesias. Respuesta conjunta Y tras este panorama, atacados por to- dos los lados, ¿cómo nos defendemos? Desde mi punto de vista la respuesta solo puede darse con la interacción de todos los implicados: ▪ Administraciones. En España, el pa- trimonio histórico-artístico se halla re- de resultar inofensiva para las obras a proteger, ya que no es la primera vez que por evitar un acto vandálico du- rante el forcejeo se hayan producido daños mayores. Un entorno complicado En este complejo escenario y con la cri- sis que soportamos, la realidad es que se depende de los recursos económicos y de la voluntad de los gestores de los propios museos, así como también de las autoridades regionales y locales, to- das ellas afectadas por el recorte de los fondos destinados a los bienes culturales y patrimoniales, lo que ha debilitado su capacidad para proteger y cuidar nues- tro ingente patrimonio artístico. Profundizando un poco más en esta desafortunada situación, nos encontra- mos con un patrimonio del máximo in- terés y de considerable dispersión geo- gráfica, que se encuentra en manos de propietarios particulares: palacetes, cas- tillos, castros… Para dificultar más las cosas, como bien señala José Fariña, au- tentico experto en este tipo de reflexio- nes: “El nivel de carga es inversamente proporcional a la sucesión siguiente: particular, ayuntamiento, comunidad, gobierno central, instituciones interna- cionales, aunque a veces puedan pro- ducirse distorsiones en esta pirámide. Pues bien, un edificio fundamen- talmente ‘sirve para algo’: residir, ven- der, reunirse, etc. Lo que sucede es que, además de su valor funcional, puede te- ner un valor histórico, cultural o artís- responsabilidad nos lleva a contem- plar barreras físicas que resistan el tiempo necesario hasta propiciar la acción del personal de seguridad frente a la agresión, encontramos a veces que dichas barreras se topan con la cercanía y la facilidad que exige la tradición, un dilema complejo. ▪ Robo y expoliación. Afor tunada- mente, el aspecto donde quizás se haya avanzado más. La radiofrecuen- cia y la implantación masiva de cáma- ras han propiciado que, en los entor- nos donde han florecido ambas tec- nologías en estrecha conjunción con el factor humano, se haya producido un descenso considerable de este tipo de delitos. ▪ Daños medioambientales. Versión minimizada y atemperada de las ca- tástrofes. Los sutiles cambios de tem- peratura y humedad reiterados en el tiempo pueden llegar a ser letales. A todos nos viene a la mente el caso de las pinturas de las Cuevas de Altamira. ▪ Sobreexplotación. Los ligeros cam- bios de temperatura del apartado an- terior, que en muchos casos precisa- rán de un dilatado lapso de tiempo para manifestarse, pueden verse su- perados y agravados por un régimen de visitas intensivo que pone en peli- gro las obras. ▪ Consecuencias de acciones propias de la operativa de Seguridad. Una vertiente que muchas veces pasa in- advertida. La propia operativa de se- guridad en rondas y actuaciones ha

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