Seguritecnia 379
Carta de José Ramón Borredá 9 SEGURITECNIA Octubre 2011 JOSÉ RAMÓN BORREDÁ PRESIDENTE DE HONOR DE SEGURITECNIA S i en mi anterior carta, “Seguridad versus Tranquilidad”, les transmitía mi convencimiento de que en todo lo que tiene que ver con las actividades de seguridad no se puede parar, ni siquiera ralentizar, dada la cantidad, diversidad e impor- tancia de las amenazas que actualmente se ciernen en cualquier ámbito en espera de una oportunidad para hacerse realidad, ni que decir tiene que en lo referente a la seguridad de museos, bibliotecas, patrimonio histórico, centros de arte, etc., las medidas de protección para prevenir cualquier supuesto criminal o accidental (un incendio) no se pueden obviar y mucho menos descartar. Como posiblemente muchos de ustedes recordarán, esta inquietud sentida por Seguritecnia desde siempre, y desde hace bas- tantes años compartida con algunos de los entonces jefes de Seguridad de ciertos museos de renombre, propició una excelente colaboración que se materializó en aquellas históricas Jornadas de Seguridad en Museos organizadas por esta revista -primero en León, después en Toledo y más tarde en Alboraya (Valencia)-, en las que se consiguió aglutinar a muchos de los responsables de seguridad de un importante número de museos de España que sentían la necesidad de hablar alto y claro de su problemática y de “hacer mucho más” para mejorar la seguridad del inmenso patrimonio histórico y artístico español. Yo, que por aquel entonces viví en primera persona aquellos congresos, siento hoy especial satisfacción al comprobar que, fruto de aquella entusiasta labor y de la par- ticipación de muchos especialistas de museos en aquellos excelentes y animados en- cuentros profesionales, se analizaron situaciones, se pusieron de manifiesto carencias y se extrajeron no pocas conclusiones que con el paso de los años han servido para ges- tionar mejor la seguridad de los museos y para aumentar el grado de sensibilización de los poderes, públicos y privados, hablando alto y claro de la necesidad de implementar más y mejores medios para poder garantizar la seguridad de visitantes y trabajadores y, por supuesto, del contenido de los museos, bibliotecas y sedes histórico- artísticas ne- cesitadas de protección. Entre nacionales, estatales, oficiales, institucionales, públicos y privados, clasificados y desglosados por comunidades autónomas, me consta que en nuestro país hay más de 2.000 museos. Lo que no sé es cuántos están o no considerados importantes; pero lo que sí sé es que en todos y cada uno de ellos, grandes, medianos y chicos, hay obras y obje- tos de gran valor -material, histórico o sentimental- que hay que proteger. La desaparición del Códice Calixtino de la catedral de Santiago de Compostela y los espectaculares robos de obras de arte de incalculable valor en instituciones importantes de media Europa así nos lo recuerdan una y otra vez; de ahí la oportunidad del ‘Especial Museos y Patrimonio Histórico’ que en este número Seguritecnia publica en sus páginas, en el que expertos de la especialidad y reconocidos gesto- res de la seguridad de los museos se manifiestan con claridad sobre la realidad actual de tan importante temática: qué hay que hacer y cómo hay que hacerlo, para que la seguridad de nuestros museos, grandes medianos y pequeños, sea la que de verdad tiene que ser. Celebro, por tanto, que el camino de sensibilización y formación que desde estas páginas un día abrimos respecto a la proble- mática de la seguridad de los museos españoles siga siendo hoy la vía que los profesionales integrados en la nueva asociación PROTECTURI pretenden ensanchar. Y si, como entonces, ahora de lo que se trata es de volver a hablar alto y claro sobre tan im- portante problemática, nuestro apoyo, como se confirma en este número, nunca les va a faltar. S En seguridad de museos, las medidas de protección para prevenir cualquier supuesto criminal o accidental no se pueden obviar y mucho menos descartar Alto y claro
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