Seguritecnia 395
108 SEGURITECNIA Marzo 2013 Opinión para mal, nadie escapa a sus efectos. Cuanto padecemos en estos momen- tos parece que ha venido sin prisas, para quedarse entre nosotros. La ma- yoría estamos al tanto, admitimos que la globalización es un proceso econó- mico, tecnológico, social y cultural a gran escala del que somos incapaces de escabullirnos. Pues bien, si no lo podemos evitar ni tampoco escapar, conviene unirnos a la creciente comu- nicación e interdependencia entre los distintos países del mundo aunando mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de metamorfosis sociales, económicas y políticas que les den ese mismo carácter global. La innovación, novedad o renova- ción, nuevas ideas e inventos, desde siempre, ha hecho progresar a la hu- manidad porque se trata de obte- ner bienestar, for tuna, satisfacción del conocimiento. Nos movemos en un mercado abierto, con profundos cambios tecnológicos, lo que nos em- puja a actuar sin demora. Ha llegado el momento de comenzar a pensar globalmente para poder actuar en el ámbito local. A nuestros gobernan- tes debemos exigirles mayor flexibili- dad, acabar con las excesivas rigide- ces, eludir las sobrantes burocracias, mecanismo de gigante operado por pigmeos; aplicar de una vez por toda una efectiva productividad en las em- presas del sector de las seguridades. Hace falta una ley nacional, sin frag- mentaciones absurdas por comuni- dades, declarando nulo todo el ma- remágnum legislativo localista; preci- samos un mercado único y unido, lo cual sin duda redundará en un ma- yor rendimiento para las empresas así como mejores resultados para los em- presarios. Las actuales circunstancias exigen que seamos más capaces, valientes, te- naces; en las compañías domésticas solicitemos el apoyo familiar, no des- fallecer ni sentirse como un necio si la sociedad no funciona a la perfección o no alcanza una buena cuenta de resul- tados. Creo que la mayoría de los frau- des, estafas, bribonadas, desenmasca- ran la salvaje codicia humana por una total falta de ética, la cual requiere re- flexión y argumentación. En tales cir- cunstancias, rige el brutal modelo eco- nómico, sin olvidar que la ausencia de esa ética comporta la carencia en nuestra sociedad de términos como "bueno", "malo", "correcto", "incorrecto", "obligatorio", "permitido"…, referidos a las acciones e intenciones de quienes actúan o deciden. Por ello, estamos asistiendo impasibles e impotentes al derrumbe del sistema actual: el mer- cado es incapaz por sí solo de fijar si una actividad mercantil es o no ética. Sean cuales fuesen las novicias si- tuaciones que nos agobien, no de- bemos desilusionarnos. La decepción implica insatisfacción ante las expec- tativas incumplidas sobre un deseo o una persona. Puede además en- tenderse como una representación inexistente y deliberada de la realidad; los humanos aceptamos con suma fa- cilidad las mentiras cuando carece- mos de verdades en las cuales creer. La manipulación, distorsión o falsifi- cación de las evidencias nos induce a reaccionar de un modo perjudicial para nuestros intereses, incluso los hay que a veces diseñan la decepción para tratar de manejar nuestras con- ductas, estimulándonos de este modo para asumir una exposición falsa o re- torcida. Espero por el bien de todos que nunca se produzca. S E n esta Valencia de la luz y del color, como reza la tonadi- lla, hemos sobrellevado un invierno caracterizado por las fuer- tes rachas de viento, el frío y las esca- sas precipitaciones de lluvia. Aun así, cuando cesan las incomodidades cli- matológicas acostumbro a dar gene- rosos paseos, ensimismado en mis pensamientos. Ignoro con exactitud el por qué, pero mi caminar pau- sado me condujo hacía un conocido y nunca olvidado lugar: la Ermita dels Peixets, con una tradicional y popu- lar leyenda del siglo XIV a sus espal- das. Avanzaba absor to, inmerso en mis cavilaciones, contemplando con pena el mermado cultivo. Cuando pude darme cuenta, caminaba sobre los restos de una antigua calzada ro- mana: la Vía Augusta. Al contemplarla, no pude evitar re- montarme en el tiempo. Cualquiera sabe que los romanos construyeron un gran imperio por medio del de- sarrollo, la originalidad, la creación, la transformación, el cambio, como nin- gún otro pueblo lo hizo antes. Eran, al fin y al cabo, vencedores. Seamos conscientes, sensatos, re- f lexivos: la innovación, las ideas, ca- recen de pasado, pues tan solo viven aquellas que están por concebir. En la difícil situación en la cual nos encon- tramos en España, estamos obligados a asumir que algo ha alterado el pa- norama hace poco, de ayer a hoy. Lo mismo que un río: el hombre es cam- bio y permanencia; nadie se baña dos veces en el mismo riachuelo. Hoy se plantean cuestiones nuevas, porque los problemas actuales están inmer- sos en un concepto global diferente al de mañana. La globalidad la creemos inevitable, irremediable, para bien o Antonio Ávila Chuliá Ética y decepción
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