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SEGURITECNIA Septiembre 2013 105 Opinión que nos atenaza. Sin olvidar a ese héroe desconocido, anónimo, oscuro, enig- mático como es el emprendedor, quien gasta su tiempo cavilando en los cam- bios, novedades, trasformaciones… en definitiva, en la innovación. Aunque no soy un ferviente partida- rio de ningún tipo de ayudas guberna- mentales, sí es cierto que en estos mo- mentos el empresariado se halla nece- sitado de ciertos apoyos oficiales para que se libere a dicho colectivo de la co- losal carga burocrática, administrativa, oficinesca, de todo punto innecesaria, etcétera, capaz de agotar, asfixiar cual- quier iniciativa empresarial debido a la exasperante lentitud con que se resuel- ven la mayoría de los temas por parte de las diversas administraciones. Hay que aprovechar estos tiempos de crisis para acabar de una vez por todas con los excesos burocráticos, facilitar las ini- ciativas, sin olvidar la autocensura de empresarios, empleados y gobernantes; juzgar con equidad los comportamien- tos anteriores, analizar sin pasión el pa- sado. Así sabremos cuándo hubo dis- cernimiento, cuánto de generosidad y, cómo no, de egoísmo y abandono; so- bre todo, si fuimos capaces de dar res- puestas a las exigencias morales, tan primordiales en estos tiempos. A mi entender, ser empresario y ade- más emprendedor no es una profesión, es una vocación (al menos para los “vie- jos”), una aptitud, un arte, donde se con- juga la audacia con la imaginación, siendo capaz de concebir una idea y eje- cutarla. Carece de miedo, es inconfor- mista, inquieto, siempre avanzando, in- novador constante, amante de nuevos proyectos. Posee un conocimiento pro- fundo del mercado y la industria. Sabe transmitir a las personas que lo rodean la ilusión por su negocio, pues bregando solo sería incapaz de crear una próspera empresa. Arriesga su tiempo, dineros y energías con la convicción de lograr su- periores ingresos que trabajando por un salario. Perfeccionista por naturaleza, lucha por alcanzar la excelencia o per- fección, verdadera ayuda para que el negocio tenga éxito. Usa la pasión, un interés que le consume y confía en sus habilidades. Actúa por voluntad propia, sus triunfos o frustraciones dependen de sus adecuadas acciones. Nunca se declara vencido, carece de fracasos, los considera vivencias, experiencia que asimilar para un futuro. Matiza, com- puta, evalúa la victoria con mucha pru- dencia, meticuloso en los detalles, sin olvidar jamás la lucha de precios, y me- nos en estos tiempos donde se da un desmedido juego y especulación. La- mentable, pero nada de ello se aprende en las aulas, hay que sufrirlo. Al menos a mí el hablar me alivia. S N uestra sociedad se afana en una búsqueda continua e in- fructuosa de hombres capa- ces; hombres de bien siempre capaces de rebelarse frente a la ingente masa ciudadana de dóciles o acríticos votan- tes. Tipos como Diógenes de Sínope, quien supo transformar la escasez ex- trema en virtud. La austeridad era el su- premo bien, mientras que la sapiencia, los títulos y las fortunas, ilusorios patri- monios que se han de despreciar. Sin pretender por nuestra parte tal regene- ración, al menos serían de desear nue- vas ideas, nuevas soluciones beneficio- sas para la totalidad de la ciudadanía. Corresponde en parte al gobernante ser capaz de animar al empresariado, facilitando la resolución de cualquier trámite, dictando normas eficaces, sen- cillas en su interpretación y cumpli- miento; sin olvidar al mismo tiempo la responsabilidad que incumbe al empre- sario. Recordemos las añagazas, los fal- sos prestigios, los defraudadores, las in- toxicaciones reiteradas a través de los medios de comunicación, que tanto han perjudicado no sólo al colectivo sino al resto de la población. Creemos estar capacitados para sugerir a los po- deres públicos ayudas para el empresa- rio emprendedor, capaz de generar ri- queza y empleos. Puedo certificar que el emprende- dor, desde siempre, ha basado su éxito en producir, inventar, imaginar, realizar... confiado en su capacidad de arriesgar cuanto posee para transformar en rea- lidad sus concepciones y ofrecerlas a la sociedad en el momento oportuno. A quienes nos gobiernan rogaría que empleasen el farol de Diógenes en la busca de una idea brillante, un pen- samiento útil para salir de la situación Antonio Ávila Chuliá El cinismo de Diógenes Se le preguntó: “¿Por qué la gente da dinero a los mendigos y no a los filósofos?”. Respondió: “Porque piensan que, algún día, pueden llegar a ser inválidos o ciegos, pero filósofos, jamás”. Diógenes de Sínope Aunque no soy partidario de ayudas gubernamentales, sí es cierto que en estos momentos el empresario se halla necesitado de ciertos apoyos oficiales

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