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86 SEGURITECNIA Septiembre 2013 Empresa previamente. Sin embargo, tampoco se queda en la inacción sin tomar riesgos, sino que logra un equilibrio entre am- bas opciones. Kornel Spitz se lanzó, junto con gente que domina el ámbito comer- cial, y abrió delegaciones propias por Es- paña para la venta e instalación de pro- ductos domiciliarios de seguridad; hasta 10 delegaciones. En este punto, para mí es cuando más daño le hace, pero a la vez mas sé endurece, son tiempos de mucho trabajo de fabricación. Esta aventura dura poco tiempo. Es una cuestión que se le escapa un poco de las manos y decide poner, poco a poco, fin a las delegaciones. Mientras tanto, seguimos fabricando y comercia- lizando producto por todo el territorio nacional; las delegaciones propias sólo se estabilizan en Barcelona y Madrid, comenzando una actividad con instala- ciones más complejas y no sólo el pro- ducto domiciliario. Nuevos productos Al tiempo que las dos delegaciones se fueron asentando, en el año 1984 se tras- lada la fabricación a Barcelona y se am- plía la gama de productos, como son in- frarrojos y centrales de zonas, comen- zando también a importar equipos microprocesados con comunicadores te- lefónicos. Esta fue otra innovación en el sector. Hasta el momento, existía un mo- nopolio telefónico que impedía conec- tar equipos no homologados en España a las líneas de teléfono, pues consiguió homologar equipos fabricados aquí y co- nectarlos a centrales privadas de alarma. Parecía que con la fabricación y ho- mologación de productos de seguridad ya habíamos alcanzado la meta, pero no fue así. Faltaban los equipos donde co- nectar esos aparatos que fabricábamos y, como anteriormente comentaba, en uno de tantos viajes a EEUU, Kornel se atreve a traer las primeras centrales receptoras de alarmas con protocolos universales y que no pertenecieran al monopolio. Esas centrales se comienzan a vender y hay que salir a instalarlas por todo el terri- torio, pero no se conforma con vender las centrales receptoras; los procesos hay que automatizarlos y nos faltaba tener un or- denador con un software para que los operadores dejaran de tirar de fichas. Des- conocíamos ese sector, pero pronto nos metimos hasta el fondo con ello. Nos for- mamos e incluso tocamos traducciones de software al español. Las primeras centrales receptoras de alarmas (CRA) de España se equiparon con los equipos instalados por nosotros, dando incluso la formación operativa. En 1986, las dos delegaciones esta- ban vendiendo e instalado; el depar- tamento de fabricación desarrollando producto microprocesado e infrarro- jos con lente fresnel como principales productos; en distribución se estaba equipando empresas con centrales de alarmas… Pero nos faltaba algo, no es- tábamos finalizando el círculo, faltaba prestar servicio de seguridad. Que pu- diéramos dar servicio nosotros a quie- nes les vendían nuestras delegaciones, así como otras instaladoras. Lo de siempre, en EEUU nos empapa- mos de lo que es una Central Station Ma- nager y, a finales del año 1986, lo trasla- damos aquí, en pequeñito por supuesto. Éste fue un nuevo reto y para mí perso- nalmente el más interesante; pero tam- bién fue el más sacrificado. Cualquier servicio 24 horas implica mucha dedica- ción y se comenzaba de cero. En esas fe- chas no se conectaba prácticamente na- die a las CRA, y las que estaban operati- vas sólo prestaban servicio a la banca. En EEUU, las CRA estaban trabajando con instaladores y eran ellos los que fac- turaban al cliente dando libertad y bue- nas cuotas. En España, el instalador no percibía prácticamente nada por conec- tar y pensamos que ese era el porqué no le ofrecían esos servicios a sus clientes. En 1988 apostamos por hacer un SICUR agresivo en esa dirección, y a par- tir de ese momento empezamos a des- pegar. Me dedique casi en exclusividad a la dirección de la CRA y a conseguir ins- taladoras que conectasen con nosotros compartiendo al 50 por ciento la cuota de abonado. Conseguimos disparar los números de conexiones. Otro éxito, para mí el más grande. A mitad de los años noventa, la histo- ria es que la CRA Spitz se posicionó entre las cinco con mayor número de abona- dos y que aglutinaba al mayor número de empresas instaladoras de España, siendo observada y copiada por el resto. Por aquellas fechas, la fabricación y distribución ya se había perdido y tan sólo fabricaba algunos equipos para el propio consumo de las dos delegacio- nes instaladoras. A partir de ese momento, se convirtió en un administrador o gerente, para ob- servar y analizar una empresa existente. Yo ya no quiero continuar con mi es- crito. Esto me ha removido demasiado por dentro y simplemente digo gracias, gracias y gracias por hacerme participe y feliz durante más de 25 años a vuestro lado. Esto me hizo crecer como profesio- nal y, algo más importante, me ayudas- teis a crecer como persona. Un abrazo enorme y hasta siempre con todo el ca- riño para K. K. Spitz. S Primeras alarmas para puertas de Alarmas Spitz.
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