Seguritecnia 401
68 SEGURITECNIA Octubre 2013 pongamos por caso, que al mejor y más completo sistema de seguridad. 3 En línea con lo que decíamos, lo sorprendente es que esta tecnología no sea obligatoria para todas las insta- laciones conectadas a CRA, o al menos a los establecimientos obligados a dis- poner de medidas de seguridad, o que el usuario prefiera ahorrarse el coste de estos elementos. No compartimos la laxitud a la hora de imponer su uso, so- bre todo si la contraponemos al rigor con el que se fiscaliza la labor de la CRA. Es decir, no se exigen unos determina- dos métodos de transmisión más segu- ros, quizás un poco más caros para el usuario, sin embargo, en el caso de que el cliente no contrate lo que la empresa de seguridad le ha recomendado y se produzca un robo recae sobre nosotros toda la responsabilidad civil. 4 La vinculación a aseguradoras que impongan a sus asegurados la obliga- ción de mejora continua de los sistemas de seguridad. Recuerde que si su sistema de seguridad no se actualiza, los ladro- nes sí actualizan sus medios de intrusión. La apertura de otros tipos de servi- cios complementarios como, por ejem- plo, los ya contemplados en el nuevo Proyecto de Ley de Seguridad Privada, en el que se detallan nuevas líneas de negocio para las CRA. En definitiva, la supervivencia de nuestro negocio en estos tiempos tan complicados. S Es importante que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad cuenten con una información fidedigna cuando son requeridos por una CRA, por eso no nos lamentamos de que se san- cione la transmisión de falsas alarmas, siempre y cuando esa responsabilidad sea compartida por el instalador y el propio usuario. La mejora en los ser- vicios de seguridad privada redunda, como sabemos, en la mejora de la se- guridad pública; por ese motivo, la fi- nalidad última de un sistema de se- guridad consiste en proteger una ins- talación concreta, pero también la seguridad colectiva. La regulación por la que se le im- pone mayor responsabilidad a las CRA es absolutamente incongruente, ya que, de un lado, se impone una obli- gación de acierto en la determinación de si una alarma es, a priori, real o falsa; pero paralelamente, se permite que instalaciones tan sensibles para la se- guridad pública, como las administra- ciones de lotería, joyerías, gasolineras o compra venta de oro, dispongan de ocho años más para adaptar unas ins- talaciones de seguridad, en muchos casos obsoletas. Se olvida que las CRA no son las res- ponsables de las instalaciones de se- guridad concretas; que la calidad de aquellas instalaciones resulta decisiva para la correcta interpretación de una señal de alarma y, sin embargo, se im- pone la misma obligación de acierto a un sistema de fotodetección low cost , importancia enorme. En realidad, por lo que afecta a los sistemas de seguri- dad, la mayoría de las veces no se po- dría hablar de sujeción a la Ley de Se- guridad Privada de no concurrir el ser- vicio de una CRA. Esta posición axial en el esquema normativo, sin embargo, se traduce en la imposición de toda la res- ponsabilidad de los servicios de seguri- dad privada por el mero hecho de ser el último eslabón de la cadena. En de- finitiva, la sensación que tenemos es que se nos atribuye la responsabilidad no sólo de nuestras acciones sino de las del usuario o aquellas que pertenecen al instalador de sistemas, entendiendo que cada actor debería asumir su rol; es decir, el usuario, la empresa instala- dora y la CRA deberían tener claras sus responsabilidades, tanto del uso que se hace de los sistemas de seguridad, como del perfecto mantenimiento de éstos o su correcta tramitación ante un posible acto delictivo. Por su parte, la obligación de incor- porar personal de seguridad a las la- bores de una central receptora de alar- mas no redunda en un mejor funcio- namiento del servicio; tampoco peor, simplemente, resulta indiferente. Desde la óptica sistemática de la propia ley, parece lógico que se quiera imponer la obligación de que todos los servicios de seguridad, también los propios de una CRA, sean realizados por personal de seguridad. Ahora bien, la labor de una CRA, hasta ahora, no consiste en la vigilancia, por lo que los conocimientos o habilidades de un vigilante son me- nos atractivos que otros conocimientos técnicos o informáticos de mayor utili- dad en las centrales. 2 Tanto la reciente Orden Ministerial INT/316/2011 sobre funcionamiento de sistemas de alarma, como esta modifi- cación que se anuncia de la Ley de Se- guridad Privada, tienen el claro objetivo de mejorar sustancialmente la calidad de los servicios de seguridad privada, aunque esperamos que el futuro regla- mento desarrolle claramente los debe- res y responsabilidades de cada una de las partes implicadas. Centrales Receptoras de Alarmas
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