Seguritecnia 401
86 SEGURITECNIA Octubre 2013 Artículo Técnico rio y Taller de Investigación del Es- tado Mayor de la Armada (LTIEMA), con el mundo científico norteameri- cano le había proporcionado unos co- nocimientos claros sobre lo que estaba ocurriendo en el campo de la ener- gía nuclear, dentro de las limitaciones por razón de reserva con lo que en- tonces se consideraba el tema, elevó en 1947 un informe al Consejo Supe- rior de Investigaciones Científicas en el que aconsejaba que se iniciaran en España las investigaciones sobre ener- gía nuclear. Fruto de este informe fue que en octubre de 1948 se constituyó una Comisión de Estudios que inició los primeros programas de investigación, así como la formación de personal en el extranjero. Como consecuencia de los trabajos de esta Comisión, por De- creto-Ley de 22 de octubre de 1951 se constituyó la Junta de Energía Nuclear, la cual absorbió las funciones y activi- dades que entonces tenía la Comisión de Estudios. Estos hechos revelan que España fue uno de los primeros países que se in- corporó al mundo nuclear; efectiva- mente cuando se constituyó la Comi- sión de Estudios, únicamente desarro- llaban actividades nucleares Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Canadá entre los países occidentales y la Unión Soviética, en Europa Oriental” (sic) (ver [7]). En 1965 , la Junta de Energía Nuclear (JEN) organiza un curso de Tecnolo- gía Nuclear que posteriormente, con rango de Máster, tomó el nombre de MINA (Máster en Ingeniería Nuclear y sus Aplicaciones), al que se invitó a los tres ejércitos –Tierra, Armada y Aire– para que enviasen oficiales con una ti- tulación universitaria en Ciencias (Ma- temáticas, Físicas o Químicas) o en In- geniería, junto a personal civil. Había tres plazas por ejército y el autor de éste artículo accedió a una de ellas. Si bien el programa lo constituían temas de carácter pacífico científico-técnico, los principios desarrollados podrían aplicarse a otros temas de carácter bé- lico o no bélico. Al final del curso, que duró dos años, solamente dos oficiales quedaron des- tinados permanentemente en la JEN como destacados del Alto Estado Ma- T ras la utilización en agosto de 1945 de armamento nuclear contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagashaki, y vistos sus efectos y consecuencias, es lógico su- poner que los Estados Mayores de mu- chos países reflexionaran sobre la posi- bilidad de dotar a sus Fuerzas Armadas de un armamento tan disuasorio y efi- caz. ¿… y en España? Lo que a continuación se expone es el resultado de la información que el autor ha obtenido en el desarrollo de su vida activa profesional y que tiene por objeto poner en conocimiento de los interesados las actividades y vicisitudes que algunos profesionales del Cuerpo Técnico del Ejército hemos pasado para poder, de alguna forma, dotar a nuestras Fuerzas Armadas de un tipo de armamento de carácter nuclear y/o disuasorio, como los llamados DDR (Dispositivos de Difusión Radiactiva; en inglés: Radioactive DispersionDevices , RDD). Podemos leer en la Referencia [1] lo siguiente: “[…] Los primeros pasos de la energía nuclear en España van unidos a Don José María Otero Navascués, oficial de la Armada, una de las personalidades científicas de mayor relieve en España durante los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial. Con anterioridad a nuestra guerra civil, se conocía que en Sierra Albarrana (Córdoba) existía un yacimiento de uranio de cierta importancia en forma de bolsadas de pecblenda dentro de diques pegmatíticos en el lugar denominado ‘Coto Carbonell’ en honor al ingeniero de minas que lo había descubierto. Una visita a Madrid del profesor Scandone, de la Universidad de Florencia, hizo recordar esta circunstancia. A causa de este hecho y a que la re- lación de Don José María Otero, en su calidad de director del Laborato- Francisco Díaz de la Cruz Cuesta Coronel del Cuerpo de Ingenieros Politécnicos del Ejército La aventura del armamento nuclear en España
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