Seguritecnia 402

24 SEGURITECNIA Noviembre 2013 ni de un sistema de inteligencia eco- nómica a la altura de otros países que vienen ejerciéndola, más o menos in- termitentemente, para acompañar y consolidar la internacionalización de sus empresas. La vuelta de la geopolítica y el re- torno a los nacionalismos económicos –la conjunción de los recursos econó- micos públicos y privados de la na- ción para prevalecer frente a terceros– pone en peligro la seguridad econó- mica de los Estados y empresas que acuden a la competencia internacio- nal con el pecho cubierto únicamente por la ley y sus ventajas comparativas. Nos guste o no, hay que tomarse en serio la seguridad económica de es- tados y empresas. Hay que pasar del reconocimiento de la necesidad de contar con sistemas de inteligencia económica y de seguridad nacional a implantarlos y desarrollarlos cuanto antes. A medida que se borran las di- ferencias entre microeconomía y ma- croeconomía, entre estrategias defen- sivas y ofensivas, entre filiales y ma- trices, hay que desarrollar empresas, tecnologías y agencias que aporten a la seguridad económica del país la ci- berseguridad y la inteligencia econó- mica que se precisan para competir en una economía global. S Intereses Desde el punto de vista del análisis de riesgos, el escenario más problemático es aquel en el que converjan los inte- reses de los Estados y de sus empre- sas (grandes multinacionales o empre- sas nacionales) por el lado oscuro del nacionalismo económico. Llevada al ex- tremo de suma-cero, la protección de la seguridad económica de un país puede acabar causando la inseguridad econó- mica de otros, ya que según los princi- pios de la geopolítica no todos pueden ganar al mismo tiempo. Los ataques in- formáticos desde China o el espionaje de las comunicaciones desde Estados Unidos se justifican por razones de se- guridad nacional, pero, ya que la eco- nomía es parte esencial de sus doctri- nas de seguridad nacional, es lógico pensar que los sistemas y capacidades creados sirvan también a intereses eco- nómicos. Si hay interés por las decisio- nes políticas de alto nivel y capacidad para monitorizarlas, ¿por qué no se va a ocurrir lo mismo con las económicas? Y si se obtienen datos de interés econó- mico, ¿por qué no se va a explotar todo su potencial al servicio de la prosperi- dad y bienestar nacional? Para hacer frente a los riesgos ciber- néticos de los Estados y empresas han florecido las estrategias de cibersegu- ridad. Finalmente, los CISO tenían ra- zón, y en unos años las empresas han pasado de considerarles profetas del apocalipsis informático a custodios de la confianza corporativa. Del mismo modo, los ministerios de Interior y De- fensa multiplican los cargos y departa- mentos dedicados a la protección de infraestructuras críticas y ciberdefensa. La ciberseguridad está de moda y desde hace una década –si considera- mos la National Strategy to Secure Cy- berspace de Estados Unidos de 2003 como la primera–, proliferan las estra- tegias públicas y privadas, naciona- les e internacionales de ciberseguri- dad. Con ellas, los Estados y empresas tratan de defenderse frente a las agre- siones y riesgos del ciberespacio, fo- mentando el conocimiento, la regula- ción, las capacidades y la cultura que precisan quienes se desenvuelven en el entorno de las tecnologías de la in- formación y de las comunicaciones. Su desarrollo es importante para to- das las empresas, se internacionali- cen o no, porque la inseguridad ciber- nética no comienza cuando se pasa las fronteras, aunque es cierto que en cada nueva localización de un pro- yecto empresarial conlleva diferentes riesgos y normas de seguridad. Además de eso, Estados y empre- sas tienen que afrontar el reto de la inteligencia económica. Ahí fuera se desarrolla una guerra económica, de mayor o menor intensidad, en la que se compite por recursos, mer- cados, contratos, fiscalidad, inversio- nes, puestos de trabajo y prestigio. La internacionalización pone a las empre- sas en el camino de frentes de bata- lla donde la disponibilidad o no de in- teligencia determina el resultado de la competencia. Desafortunadamente, las empresas españolas son unas re- cién llegadas al campo de la inteligen- cia económica y precisan tiempo an- tes de adaptarse. No podrán contar con la ayuda del Estado español, que apenas ha desarrollado una mención a la inteligencia económica en su Estra- tegia de Seguridad Nacional de 2013 y no dispone todavía ni de un concepto La seguridad en los proyectos Internacionales

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