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78 SEGURITECNIA Junio 2014 E n el mundo de la seguridad privada, en el que se han he- cho tantas cosas bien, también tenemos nuestros propios fantasmas. Algunos llevamos mucho tiempo per- siguiendo uno, al elemento ausente en el mundo de la seguridad patrimonial: la gestión. Es conocido que, en general, la seguridad en España era algo ajeno al mundo empresarial, consistía en com- prar medidas de seguridad sin dema- siado criterio, o quedaba reducido a la mera exigencia normativa que se acep- taba por su régimen sancionador más que por propio convencimiento. Las causas eran múltiples: En primer lugar, la percepción de ries- gos del empresario. Combatir los ries- gos en las empresas no consiste, gene- ralmente, en combatir los riesgos reales, que suelen ser bastante desconocidos, sino en combatir los riesgos que la Alta Dirección tiene en la cabeza vinculados a su propia percepción, totalmente sub- jetiva, que suele quedar resuelta con la transferencia de los riesgos, el asegura- miento, desconociendo que muchos de dicho riesgos, los más serios, no resul- tan transmisibles, como los daños para las personas o la continuidad de la pro- pia empresa. En segundo lugar, muy relacionado con la percepción del riesgo también, está el establecimiento de una organi- zación de la seguridad que crea, en mu- chos casos, una apariencia de gestión destinada a acreditar ante los stakehol- ders (accionistas, policía, clientes, etc.) la buena voluntad corporativa en mate- ria de seguridad que, de paso, exonere a la Alta dirección de posibles respon- sabilidades. También la existencia de normativa estricta de seguridad ha hecho pres- cindible la gestión de la seguridad. Y es aquí donde debo concretar: nada ha ayudado esta normativa en cuanto a incentivar la gestión de la seguridad, obteniendo magníficos resultados, en cambio, a base de la supervisión y el control férreo de la existencia de medi- das de seguridad en determinados sec- tores. El legislador de hace 20 años sa- bía que era difícil convencer al empre- sario para que gestionara los riesgos de su propio negocio, y conocía asimismo que buena parte de la siniestralidad pú- blica encontraba su explicación en esta carencia. La solución de la época fue cambiar gestión por medidas de segu- ridad. Tampoco en el estamento poli- cial existía, al igual que en el resto del país, un concepto muy claro de lo que era gestión, y especialmente de gestión de riesgos. Por eso se recurría a la caja fuerte u otras medidas que venían a adelantar la barrera de la seguridad ciu- dadana a ámbitos preventivos para evi- tar así el trabajo policial reactivo. No quiero dejar a la profesión al mar- gen de esta etapa de unos 20 ó 25 años presidida por la ausencia de gestión de la seguridad. También los responsables de seguridad, los directores de Seguri- dad, contribuimos en muchos casos, de forma directa o indirecta, con una pos- tura acomodaticia, a este escaso desa- rrollo de la gestión. No crecimos profe- sionalmente, depositando en la rápida evolución de las nuevas tecnologías, en las medidas, lo que no fuimos capaces de aportar vía gestión de los riesgos. Finalmente, la inexistencia de están- dares normalizados de gestión de nues- tra vieja seguridad contribuyó, a mi ma- nera de ver, de forma decisiva en la no implantación de modelos organizativos, que cuando existían venían de la mano de la exigencia normativa o de mode- los “propietarios” del tipo “maestrillo y su librillo”. Recuperar el tiempo Sin embargo, en plena crisis económica —ya se sabe que los tiempos de cri- sis profunda son propicios para el cam- bio, para nuevas iniciativas— han con- fluido en nuestro país algunas circuns- tancias que están haciendo recuperar el José Manuel García Diego / Director de Seguridad y de Seguridad de la Información Estándares de gestión de la seguridad De la caja fuerte al ‘risk management’ Convergencia en Seguridad
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