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50 SEGURITECNIA Julio-Agosto 2014 Protección contra incendios Aunque parece obvio establecer un criterio de altura de evacuación para fijar la instalación de sistemas de de- tección como requisito básico, tengo dudas sobre la efectividad cuando se limita a espacios comunes y si real- mente esa altura no resulta excesiva. La enorme burbuja en el sector de la construcción, entre otros males, ha provocado un sobre- stock de viviendas por encima de lo estrictamente nece- sario y que por sí solo sería suficiente para cubrir la demanda de los próxi- mos 10 años. No obstante, cerca de un 70 por ciento de las viviendas actuales fueron construidas antes de los años ochenta. A pesar de que muchas de ellas son primeras viviendas y que no fueron construidas según los requisitos básicos que ahora exige el código téc- nico, parece obvio que las limitaciones constructivas de esos edificios debe- rían incorporar algún tipo de medida correctora que proporcionase, al me- nos, un nivel equivalente de seguridad a sus ocupantes. Nuevos sistemas En mi opinión, se dan un cúmulo de condicionantes, técnicos y socia- les, que exigen la progresiva adapta- ción de la detección de incendio a un nuevo escenario. Es preciso que la re- habilitación de vivienda de uso colec- tivo incorpore la inteligencia de los sis- temas direccionables de detección de incendios. Combinados con las tecno- logías de información ya disponibles, estos sistemas proveen información detallada del tipo de la alarma, fecha, hora y ubicación, hacen posible la con- figuración de planes de activación de la alarma por piso y/o planta y pueden proveer de protocolos de verificación. Ciertamente los costes de un sistema convencional son muy bajos en tér- minos de producto aunque no así en términos de instalación, cuyo coste es equivalente a los sistemas direcciona- bles. El uso de los primeros entorpece de forma clara la diferenciación de la oferta de calidad y, por tanto, de va- lor añadido al agente de la propiedad en un mercado extraordinariamente reñido, imposibilita el ofrecimiento de servicios añadidos a la propiedad por parte del mantenedor y hace inviable o imprecisa la supervisión y control en tiempo real por parte de los responsa- bles de gestión de alarmas. Por otro lado, hoy en día se trabaja en pos de la integración de los siste- mas, si bien no siempre se siguen pro- tocolos de prioridad bien establecidos. Hoy ya disponemos de especificacio- nes de compatibilidad para integrar los sistemas, pero en poco tiempo se da- rán pasos mucho más evidentes, como la definición de la IP para sistemas de detección y alarma. Un modelo nece- sario que preserve la integridad de los sistemas a la vez que facilite la compa- tibilidad entre ellos. Además de alcanzar una integración efectiva de sistemas, la definición de protocolos específicos sienta las bases para disponer de la información esen- cial de servicio en la nube. La implanta- ción va a ser progresiva pero imparable, elimina la necesidad de inversiones en hardware , permite la supervisión activa de los sistemas en tiempo real y siem- pre están actualizados. Cabe esperar que a partir del esce- nario actual se produzca un mejor aco- plamiento de los sistemas de detec- ción de incendios a los nuevos modos con que nos relacionamos con la tec- nología, más comprensibles en su uso, más eficientes y más inteligentes. La integración y la conectividad dejarán de ser un valor atractivo del producto y serán un requerimiento necesario. En la protección para viviendas de tipo colectivo, especialmente si en és- tas residen personas con algún tipo de discapacidad, es preciso incorpo- rar procedimientos funcionales de su- pervisión o de activación que eviten un estrés innecesario de todos los ha- bitantes del edificio si la alarma no es confirmada. La central debe incorpo- rar estas funciones respondiendo a las necesidades de los clientes y a las re- comendaciones que ya contempla la BS5839 pt. 6. Con la incorporación de estos protocolos, el sistema de detec- ción direccionable asegura un funcio- namiento estable en su aplicación el ámbito de la vivienda. Se dan un cúmulo de condicionantes, técnicos y sociales, que exigen la progresiva adaptación de la detección de incendios a un nuevo escenario

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