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66 SEGURITECNIA Julio-Agosto 2014 Protección contra incendios y eficacia deben ser totales. En caso de incendio, ese equipo que está normal- mente “de adorno” tiene que ser opera- tivo cien por cien. Para el especialista, éstas son pre- misas fijas ineludibles. Pero qué pasa cuando parte de la reglamentación, pongamos por caso el Reglamento de Instalaciones de Protección con- tra Incendios (RIPCI), lleva 20 años pu- blicado y no se ha revisado ni actuali- zado en todo este tiempo. Qué sucede con la nueva normativa de producto (normas UNE y sus equivalentes euro- peas EN) si, al no estar contenidos en di- cho reglamento, su aplicación y cumpli- miento no son obligatorios. Qué sucede cuándo un mercader desleal y poco ético introduce en el mercado español productos que no cumplen con la nor- mativa aplicable, sin marcado CE; es de- cir, sin haber pasado por las estrictas pruebas de laboratorio que todo pro- ducto para la seguridad contra incen- dios debe cumplir. Qué sucede cuándo, año tras año, los profesionales ven todo esto y no pueden remediarlo de nin- guna manera. Buscar respuestas Si recurren a la Administración para pe- dir que se actualice la reglamentación aplicable o que se inspeccione para de- tectar malas prácticas, la respuesta de los últimos años suele ser: “no tenemos medios, no disponemos de personal. Ese tema puede esperar”. Pero un incendio no espera, se pro- duce, y con él un desencadenamiento de daños que el experto conoce y trata a diario; por ello no puede pasar por alto. Si se recurre a informar y alertar al usuario profesional y prescriptor sobre las malas prácticas, negligencias, descui- dos, etcétera, la respuesta es siempre la misma: “tenemos que ajustar el presu- puesto. Tenemos que elegir lo más ba- rato”. Pero el “mejor precio”, en mu- chos casos, no atiende a la calidad que demanda el producto según el cumpli- miento normativo, ni a la instalación re- querida o al mantenimiento puntual, realizados por profesionales cualificados. L a protección contra incendios es una actividad bastante des- conocida fuera de los ámbitos profesionales y especializados. Sin em- bargo, este tipo de protección reviste una responsabilidad social grande, ya que un incendio puede causar muertes, heridos, daños de bienes materiales… Los que trabajamos en este ámbito co- nocemos muchos casos de siniestros por incendio y somos muy conscien- tes del daño que producen. Por ello, es un deber ético hacia la sociedad defen- der y velar porque los equipos de segu- ridad contra incendios en los edificios (viviendas, colegios, comercios, hoteles, restaurantes, hospitales, oficinas, indus- trias…) estén correctamente instalados, cumplan la normativa aplicable y ten- gan un mantenimiento en regla. En seguridad contra incendios, una instalación que no cumple con los pa- rámetros de calidad o que está mal di- señada o mal aplicada o mal mante- nida puede ser mortal. Por lo que no hay márgenes para el error. La fiabilidad Rosa Pérez Riesco / Directora de Comunicación de TECNIFUEGO-AESPI En protección contra incendios no hay márgenes para el error Es un deber ético velar porque los equipos en los edificios estén correctamente instalados, cumplan la normativa y tengan un mantenimiento
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