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30 SEGURITECNIA Marzo 2015 Grandes Catástrofes y Emergencias E l rescate con perros de alu- des data de 1937. El primer res- cate del que se tiene constan- cia documental fue el salvamento de un niño sepultado en el que un perro, no adiestrado, marcó por iniciativa pro- pia la posición del pequeño. Este hecho provocó que el menor pudiera ser loca- lizado y rescatado. Dentro del campo del perro de res- cate hay dos variantes bien diferencia- das: los perros de rastro y los de venteo. Un perro de rastro es aquel que tra- baja con un olor de referencia (un único olor, que en este caso es el del des- aparecido), teniendo que discriminar el resto de olores. Dichos caninos son guiados mediante correa y siempre lle- van la trufa (nariz) pegada al suelo para captar las moléculas y partículas del aroma de la persona, así como el rastro que ha dejado el individuo al andar so- bre el terreno. Sin embargo, el perro de venteo es un can multidisciplinar, ya que puede especializarse en diferentes materias como son las estructuras colapsadas, aludes y grandes áreas. A diferencia del perro de rastro no trabaja con la trufa (nariz) pegada al suelo, sino con la ca- beza levantada para captar las partícu- las de olor humano suspendidas en el aire, las cuáles van dentro de un virtual cono de olor (Imagen 1). Asimismo, son capaces de buscar en una amplia zona invirtiendo muy poco tiempo. En este sentido, cuando hace una buena gestión de búsqueda, un perro de ven- teo puede tardar en localizar a una víc- tima sepultada por un alud en un radio de 10.000 metros cuadrados y a una profundidad media de entre uno y dos metros, entre cuatro y ocho minutos aproximadamente. Por su parte, una lí- nea de sondeo formada por rescata- dores experimentados puede tardar horas. En el caso de búsqueda tecno- lógica, ya sea con DVA o RECCO, ésta dependerá del aparato, de los conoci- mientos del manejo del usuario de los mismos, así como del estrés que pa- dezca por la situación. Formación El can, dentro de su vida útil de trabajo, atraviesa tres fases: Una fase de sociali- zación , que va desde el segundo mes hasta los seis meses de vida. Ésta es la etapa más importante, ya que de un buen adiestramiento social dependerá su comportamiento el resto de su vida. Dicha fase consiste en familiarizar al sa- bueso con otros perros y personas, así como sociabilizarle con situaciones di- versas encaminadas a su futura labor, el rescate. Un perro de aludes debe es- tar acostumbrado al ruido del helicóp- tero, de las motos de nieve, de las sire- nas, de las aglomeración de gente, et- cétera; para poder tenerlo controlado y no crear problemas. En la fase de formación , se le enseña al perro a marcar, es decir a ladrar, para pedir su juguete (en un futuro se aso- ciara ese ladrido con el hallazgo de una persona). Una vez conseguido esto, se empiezan a realizar pequeñas búsque- das con diferentes estímulos de moti- vación. Después de este trabajo se em- pieza a orientar al perro hacia la disci- plina en la que se le quiere especializar. Y, finalmente, una última fase opera- tiva , que va desde el año y medio hasta los nueve años. En esta etapa el perro ya está preparado para participar en in- tervenciones reales. Todos estos datos son orientativos, ya que dependerá de la calidad del ejem- plar, del trabajo realizado, así como del tiempo invertido. Búsqueda del olor humano El sistema olfativo de los perros está di- señado para la detección de sustancias químicas presentes en su entorno y en diferentes concentraciones, que son transportadas por la atmósfera o depo- sitadas en una superficie. El perro de rescate es adiestrado para que busque un conjunto de sustancias que el cuerpo humano emite y cuyo ori- gen y propiedades es muy diverso. En Iván Muñoz Bernabé Bombero y guía canino de la Comarca de la Ribagorza (Huesca). Especialista en aludes El perro de rescate en aludes, una herramienta viva Imagen 1
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