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SEGURITECNIA Marzo 2015 31 Grandes Catástrofes y Emergencias turbulencias provocadas por irregulari- dades del terreno; porcentaje de hume- dad, tipo y cantidad del material des- plazado; y altas o bajas presiones at- mosféricas, ya que las altas presiones comprimen verticalmente el cono de olor y hacen que éste ascienda, mien- tras que las bajas facilitan el descenso vertical del cono de olor. Para localizar a una persona, el perro ha de cruzar el cono de olor de ésta, es decir, ha de oler a la víctima una vez en- cuentre la trayectoria y la línea de de- tección de la estela del aroma humano en función de la dirección del viento. Además, también hay que tener en cuenta el tipo de nieve, la profundidad a la que se encuentra el herido y el tiempo de sepultamiento, ya que la localización de la víctima puede ser más o menos dificultosa. No es lo mismo un alud de nieve-polvo (seca), que tiene poca den- sidad por tener más aire en su interior –y, por lo tanto, más penetración del cono de olor–, que un alud de fusión o de nieve húmeda que tiene más densidad y mayor contenido de agua, lo que hace que sea más difícil que dicho cono atra- viese el manto nivoso. Asimismo, también hay que contem- plar la posibilidad de que, si una per- sona permanece demasiado tiempo sepultada, se forme una capa de hielo sobre ella debido a la condensación provocada por su expiración y el calor corporal, lo que reduce ligeramente la emanación de olor. S que la nieve es una de las superficies donde más perdura el olor residual, lo que hace que aumente la dificultad de la búsqueda para el perro. En una intervención real, si el perro no ha localizado a una persona, ya sea porque no ha encontrado nada o por- que no había nadie, siempre es reco- mendable y muy positivo realizar un ejercicio de confirmación para evitar la frustración. Un perro de aludes no sólo sirve para localizar, sino también para discriminar y confirmar la inexistencia de posibles víctimas. El cono de olor El desplazamiento de las partículas puede representarse en forma de cono tridimensional truncado. Su longitud y su área dependerán de las condicio- nes meteorológicas del momento. Por ejemplo, un día con viento fuerte y ra- cheado el desplazamiento de las partí- culas de olor, o cono de olor, irá más rá- pido y será mucho más estrecho, con la consecuencia de ser más difícil de cap- tar para el perro. A la hora de gestionar una búsqueda es muy importante establecer una es- trategia en función de la condiciones de trabajo, ya que éstas pueden variar de un momento a otro. Estas condiciones las denomina- mos patrones de movimiento del cono de olor y se refieren a aspectos como: efectos de los vientos predominantes en el alud; cambios bruscos de tiempo; este sentido, cada persona tiene un olor característico de procedencia diversa: ▪ Células epiteliales, con una vida me- dia aproximadamente de 36 horas, procedentes de la piel, tracto respira- torio y digestivo. ▪ Bacterias que actúan sobre las célu- las muertas originando productos como metano y ácidos grasos voláti- les, entre otros. ▪ Y, otras sustancias procedentes de la eliminación de sudor y de la activi- dad hormonal, como pueden ser las feromonas. También, hay que tener en cuenta otros aspectos que pueden aportar variaciones importantes al olor, como pueden ser el origen genético de la víctima, los rasgos socio-culturales, la raza, la edad, el tipo de dieta que sigue o si tiene un tratamiento continuado de fármacos. Asimismo, durante una búsqueda real puede haber olores residuales, ya sean de los rescatadores, de otras víc- timas que ya han sido salvadas ante- riormente, material de los heridos o ani- males muertos que el alud ha sorpren- dido. Es por eso que un perro operativo debe discriminar estos olores, aunque en ocasiones le puedan llamar la aten- ción; no tiene que marcarlos como pun- tos calientes, es decir, “marcaje en falso”. Si esto sucede puede ser por estrés o, principalmente, por falta de forma- ción. También hay que tener en cuenta

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