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22 SEGURITECNIA Octubre 2015 Diálogos con el arte ción y saqueo ligada a las diferentes in- vasiones en la antigüedad, hasta la des- trucción masiva de conjuntos y de ciu- dades en tiempos no tan remotos y a los que asistimos ya con una cierta indi- ferencia e incredulidad. Todo ello es un claro ejemplo de la incapacidad del ser humano de construir en función de lo construido. Esta falta de sensibilidad es producto de un déficit de difícil solución. El he- cho de haber un sustrato cultural de ca- rácter más universal conduce a una au- sencia total y demoledora de empatía que conllevan desconfianza, recelo e implican una actitud implacable frente a lo diferente o desconocido. No obstante, en el fondo, ¿no existe una cierta similitud entre los fragmen- tos, intencionadamente dispersos, de esas piedras que fueron monumento, belleza y símbolo y los que resultan de una sociedad que se desmembra y se fractura? La pérdida de una visión global y so- lidaria de la realidad. El intento por des- hacerse de todos aquellos exponentes que nos recuerdan esa realidad y por añadidura lo que somos consecuencia de aquello que fuimos. Lo que hemos sido a través de la his- toria es preciso borrarlo de la memoria en aras de crear al hombre nuevo. Un ser despojado de todo bagaje cultural que nos presentaría como la suma de infinitas influencias culturales para que, perdiendo el sentido más universal, convertirnos en un ente nuevo, adoc- trinado e inmerso en la cultura de lo li- mitado y limitante como hecho diferen- cial. Una sociedad sin memoria. Una aceptable formación de carác- ter universal y una información bien in- tencionada pueden constituir las he- rramientas adecuadas para capacitar al individuo a analizar su entorno y su rea- lidad y dar credibilidad al concepto de que la cultura, en su acepción más am- plia, es un bien patrimonio de todos. Por lo tanto, somos responsables de la conservación de sus manifestaciones porque éstas nos explican lo que ac- R esulta difícil hablar del patri- monio artístico cultural, de sus peculiaridades y de su simbo- logía geográfica y no abordar aquellos aspectos que se refieren a la necesidad de su divulgación, a la preocupación motivada por su adecuada utilización y, en última instancia, por su conservación y trasmisión al futuro. Estamos demostrando continuamente nuestra capacidad para utilizar las po- sibilidades didácticas o promocionales que el conjunto de bienes, testimonio material del “ modus vivendi ” de nuestros ancestros nos brindan, pero quizás no tanto para garantizar su futuro. Como se cita en el prólogo de la obra de J. Theile, la conservación es un factor esencial de la evolución y del progreso y está ligada profundamente al hombre, a su pasado y a su futuro. Falta de sensibilidad La conservación no es sólo una práctica interdisciplinar donde confluyen los ex- pertos supuestamente cualificados para ello, ya que es una tarea común de toda la sociedad. Debemos preguntarnos si la socie- dad, en su conjunto, está capacitada para asumir está tarea o, mejor dicho, si hemos sido capaces de trasmitir la in- formación, la formación e incentivar el cariño hacia un legado que le perte- nece y que, con demasiada frecuencia, ha observado desde la prudencial dis- tancia o indiferencia de lo ajeno. Sólo desde esa desinformación, in- sensibilización y desde la falta de proxi- midad afectiva se puede entender la in- diferencia global ante acontecimientos terribles. El intento de borrar las señas de identidad ha sido una constante a través de la historia, desde la aniquila- Ubaldo Sedano Espin / Restaurador jefe del Museo Thyssen-Bornemisza Arte y patrimonio, un compromiso de todos “La creación de una obra es la creación del mundo”: Wassily Kandinsky Hélène Desplechin

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