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SEGURITECNIA Octubre 2015 73 Diálogos con el arte las reglas técnicas que la acompañan, acerca de cómo proteger una delicada litografía que no toleraría una tempe- ratura de, digamos, cien grados centí- grados, que se alcanza fácilmente en las primeras fases de un incendio, un par de minutos antes de superar los mil gra- dos centígrados. El segundo problema es de una na- turaleza diferente, y hace referencia a las herramientas de que se dispone. El arquitecto concienciado de la especial relevancia de su misión y consciente de que en la normativa no va a encontrar soluciones, ¿hacia dónde dirige su mi- rada para encontrar alguna guía? Aquí se inicia una ruta para la que no existen mapas y que en estas páginas no puedo sino imaginar. Imagino, pues, que el arquitecto acu- dirá a lo que le presentan como exper- tos y, tras una primera conversación, abandonará la reunión espantado pen- sando que le van a arruinar el proyecto. Él pretendía espacios amplios y lumi- nosos, con conexiones armónicas entre las distintas salas, una sinfonía volumé- trica que se encarna en un relato espa- cial que lleva de la mano al visitante que camina de un sitio a otro sin solución de continuidad, percibiendo cómo evolu- ciona el susurro del arte que está con- templando... Y en su lugar se topa con un ingeniero que le pinta un paisaje de tabiques de sectorización, puertas resis- tentes al fuego, tuberías rojas cruzando el techo, mangueras enrolladas en cajas metálicas imposibles de combinar con el mobiliario, rejillas de ventilación de ta- maño monstruoso… El arquitecto de- manda soluciones que no afecten a su proyecto inicial, y el ingeniero propone la instalación de artilugios ajenos a un museo, que no contribuyen a su realce y, además, no garantiza que tales artefac- tos funcionen, no ofrece certezas. Simulación En algún momento alguien propondrá al arquitecto efectuar una simulación computacional del escenario más pro- bable de incendio. Y esto, en sí una ex- celente idea, conlleva dos riesgos que no pueden ignorarse. Ambos son de natu- raleza diferente, pero pueden conducir a idéntica conclusión. Son los siguientes: (i) Una simulación puede dar el resul- tado que su ejecutor desee. Basta con falsear los datos de entrada, las ental- pías de combustión de los materiales, las presiones iniciales, el coeficiente de transmisión superficial del calor, la ab- sorción térmica de las paredes, etc., para que los resultados finales se ajus- ten a lo que convenga, y todo ello cu- bierto de una pátina de exactitud y cientificidad muy conveniente. Descu- brir esta triquiñuela es accesible al ex- perto, pero probablemente engañe al cliente. Aún es posible una manipula- ción más sutil y enrevesada: utilizar un modelo de combustión, o un modelo de cinética del incendio que no se ajuste a la realidad. Esto último es muy difícil de detectar por el experto e im- posible para el profano. (ii) Una simulación ejecutada con impe- cable buena fe y con cuidadosa jus- tificación de todos sus detalles tam- bién puede ser engañosa. Ello es de- bido a que la simulación sólo muestra una posible realización del fenómeno físico que se investiga. La simulación, si está bien efectuada, mostrará de forma fiable la dinámica del fenó- meno, a través de una realización . Si un sistema físico es relativamente sen- cillo, la distinción entre dinámica y rea- lización es irrelevante. Pero si es com- plejo, como ocurre en el caso de un incendio, una misma dinámica puede estar representada por una infinidad de realizaciones, bastante distintas en- tre ellas. Dicho de otro modo, si yo prendo fuego dos veces a la misma esquina del mismo colchón en el mismo lugar del mismo edificio en si- milares condiciones, los incendios que se provocan en ambos casos no se- rán idénticos, pudiendo morir Juan en uno de ellos y Pedro en el otro. Las fa- milias de ambos vivirían en sus propias carnes la distinción entre dinámica y realización. No puedo ofrecer una me- jor explicación en tan corto espacio. Lo relevante aquí es evitar la tenta- ción de tomar una realización concreta como si fuese la realidad misma desa- rrollándose ante nuestros ojos. En la fi- gura se muestra el resultado de la simu- lación de un incendio (realización). Se puede observar que se produce una len- gua de fuego en la parte derecha, que es de mayor tamaño que la generada en la parte izquierda. Esto no debe tomarse como una conclusión definitiva, sería erróneo instalar rociadores sólo a la de- recha y no hacerlo a la izquierda, sobre la base de que la simulación refleja menos actividad del incendio a la izquierda. Bas- taría con cambiar levemente cualquier parámetro (por ejemplo, el inicio del in- cendio unos pocos centímetros) para que el tamaño relativo de ambas len- guas de fuego cambiase. Esto es propio de los sistemas muy complejos, también denominados sistemas caóticos, en los que tiene lugar el efecto mariposa. En resumen, la simulación debe ser-
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