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42 SEGURITECNIA Noviembre 2015 Diálogos con el arte presionista que se movió en la Viena de Gustav Klimt o Sigmund Freud. Durante un tiempo se relacionó directamente con el grupo alemán Die Brücke, llegó a participar en la Primera Guerra Mundial donde fue herido de gravedad y poste- riormente, por la elección de un cambio de vida, viajó por toda Europa. Completamente roto por dos guerras mundiales y por la intolerancia de la que fue víctima, el pintor tuvo que huir de su país y refugiarse de la persecución al ser calificado por los nazis como uno de los artistas degenerados. Obligado a aban- donar su tierra se instaló en Londres, donde no encontró otra opción que no fuese empezar de nuevo, aunque consi- guió renacer nunca volvió a residir en su patria natal. Sin embargo, pese a este agitado pe- regrinaje en el que se convirtió su vida, jamás dudó en abandonar su estilo, que como no podía ser de otra forma apa- sionó y escandalizó a partes iguales. Pintor, poeta y dramaturgo, Oskar Kokoschka, nacía en 1886 en Pöchlarn, en un pequeño pueblo austriaco en la ribera del Danubio, en el seno de una familia humilde dedicada a la orfebrería, que ve- ría su futuro dañado por la arrolladora in- dustrialización, por lo que toda la familia se verá obligada a trasladarse a Viena. Allí pasará el artista su juventud y pe- riodo de formación, un momento, el de principios de siglo, en el que en Viena se respiraba un ambiente cultural do- minado por el movimiento de secesión marcado por la claridad y la utilidad. Un lugar donde se defendía la armonía y donde el estilo radical y de fuerte expre- sividad de un jovencísimo Kokoschka no tuvo cabida, ni buena acogida en los cír- culos artísticos. Aunque se había formado a partir de 1907 en la afamada Escuela de Artes y Oficios de Viena, en la que de manera si- multánea comenzó a trabajar, sería tan sólo unos años después cuando presen- taba en una exposición del Kunstschau de Viena su primera colección de agua- fuertes y dibujos, repleta de muchachas desnudas en su temática. En ese preciso momento su arte fue eternamente de- clarado como provocador, escandaloso y despreciable, convirtiéndole en el chico terrible del escenario artístico, fama que jamás le abandonaría. De nada sirvió que hubiese sido defi- nido por Klimt como la gran promesa y talento de las nuevas generaciones, su estilo no era comprendido, pero él ya lo tenía definido. Aun así, logró que el ar- quitecto Adolf Loos lo reconociera como un espléndido artista, convirtiéndose en su mecenas, consejero e incluso le llegó a facilitar parte de los encargos que re- cibirá en esta época. Pero esto no se- ría suficiente para mejorar su fama, por lo que en 1910 decide trasladarse a Ber- lín, donde el ambiente era mucho más abierto y también influirá que en ese momento el movimiento expresionista ya estaba extendido por Europa. Prolífica carrera Por fin comenzaba a ser reconocido, se dedicó fundamentalmente a retratar a los personajes que estaban vinculados a la intelectualidad alemana y austríaca de la época, sus retratos inquietantes, per- turbadores, eran imágenes que jamás se habían visto por lo que seguían cau- sando gran revuelo. Su retorno a Viena se produce en 1912 sin la mejora apreciable de su imagen, aunque él continúa con su prolífica ca- rrera. Fue en ese mismo año cuando co- menzó su idilio amoroso con Alma Ma- hler, viuda del compositor Gustav Mahler, una relación íntima y tormentosa, que marcó toda su vida. Sería la propia Alma la que abandonaría al artista al ser una re- lación tan intensa que le hacía perder el sentido y que por ocasiones llegaba a ro- zar la locura. A partir de ese momento, se convirtió en un hombre decepcionado con el amor y lleno de un terrible senti- miento de soledad. Prueba de ello fue que aunque era un declarado pacifista no dudaría en enrolarse en el ejército de forma voluntaria para así poder olvidarse de Alma, mientras ella terminaría casán- dose con el arquitecto Walter Gropius. La ruptura resultó ser muy dura para Oskar que, sumido en una profunda de- presión, transformó plenamente su estilo anterior y originó diversos retratos y refe- rencias directas en muchas de sus obras, en las que demostraba que no asumía el final de la relación. Será en la obra La tempestad también conocida como La novia del viento , realizada en 1914, donde se refleje con mayor intensidad esta apa- sionada relación. Kokoschka, roto por el desamor, ela- boró una pintura en la que no sólo ellos dos son los protagonistas sino que en ella se ponía de manifiesto la fuerza del amor y la perduración de éste a pesar de las infinitas adversidades.

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