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46 SEGURITECNIA Noviembre 2015 Diálogos con el arte en sí misma, pero sus consecuencias so- bre las personas y entidades que deben responder por ellos son igualmente destacables. Riesgos de fallos de los propios siste- mas de seguridad. La creciente utiliza- ción de sistemas electrónicos en las ins- talaciones de este tipo, tanto en la cli- matización e iluminación, como en la propia seguridad, eleva por supuesto la adecuación de los mismos, pero hace aparecer un nuevo riesgo: la vulnerabi- lidad de estos sistemas frente a ataques al propio sistema por parte de terceros. Sistemas usualmente con niveles eleva- dos de protección frente a riesgos con- vencionales, pero, como toda la tec- nología digital actual, posibles blancos de expertos electrónicos que pueden anular las protecciones de inmuebles y obras, dejándolas en una situación de absoluta indefensión si no se prevén planes de contingencia adecuados. Y, por último, y sin embargo de evi- dente importancia capital: riesgos per- sonales, tanto para los trabajadores de estas instituciones, como para las per- sonas que acuden a las mismas, a me- nudo en grandes concentraciones, no siempre de fácil control. Como en to- dos los centros abiertos al público, los aspectos de seguridad de las personas deben ocupar un lugar prioritario, sin olvidar que estos aspectos a menudo, por la propia idiosincrasia de muchos de estos inmuebles, requieren de so- luciones imaginativas para hacer com- patible garantizar la circulación fluida en cualquier escenario y el respeto por las características arquitectónicas de los mismos. No se puede acabar este capítulo sin subrayar dos riesgos que, aun no siendo emergentes, pues siempre han estado presentes cobran hoy gran pro- tagonismo como son las grandes catás- trofes naturales y el terrorismo. Las pri- meras son de enorme virulencia y afec- tan a inmuebles mayoritariamente no preparados de forma especial para re- sistir sus impactos. Aunque aquéllos de más antigüedad –catedrales, museos, palacios, etc– han resistido el paso del tiempo y probablemente el impacto de o desde talleres de restauración o lim- pieza, cesiones temporales a terceros para exposiciones, el propio traslado en el momento de la adquisición, etc. Estos movimientos originan ries- gos en el momento del montaje y del desmontaje y en su manipulación, así como están relacionados con su emba- laje, con la forma de ser transportados. Además, las características de cada obra, su fragilidad intrínseca, su anti- güedad, su tamaño, su estado de con- servación, son variables a considerar in- dividualmente a la hora de valorar la ex- posición y la vulnerabilidad a cada tipo de riesgos en el proceso de manipula- ción y traslado. Asimismo, también exiten además de los anteriores -los llamados daños pro- pios en el lenguaje asegurador- hay que tener en cuenta la responsabilidad de centros, de instituciones y de personas, como propietarios, como cesionarios, como custodios, como profesionales a cargo de los muy diferentes procesos relacionados con estos inmuebles, con las obras o con los traslados realizados. Reclamaciones Es importante destacar que son locales a menudo con una gran afluencia de vi- sitantes, no siempre dotados de las me- jores condiciones que aseguren la eva- cuación e integridad de las personas. Por otra parte, inmuebles que en caso de accidentes de elevada intensidad, pueden afectar a otros locales, ocasio- nando elevadas pérdidas de bienes a terceros, tanto situados en su interior como en sus proximidades, como por ejemplo casos recientes de incendios que finalmente han ocasionado mayo- res pérdidas por las reclamaciones for- muladas que por los daños propios. Un efecto colateral es la responsabi- lidad de los gestores y responsables de estas instituciones, destinatarios de po- sibles reclamaciones en razón de sus funciones, sin olvidar el riesgo de re- putación, de imposible cuantificación, pero de efectos devastadores en nues- tra sociedad actual. La pérdida de bienes de valor artís- tico, histórico y cultural, es catastrófica está cambiando de forma acelerada. Nuestro país no está libre de estos efectos y hemos conocido en años re- cientes efectos devastadores provoca- dos por terremotos e inundaciones ca- tastróficas. El robo y el expolio de edificios y obras de arte provoca igualmente da- ños en estos bienes, y el abandono en el que se encuentra parte de este patrimonio favorece estos efectos, completando la acción inexorable del tiempo sobre bienes sin la más mínima atención. No desdeñar, por último, los riesgos inducidos por las propias obras de re- modelación, de restauración y de mo- dernización de estos inmuebles. Algu- nos de las pérdidas totales de edificios emblemáticos (históricos o no) tuvie- ron su origen en simples trabajos rela- cionados con la soldadura: Pabellón de los Descubrimientos de la Exposición Universal de Sevilla, el Palau de Barce- lona o el Palacio de los Deportes de Madrid. También riesgos que afectando a las propias obras y a los fondos de va- lor artístico y cultural. Los riesgos antes mencionados son aplicables, asimismo, a estos contenidos, cuando los efectos de los mismos alcanzan importantes di- mensiones. Pero estos bienes tienen aún una ma- yor exposición, tanto por sus caracterís- ticas físicas (son bienes muebles y a me- nudo frágiles y/o combustibles), como por su valor unitario, tanto meramente económico como emblemático. La lista de riesgos a los que están so- metidos estas piezas es enorme: incen- dio, daños por humo, robo, daños por actos malintencionados o por actua- ciones negligentes, caídas, deterioro por deficientes condiciones de conser- vación, (humedad, ataque de hongos, desgaste por efectos naturales en obras a la intemperie, etc.), daños por efec- tos de inundaciones, sean naturales o como consecuencia de averías de ins- talaciones. De especial relevancia son los ries- gos consecuentes al traslado y al trans- porte de estos bienes como puede ser entre centros de una misma institución,
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