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140 SEGURITECNIA Febrero 2016 Artículo Técnico la misma pueda alcanzarse. Por tanto, mientras no se vea comprometido el cumplimiento de medidas indispensa- bles para la protección de la vida, de la salud y de la seguridad colectiva, debe prevalecer la observancia de la directiva para garantizar la seguridad y la salud de los agentes de los cuerpos de poli- cía, dado que la excepción no se fun- damenta en la pertenencia a tales cuer- pos, sino exclusivamente en la natu- raleza específica de ciertos cometidos especiales en razón de la absoluta ne- cesidad de garantizar una protección eficaz de la colectividad. Actividad especialmente peligrosa En nuestro país han sido publicados dos reglamentos que, inspirados en la Ley 31/1995, tienen la vocación de pro- mover la seguridad y la salud en el tra- bajo de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en el desem- peño de las funciones policiales que le son encomendadas por la L.O. 2/1986, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad: el RD 179/2005, de 18 de febrero, sobre PRL en la Guardia Civil, y el RD 2/2006, de 16 de enero, por el que se estable- cen normas sobre PRL en la actividad de los funcionarios del Cuerpo Nacio- nal de Policía. Y es que, aunque curiosamente la ac- tividad policial no es recogida como es- pecialmente peligrosa en el anexo I del RD 39/1997, lo cierto es que, dejando a salvo determinados puestos de direc- ción, administración o logística, es in- dudable que se trata de una actividad potencialmente peligrosa al estar vin- culada a conductas transgresoras de la legalidad que llevan consigo el em- pleo de la coerción o el uso de armas de fuego, o que implican el auxilio a personas en entornos o situaciones pe- ligrosas. La tipología de riesgos en el ámbito policial es muy extensa, aunque en una primera clasificación podrían destacarse los siguientes: Agresiones físicas con o sin armas, por el trato con sectores delincuenciales peligrosos o con personas agresivas (ebrias, enajenadas, suicidas...). Sucesos de tráfico con vehículos, em- barcaciones o aeronaves, durante su conducción en situaciones de emer- gencia. Atropellos, en el transcurso de sus ta- reas de regulación del tráfico. Sucesos con armas de fuego o explo- sivos, durante la manipulación de ar- mas o la desactivación de artefactos explosivos. Exposición a agentes biológicos, por contacto con personas portadoras de ciertas patologías. Exposición a agentes químicos, por personal de unidades de laboratorio criminalístico, NRBQ, TEDAX… Riesgos psicosociales, fundamental- mente estrés, como consecuencia de situaciones emocionalmente difíciles, sobrecarga de trabajo, inadecuada gestión de la unidad a nivel organiza- cional, trabajo a turnos… Como marcan los principios de la ac- ción preventiva, la gestión de dichos riesgos debe venir marcada por la eva- luación de aquellos que no hayan po- dido evitarse y por una planificación de la prevención que dé prioridad a las medidas organizativas y a las condicio- nes de trabajo, tomando como comple- mento las necesarias medidas de pro- tección colectiva e individual. La gestión de la prevención en los cuerpos policiales Tanto la Guardia Civil como el Cuerpo Nacional de Policía han adoptado la modalidad de asunción plena de todas las actividades en materia preventiva mediante la constitución de servicios de prevención propios dejando abierta la posibilidad, no obstante, a la contra- tación de ciertos servicios para la rea- lización de determinadas actividades preventivas. Así, ambos cuerpos policiales dispo- nen de un Órgano Central de PRL y de Órganos de Prevención Periféricos que se encargan de la gestión de la preven- ción de su personal e instalaciones. No podía ser de otro modo teniendo en cuenta que, por ejemplo, la Guardia Ci- vil dispone de alrededor de tres mil uni- dades desplegadas por todo el territo- rio nacional, las cuales ocupan más de dos mil dependencias. Dichos órganos trabajan en la inte- gración de la prevención en sus respec- tivos cuerpos policiales, evaluando ries- gos y planificando la acción preven- tiva, poniendo en práctica los principios de información y participación, elabo- rando planes e informes y formando a su personal en el desarrollo de sus ta- reas con la mayor seguridad posible. Se trata, desde luego, de una labor com- plicada si consideramos que los agen- tes tendrán que hacer frente en no po- cas ocasiones a situaciones arriesgadas en un entorno laboral en el que, tradi- cionalmente, el valor –de difícil ligazón a la seguridad– ha sido una de las virtu-

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