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72 SEGURITECNIA Febrero 2016 N o hay mucho que recuerde del SICUR de 1994. Tal vez me llamó la atención el nuevo sistema de control de rondas que presentaba una en- tonces bisoña empresa, Vigilant, y viene a mi recuerdo también cómo mi Esabe Express, de la que había dejado de ser gerente provincial en Soria, se presentaba ya como Securitas, confluyendo con Grupo 4. Llamó mi atención ver a algunos “caballeros del lazo” “luciendo puntito”. Tiempos de crisis, había que pagar la factura de las Olimpiadas, aunque algunos nunca la cobramos; eran tiempos confusos –de Ley de Seguridad Privada sin Re- glamento–. Para mí fue una decisión vital renunciar a la oferta de conocer nuevas tierras con esa empresa sueca –cuyas verdaderas intenciones nunca conoceré– y apos- tar por mí, por mi tierra y por mi pasión, ese antiquísimo servicio de Guarderío Rural que tímidamente habíamos desarrollado ya a través de Esabe Cinegética y que me enganchó. Aquella nueva ley contemplaba por primera vez el guarderío como una actividad que “podían” realizar las empresas de seguridad, además de las formas de contra- tación tradicionales. Colgué el traje de directivo y baje el uniforme para montar mi empresita y hacer lo que me gustaba; pero el Reglamento cambió las cosas. En colaboraciones para prensa como ésta nos suelen pedir que hablemos de lo acontecido de SICUR a SICUR y de lo que se pide al futuro. Se me antoja que esta vez la referencia debe ser el último SICUR que pasamos con nueva ley pero sin Reglamento, y por eso “agitar el bulín” para traer algo de aquel 1994; y resulta que confirmo mi aforismo: nada nuevo bajo el sol. Esta ley pasa de contemplar a los guardas meramente, a reservar ciertos trabajos –los más rentables– para los en- cuadrados dentro de las empresas de seguridad. Otra vez decisión vital, a este SICUR asistiremos con empresa de seguridad constituida, corrigiendo así el último tiro en de- riva y altitud. ¿Que traerá esta vez el Reglamento? En 1994, después de SICUR salió adelante el Regla- mento de Seguridad Privada y, previsiblemente, des- pués de la edición de 2016 ocurrirá otro tanto. De SICUR a SICUR, los guardas hemos estado intentando resolver el desaguisado que el primero nos provocó y no ha sido sino hasta la muerte de la ley por obsolescencia que nos llega otro que esperamos con recelo. De lo que conocemos del asunto, pensamos que “no caza bien la perrita”. La propuesta de borrador comuni- cado por Álvarez a las asociaciones del colectivo floja, pero bastante peor el borrador de Policía. Ahora toda la expectativa del colectivo en el SEPROSE, los guardas de mayor alcance preocupados por el oficio, por la tra- dición, por nosotros; los guardas de las empresas pre- ocupados por la reserva que la ley les otorga, que no se la robe el Reglamento; los guardas autónomos preocu- pados porque esa fórmula para poder contratar a algún compañero no sea la trampa –mejor decepción– que ya se vislumbra; y muchos otros guardas, los más “audi- bles” porque el uniforme lleve “puñetas colorás” y cosas de esas. Me cuesta tanto explicar a mis compañeros más vete- ranos (los poquitos que van quedando) lo complicado que resulta incluir en la normativa algo –para ellos– tan fácil como es levantarse, ponerse su uniforme, salir al campo, poner alguna denuncia, correr un poco a los ma- los (preferiblemente detrás) y volver a casa con barro en las botas, polvo en el uniforme y la satisfacción de sa- berte útil y necesario, con la conciencia de un hombre bueno satisfecha y que llevan tantos años haciendo con la más humilde actitud… Me gustaría pedir al Reglamento que sean los profesio- nales con una formación específica los que ocupen unos puestos que la ley les reserva, que los que estén en em- presas lo hagan con normalidad sin que a éstas le su- ponga un trastorno contar con nuestra figura, que los au- tónomos puedan realizar su labor en plenitud, que los empleados directamente no queden resignados a su suerte fuera del sector; soñar con una integración en nor- malidad, sin trampa, sin engaño. Ojalá que el ejemplo de esos viejos guardas, que es mi acicate, sirva también para orientar el criterio de quien deba finalizar la forma del Reglamento. S El ejemplo de los viejos guardas Raúl Beltrán Presidente del Guarderio

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