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SEGURITECNIA Junio 2016 43 Seguridad Integral trones de riesgo, no sólo en la fase de contratación del candi- dato, sino durante todo el pe- riodo en que éste desarrolle su actividad. Simplemente, y viendo los casos de fraude interno en grandes corporaciones, hemos de aceptar que no somos muy buenos en los pronósticos de futuro cuando se trata del ser humano. Desafíos Por otro lado, tendemos a hacer caso omiso a las señales de un fraude, ya que no sabemos cómo separar la señal del ruido. En muchas ocasiones, dispo- nemos de un volumen de datos muy alto y complejo, los cuales son difíciles de interpretar y/o manejar sin una he- rramienta específica para el análisis fo- rense y caemos en el error de dejarnos llevar por ideas y estereotipos precon- cebidos sobre quién y cómo comete el fraude. Son muchos los desafíos a los que nos enfrentamos a la hora de dibujar e interpretar el fraude. Pero, sin duda, al- gunas merecen tener en cuenta los si- guientes: En retrospectiva, los fraudes son a menudo fáciles de detectar, lo que es difícil es prevenirlos. Los fraudes implican una interac- ción, en muchos casos, desconocida a “priori” entre el incentivo, la opor- tunidad y la racionalización. No hay un tipo específico de defrau- dador en cuanto aspecto o actividad. No podemos identificar a los lobos con piel de cordero. Así pues, cuando nos aproximemos a un caso de fraude, recordemos que la frase que utilizaba Michael Corleone (Al Pacino) con el consigliere de la fami- lia Tom Hagen (Robert Duvall), “no es nada personal, son sólo negocios…”, no siempre se cumple. En la comisión de un fraude, los as- pectos relacionados con la motivación y la racionalización son esenciales…. “… es algo personal”. S Realiza el fraude en connivencia con otro autor. También quedó patente que la mo- tivación primordial para el fraude es la codicia personal, seguida de las pre- siones sobre los individuos para al- canzar objetivos económicos difíciles. Igualmente, pone de relieve cómo el debilitamiento de las estructuras de control tiene como resultado el incre- mento de oportunidades para come- ter fraude. La industria cinematográfica de Ho- llywood ha mostrado, en innumerables ocasiones, cómo la perfilación criminal realizada sobre la base de los atributos de comportamiento permite la identi- ficación de los delincuentes reales des- pués de que un crimen haya tenido lu- gar, e incluso, en ocasiones, de poten- ciales criminales. El fraude, en general, se lleva a cabo por gente “como nosotros” que no tie- nen signos reveladores de ser un esta- fador o que llevan una letra “F” tatuada en la frente por fraude. En muchos ca- sos, el criminal potencial tiene abun- dancia de encanto (al igual que muchos sociópatas), fue a la escuela de derecho, viste un elegante traje, tiene una cara honesta, conduce un buen coche, no parpadea cuando dice mentiras, tiene un gran apetito por el riesgo y entró en la empresa con lo que parecía ser un brillante curriculum vitae. Sin embargo, el desarrollo de perfi- les predictivos de defraudadores no ha avanzado mucho más allá de la realidad de la investigación de antecedentes la- borales y las inferencias a nivel de con- tratación que podemos detectar, y lo seguirá siendo en el futuro si no conse- guimos un mejor control sobre los pa- Perfiles Las principales señales de alerta de comportamiento, de acuerdo con ACFE (Association of Certi- fied Fraud Examiners), que se vie- nen incluyendo prácticamente de forma repetida en los diferentes in- formes anuales, son los siguientes: Mantener una inusual y estre- cha asociación con el provee- dor o cliente (19 por ciento). Problemas de control y falta de voluntad para compartir funciones (18 por ciento). Utilización de técnicas “poco éticas” y falto de escrúpulos en los negocios (15 por ciento). Divorcio/problemas familiares (15 por ciento). Actitudes de irritabilidad, descon- fianza o defensiva (13 por ciento). Problemas de adicción (ocho por ciento). Negativa a tomar vacaciones (siete por ciento). El distinguir a un defraudador entre la multitud es tarea difícil, por no decir im- posible. No obstante, tal y como se in- cluyen en numerosos informes espe- cializados, la investigación de los casos ayuda a identificar ciertos rasgos comu- nes, así como las señales de alerta a te- ner en cuenta. Esto es, en su forma bá- sica, la creación y estudio de “perfiles”. El defraudador típico, según el in- forme de 2013 de KPMG “Perfiles glo- bales de los autores del fraude: los deli- tos de cuello blanco-presente y futuro”, está basado en la investigación de 596 casos reales de fraude en 69 países y re- vela algunos aspectos sobre el defrau- dador típico: De forma predominante, es varón. Con una edad comprendida entre los 36 a 45 años. Comete el fraude contra su propio empleador. Con un puesto en las áreas de finan- zas, ventas/marketing o en opera- ciones. Mantiene una posición de dirección. Tiene una antigüedad en la empresa de más de seis años.
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