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28 SEGURITECNIA Diciembre 2016 Opinión E n las últimas semanas nos he- mos encontrado casi a diario con noticias de incendios en hogares, residencias de ancianos, etc. En muchos de estos casos, el resultado del incendio es la pérdida de vidas: un total de 165 personas mueren al año por el fuego en sus hogares. En todas las ocasiones, un siniestro de este tipo implica pérdida de bienes, daños a vi- viendas colindantes, debilitamiento de las estructuras, etc. El comienzo del frío y la crisis econó- mica que todos sufrimos ha traído de vuelta antiguos métodos para caldear las casas. En otros casos, las instalacio- nes eléctricas sobrecargadas o defec- tuosas, el abuso de regletas eléctricas, los cigarrillos o los accidentes en las cocinas son los causantes. Cada in- vierno nos encontramos ante las mismas situaciones y nos desper- tamos con las mismas trágicas no- ticias. Desde asociaciones como TECNI- FUEGO-AESPI, se promueve la ins- talación generalizada de detecto- res de humos autónomos. Estamos intentando concienciar a las auto- ridades de que es una herramienta muy útil para evitar, al menos, parte de estas tragedias, a cambio de un coste mínimo. Si tenemos en cuenta que gracias a la alarma que genera un detector de humos (que cuesta menos de 20 euros) se pueden salvar las vidas de las personas, parece fuera de toda lógica que no sean elemen- tos obligatorios por normativa. Si a esto añadimos que por el simple hecho de escuchar dicha alarma los habitantes de una casa pueden apagar o controlar un incendio me- diante el uso de un extintor portátil, sal- vando por tanto sus pertenencias de ser destruidas por el humo o las llamas, parece también lógico que las compa- ñías de seguros primaran este tipo de instalaciones. Sin embargo, la instalación de de- tectores de humo sigue siendo algo opcional en los hogares españoles. Poca gente es consciente de su bajo coste, fácil instalación y escaso mante- nimiento. Mientras que en otros países de nuestro entorno geográfico y socio- económico se está legislando desde las administraciones y primando por las compañías de seguros, en España sigue siendo una quimera. La detección autónoma de humos salva vidas y ayuda a salvar nuestras pertenencias. Solo hay una salvedad: hay que oír la alarma y poder actuar al hacerlo. Por ello, la instalación de este sistema reduce la posibilidad de morir en un incendio en casi un 70 por ciento. Debemos tener en consideración que los materiales con los que se fa- brican nuestros muebles y el resto de pertenencias ha cambiado con el uso generalizado de elementos plásticos. Por ello, el tiempo disponi- ble para escapar de un hogar en el que se ha producido un incendio ha disminuido de 17 minutos en 1975 a poco más de tres minutos en la ac- tualidad. Rociadores Por tanto, en residencias de ancia- nos, hospitales, casas en las que vi- van mayores y, en general, cualquier sitio habitado por personas con mo- vilidad reducida, es necesario acom- pañar el sistema de detección con otro tipo de sistema: los rociadores automáticos. Luis Rodríguez Comité de Instalación, mantenimiento e ingeniería de equipos y sistemas de TECNIFUEGO-AESPI Detectores autónomos de humo y rociadores residenciales. Misión: salvar vidas La instalación de sistemas de detección y rociadores garantiza la supervivencia en casi el 90 por ciento de los siniestros

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