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SEGURITECNIA Febrero 2017 25 Seguridad en la Industria que el aljibe del pueblo de al lado. Siem- pre hay gente razonable que entiende tus necesidades y que al final te facilita el mismo papel, ese que te piden en la de- legación de industria. ¿Para qué gastar más de lo debido? Está la empresa como para gastos superfluos… Quizá algún lector me esté tachando de exagerado, pero tristemente esta si- tuación ocurre con demasiada asidui- dad. Obligar mediante un reglamento a una persona a invertir un montón de di- nero (gastar, según su criterio) para pro- tegerse de un riesgo que no percibe y cuyo cumplimiento no es controlado por nadie conlleva a que este escenario se repita una y otra vez. Llegado a este punto, permítame que le haga unas pre- guntas: ¿Cuántas personas conoce que tengan una alarma en casa? ¿Y que ten- gan un extintor? ¿Y que hayan instalado unos detectores autónomos de incen- dio? Seguro que más de un conocido le ha confesado su preocupación por la posibilidad de sufrir un robo. ¿Alguno de ellos le ha comentado que tiene miedo de que se le queme la casa? Una incógnita Vamos a suponer que damos con un in- dustrial responsable. Quiere montar su nueva nave y escucha a todos los exper- tos, quiere ser mucho más competitivo que las empresas de su sector: “construi- remos el edificio energéticamente más eficiente que se haya visto hasta la fe- cha, además de comprar las mejores má- quinas del mercado para conseguir una producción de alta calidad y bajo coste”. Ya que le obligan a adoptar medidas de protección contra incendios, va a ha- cerlo bien, así protegerá la gran inversión realizada en continente y contenido. Y, ¿qué es hacerlo bien? Así en una primera biendo qué tienen entre manos, todo ello bajo la visión unificadora del depar- tamento de Seguridad. Un riesgo olvidado Muchas veces olvidamos que España es un país de pymes, en su gran mayoría micropymes, en las que el concepto de los departamentos se diluye hasta con- verger todos ellos en el despacho del gerente-propietario. Bastante tiene con sacar adelante el negocio, como para preocuparse de otros temas. Pero la le- gislación vigente le afecta e incumbe como a todas las demás empresas. El propietario lo sabe, por eso cumple con la Ley de Riesgos Laborales y tiene to- dos los papeles en regla por si aparece el inspector de trabajo. Además, como es consciente de que el mundo está lleno de hackers , tiene un informático subcon- tratado, que va los jueves por la tarde y que le ha montado un cortafuegos y un sistema estupendo de copias de se- guridad en la nube, que le ha costado una pasta. Por si fuera poco, también ha montado un sistema de alarma y vi- deovigilancia de última generación (otro pastizal), que le avisa al móvil si pasa algo en su empresa fuera de horas y le permite ver todo lo que ocurre en su au- sencia. A seguro no le gana nadie. Ahora que hemos sacado el tema, re- cuerda que cuando construyó la última nave, el ingeniero que la diseñó le dijo que un reglamento de industria le obli- gaba a montar una especie de asperso- res por si había un incendio. Como es un hombre de contactos, consiguió que se los montaran por menos de la mitad de lo que marcaba el presupuesto inicial; pretendían construirle una caseta con una especie de motores para empujar el agua y un deposito que era más grande cesos, la conciencia de los responsables, la tradición o las experiencias negativas que la compañía haya sufrido en este ámbito. No hay interlocutor más fácil de tratar a la hora de hablar de preven- ción de incendios que aquel que ha visto como un incendio devoraba parte o la totalidad de sus instalaciones. También podríamos hablar de los di- ferentes modelos de gestión de la se- guridad implantados (quizás sería me- jor hablar de gestión de las seguridades). Sigue siendo demasiado habitual que, en función del apellido de la seguridad, sea uno u otro el departamento encar- gado de ella. Hasta la fecha, si había “ma- los” de por medio recaía directamente en el jefe de Seguridad y en su depar- tamento, pero hoy en día ni siquiera es así. La ciberseguridad todavía recae, en muchas ocasiones, en los departamen- tos de tecnologías de la información; al fin y al cabo, los que saben de esto son los informáticos. Con los incendios ocu- rre lo mismo: en infinidad de casos es el departamento de mantenimiento el que lleva este tema en lo referente a ins- talaciones, pero son los de riesgos labo- rales los que se encargan de los planes de emergencia. La situación real acaba siendo que los de seguridad bloquean puertas y controlan accesos, mientras que recursos humanos busca puertas abierta para evacuar al personal y me- dios para intervenir, cuya descripción y ubicación no siempre está actualizada. Es la realidad de demasiadas empresas. No seré yo quien diga cómo deben organizarse las empresas. Además de la dependencia funcional establecida en cada organigrama, siempre se puede adoptar un organigrama matricial para abordar todos los aspectos de la segu- ridad desde una gestión única, integra- dora, que coordine todas las labores y evite duplicidades o carencias en las mi- siones que afecten a la seguridad de nuestra empresa. Lógico es que los en- cargados de la ciberseguridad sean ex- pertos informáticos, pero no es menos razonable que lo sean en seguridad. También es lógico que los responsables del mantenimiento lleven el día a día de las instalaciones de seguridad, pero sa- Para hacerlo bien debemos montar una instalación que sea capaz de controlar el riesgo real que presentan nuestros procesos productivos
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