Seguritecnia 445
88 SEGURITECNIA Septiembre 2017 Opinión T arde espléndida la de la cele- bración de la festividad de San Vicente Ferrer, patrón de la Co- munidad Valenciana. La jornada invita a brujulear por los barrios de Valencia donde se han instalado distintos altares en los que se llevan a cabo ficciones so- bre la vida y milagros del santo. Se suele visitar el Pouet de Sant Vi- cent, su casa natal convertida en capi- lla. Todo un conjunto que me retrae a mi niñez, cuando los actores de los dra- mas eran mis compañeros de clase y se discutía sobre los pensamientos y pro- digios del venerado santo. En 1412, Vi- cente Ferrer tuvo que aconsejar y crear una Junta Fiscalizadora del Gasto Muni- cipal compuesta por 14 miembros, cua- tro de ellos pertenecientes a la nobleza y el resto ciudadanos de a pie, pues los dineros de los vecinos desaparecían en bolsillos ajenos. Desde aquel instante, la Junta alzaba los censos para adminis- trar los impuestos y gastos municipales cuya cuantía superara los 50 escudos. A partir de entonces, no hubo que acusar a nadie de corrupto. No sé muy bien porqué, revivo mi ini- cio en la catequesis a cargo del bueno de don José, cura párroco de la igle- sia de Los Ángeles del Cabañal, que, sin aparente sentido para la chiquillería, gustaba citar a los evangelistas y, con cálido verbo, lanzaba al aire aquello de “nadie puede servir a dos señores por- que aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero”. Quedábamos silentes. Presuponía se trataba de una frase de origen bíblico en la cual nos advertía de la contradic- ción que significa tratar de ser leal a dos intereses radicalmente opuestos. Mal se lleva actuar siempre en base a la ver- dad, con la auténtica justicia, honesti- dad o responsabilidad, con el todopo- deroso dinero, cumbre del deseo de muchos que tan pésimamente se lleva con la empatía y la compasión. Deterioro de valores Numerosos son quienes fingen ocu- parse del bienestar del ciudadano desde sus puestos oficiales, labora- les o mercantiles y desdeñan con pro- fusa frecuencia que servir implica ayu- dar a alguien de modo desinteresado y adoptar una actitud permanente de co- laboración. En realidad, están a disposi- ción de la opulencia y el poder para lo- grar su acomodo. En este mundo de individualismo, máxime si se ocupa un cargo desta- cado en política, se desempeña la au- toridad o simplemente existe una de- dicación al mundo empresarial, des- aparece el f ingimiento en cuanto perciben cualquier amenaza que mude su situación. Son capaces de procesionar, sujetar el cirio encendido e incluso aclamarse a la divina provi- dencia en solicitud de un milagro. Pre- cisan ser reconocidos, suscitar lástima, mover al perdón. En tiempos de bo- nanza sus aires son diferentes: ampa- rados por la fortuna, el continuo éxito los incapacita para la ponderación. Es entonces cuando cometen los errores más graves y meten la mano donde no deben. Si a determinados ciudada- nos no se les subiera a un pedestal no habría que bajarlos a empellones más tarde. Se nos informa a diario sobre las an- danzas de políticos, banqueros, empre- sarios y hombres de negocios, de sus entradas y salidas de prisión. Los me- dios de comunicación se encargan de pasar por encima de los poderes públi- cos, de decidir quién puede ser o no un concejal de un ayuntamiento, una auto- ridad local o nacional e incluso jefe de Estado, obligado a dimitir o condenado antes de que dictaminen los tribunales de justicia. La diáspora de parte de nuestra ju- ventud a otros países prosigue, mien- tras empresarios carentes de escrúpu- los ven indiferentes cómo se hunden sus negocios al tiempo que aumenta su patrimonio personal. Existe una pér- dida de confianza en el legislador, lo cual provoca un deterioro grave de va- lores, actitudes y conducta: ya saben, cuando una sociedad deja de creer en sí misma renuncia a tener futuro. Con- servemos la sensatez, pues la reflexión calmada y tranquila desenreda todos los nudos. S Nadie puede servir a dos señores La lealtad tiene un corazón tranquilo. William Shakespeare. Antonio Ávila Chuliá En 1412, Vicente Ferrer participó en la creación de una Junta Fiscalizadora del Gasto Municipal, pues los dineros de los vecinos desaparecían en bolsillos ajenos
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